La Ciudad Fallera la gran olvidada, acumula ideas y proyectos, todos sin realizar, las Fallas cada vez menos Fallas

La Ciudad Fallera la gran olvidada, acumula ideas y proyectos, todos sin realizar, las Fallas cada vez menos Fallas

Desde que en 1.965 se puso la primera piedra de lo que sería el proyecto de la Ciudad Fallera, proyecto impulsado por el Maestro Mayor del Gremio de Artistas Falleros, Regino Mas nadie esperaba que 58 años después esta idea de barrio estuviera en tal grado de decadencia, mostrando la realidad en la que vivimos, una decadencia de las Fallas, que a pesar de ser nombradas Patrimonio de la Humanidad han abandonado su razón de ser fundamental, la Falla.

Este año han cerrado tres talleres falleros más y lo que en su día debía ser un polo de atracción de talento y debería ser la casa de los artistas falleros se ha convertido en un sinsentido. Se ha topado por el camino con la legislación, la incomprensión política y sobre todo, la nula voluntad política de unos y otros de luchar por ella.

Ya casi no quedan talleres y ni siquiera en los pocos talleres que quedan abiertos allí se construye una falla de sección especial de Valencia. Un ocaso que es un grito desesperado para que los políticos pasen de las palabras a los hechos.

Fuset y sus ideas que nunca se llevaron a cabo

 

Fue ahora hace dos legislaturas que el entonces portavoz de Ciudadanos llevó a Pleno una propuesta para adecentar esta zona, olvidada por la administración local. El Pleno aprobó entonces un plan primero para señalizar este barrio tan importante y Grezzi asfaltó de nuevo sus calles.

Incluso desde Compromís Pere Fuset se empeñó en un proyecto para reconvertir Ciudad Fallera en un polo de creatividad, pero la idea no pasó de los planos años después. Con Carlos Enrique Galiana en la concejalía no hubo ni un sólo avance en estos años como concejal.

Ciudad Fallera se topa con la legislación y la falta de voluntad política

 

A pesar de que los políticos se empeñen en denominar a la profesión de artista fallero como artesanos la realidad es que es una actividad industrial según el propio Ministerio de Industria, lo que hace imposible realizar tan función en Ciudad Fallera, ya que está el PGOU serigrafiado no como zona industrial, con lo que no es posible legalizar la apertura de un taller fallero.

De hecho los pasos del gobierno de Ribó y Sandra Gómez fueron en sentido contrario, se dedicaron a ampliar el parque de Benicalap hacia Ciudad Fallera y a crear más barrio, olvidando las ampliaciones de los talleres y los problemas que allí tienen los artistas falleros.

La mayoría de naves son alquiladas a un precio de más de 1.000€ al mes, y pocos son los artistas que pueden pagar esa cantidad, por lo que esto constituye otro de los grandes problemas, quizás la solución pasara por la compra municipal de las naves y alquilarla a artistas falleros.

Otro de los problemas es que se han implantado en talleres cerrados actividades que nada tienen qu ver con la construcción de fallas y carrozas.

¿Voluntad política?

 

Lo que falta es voluntad política de solucionar un problema que se arrastra años, y pintar algunas fachadas y declarar la Ciudad como Ciudad Creativa no va a solucionar estos problemas.

Ahora desde el COVID la profesión de artista fallero ha ido a menos, cada vez quedan menos talleres y menos artistas, a pesar de que la cantera se regenera con los ciclos de Formación Profesional que se crearon en Alicante y Valencia. Pero cada vez es más difícil conseguir un artista fallero para una comisión.

Una profesión en peligro

 

La realidad es que el incremento de costes unido a las exigencias propias de la profesión han encarecido los costes y las Fallas son muy poco rentables. Si bien hay casi 800 comisiones falleras, son pocas las que realmente apuestan por la falla, la mayoría hoy plantan una falla muy básica y dedican gran parte de su presupuesto a otros menesteres que perfectamente podrían encajar en otras fiestas, abandonando la razón de ser de las Fallas, la falla.

Tampoco las instituciones han sabido o querido apoyar esta profesión, tan sólo ha habido pequeños intentos como los de la Diputació de Valéncia que cada año encarga 30 fallas de 10.000€ para así plantarlas en poblaciones sin comisiones falleras, o como la Diputación de Alicante que encarga a los constructores de hogueras decoraciones de Navidad.

La Generalitat Valenciana y el Ayuntamiento no se han implicado más allá de querer dominar un organismo fallero y así llevarlo a su voluntad política quan juguete manipular a su antojo. Decepcionante y vergonzoso.

El Congreso Fallero sería una buena oportunidad, quizá una de las pocas para exigir que el mayor presupuesto de la comisión vaya destinado a la Falla, sino estaremos creando una fiesta paralela en detrimento de las Fallas.

Las instituciones han de implicarse de verdad y han de tener voluntad política de ello, porque ni siquiera tenemos un estudio de impacto económico de lo que generan estas fiestas en Valencia ni en la Comunitat Valenciana. Tener un estudio real implicaría conocer el alcance de las mismas y exigir a las instituciones su implicación.

Del Ministerio de Cultura ni hablemos, si la Comunitat Valenciana para ellos es como hablar de la China profunda más alejada, hablar de fallas como Cultura les sueña a chino. Quizá el problema sean los políticos que son totalmente ajenos a la fiesta fallera, excepto para hacerse fotos. Igual el problema es que nosotros no hemos sabido exigirle una coherencia y respeto, empecemos por respetarnos a nosotros mismos y exijamos un respeto, las Fallas no son botellón, y es vergonzoso pensar en que una hora de venta de alcohol más es lo que les preocupe a muchos en las Fallas de Valencia.

Parece que vamos en sentido contrario a proteger y ensalzar nuestra fiesta fallera, vamos a crear macrobotellones alejados a lo que representan las Fallas, si Regino levantara la cabeza se moriría de vergüenza y tristeza. Aún estamos a tiempo de cambiarlo, ¿queremos cambiarlo? esa es la gran pregunta.

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