El pionero valenciano que conquistó los cielos: La odisea de Juan Olivert Serra
En una época en la que los sueños de volar aún parecían quimeras reservadas para las aves o para los inventores locos, un joven valenciano nacido en Cullera desafió la gravedad y marcó un hito en la historia de la aviación valenciana y española.
Juan Olivert Serra, un ingeniero industrial de apenas 22 años, no solo construyó su propio aeroplano, sino que lo elevó por los aires en un vuelo que, aunque breve, simbolizó el amanecer de la era aeronáutica en nuestro país.
Pero, ¿quién era este audaz pionero? ¿Cómo logró su proeza en medio de la incredulidad general? Una investigación en archivos históricos, testimonios periodísticos de la época y documentos oficiales revela una historia de ingenio, perseverancia y un toque de fortuna real.

Los orígenes de un soñador: de Cullera a Barcelona
Nacido en 1888 en Cullera, un municipio costero de la provincia de Valencia, Juan Olivert Serra provenía de una familia de terratenientes acomodados. Su pasión por la mecánica lo llevó a estudiar Ingeniería Industrial en Barcelona, donde se topó con Gaspar Brunet i Viadera, un profesor y ingeniero textil que ya experimentaba con diseños aeronáuticos inspirados en los hermanos Wright y los pioneros franceses.
Olivert, fascinado por las noticias de vuelos en Europa –como el de Santos-Dumont en 1906–, decidió invertir su propia fortuna en construir un biplano. «No había visto películas de aviación ni había pilotado nunca», relatan crónicas de la época, destacando su audacia inexperta.
El proyecto se materializó en los talleres Rosell y Vilalta de Barcelona. El biplano, bautizado como Olivert-Brunet, era una máquina rudimentaria pero ingeniosa: alas de 10,3 metros de envergadura, 40 metros cuadrados de superficie alar, un peso de 350 kilos sin piloto, y un sistema de estabilidad automática mediante válvulas en los montantes.
Inicialmente sin motor, el aparato fue expuesto en el Pabellón de Industria de la Exposición Regional Valenciana de 1909, celebrada entre mayo y julio en Valencia, cerca del Paseo de la Alameda y el estadio Mestalla. Allí, miles de curiosos –incluido el rey Alfonso XIII, quien lo visitó el 22 de mayo– admiraron la estructura de madera y tela.

El monarca, impresionado, medió para que el Ayuntamiento de Valencia patrocinara un motor Anzani de 25 CV y una hélice Chauvière, con una subvención de 20.000 pesetas –una suma considerable para la época–.
publicaciones.defensa.gob.es
Olivert no era solo un constructor; era un líder. Como vicepresidente de la recién creada Sección de Aviación del Círculo de Bellas Artes de Valencia, fundada en agosto de 1909, impulsó el interés local por la aeronáutica. Pero el verdadero desafío estaba por venir: poner el aparato en el aire.
La tarde que cambió la historia: el vuelo en Paterna, septiembre de 1909
El 5 de septiembre de 1909, en el campo de maniobras del Regimiento de Artillería Montado Nº11 en Paterna –un municipio a escasos 5 kilómetros de Valencia capital–, Olivert se preparó para lo que inicialmente era solo una prueba de rodaje. Atrajo a entre 3.000 y 4.000 espectadores, muchos atraídos por el rumor de una «corrida de campo» aeronáutica. Tras un problema con la batería, el motor Anzani rugió a 1.600 revoluciones por minuto. El biplano rodó unos 100 metros, levantó la cola, avanzó 30 metros sobre las ruedas delanteras y, finalmente, despegó.
El vuelo duró apenas segundos: unos 40-50 metros a baja altura (unos decímetros del suelo), con una velocidad notable. Olivert ejecutó una curva para evitar a la multitud y unos algarrobos, cortó el encendido y aterrizó bruscamente, rompiendo una rueda derecha en un agujero. «Estoy contento, he recorrido 30 metros sin tocar tierra, he notado que volaba», declaró Olivert a la prensa local, como Las Provincias y El Mercantil Valenciano, que cubrieron el evento con entusiasmo.
Aunque modesto, este fue el primer vuelo motorizado controlado en España, antecediendo a otros intentos en el país y marcando el inicio de la aviación nacional.
Investigaciones en archivos como los de la Fundación Aérea de la Comunidad Valenciana revelan que el sitio no fue casual: Paterna ofrecía un terreno amplio y militar, ideal para pruebas. Se consideraron alternativas como la playa de la Malvarrosa o Nazaret, pero el traslado falló por logística.
Olivert, fue el primer valenciano –y español– en volar con motor en territorio valenciano, específicamente en la región metropolitana de Valencia.
https://www.valenciabonita.es/2015/10/14/primer-vuelo-motorizado-en-espana/
El legado olvidado: de la gloria al silencio
Tras el éxito de Paterna, Olivert no continuó con más vuelos documentados en el biplano, posiblemente por los altos costos y riesgos. El aparato se abandonó, y la aviación española evolucionó rápidamente: en 1910 nacía la Aviación Militar, y la Malvarrosa se consolidaba como hub aeronáutico hasta 1933.
Olivert se mudó a Madrid, donde falleció en 1949, a los 61 años. Su hazaña, aunque eclipsada por pioneros internacionales, es reconocida hoy por historiadores como el germen de la aviación en la Comunidad Valenciana.
En entrevistas póstumas y documentos, como los de la Real Federación Aeronáutica Española, se destaca su rol como «el primer piloto español».
Sin embargo, preguntas persisten: ¿Por qué no hay más vuelos registrados? ¿Influyó la falta de apoyo estatal? Una revisión de periódicos de 1909 muestra euforia inicial, pero también críticas por la brevedad del vuelo. Aun así, Olivert inspiró a generaciones, probando que un valenciano podía tocar el cielo con ingenio local.
Esta proeza no sólo elevó a un hombre, sino a toda una región hacia el futuro. En un mundo donde la aviación es cotidiana, recordar a Olivert nos invita a valorar los orígenes humildes de los grandes avances.
Un homenaje en el parque Daniel Clar de Cullera
El 2 de octubre de 2009, celebrando el centenario de este primer vuelo, el Ajuntament de Cullera instaló una réplica del avión, en el interior del parque Daniel Clar, que realizada de manera desinteresada por Paco Catalá Carles, Miguel Ángel Ortíz y Sergio Grau Martí, con la colaboración económica de la empresa local Reed 21.
Un merecido homenaje al pionero de la aviación valenciana y española, el cullerense Juan Olivert Serra.


















