La verdad es que la Unión Europea es un OPNI declarado (eso que tantos célebres profesores de Derecho Internacional Público nos han ido diciendo como definición no oficial a lo que es la Unión Europea: una Organización Política No Identificable). Por si fuere poco, sin gemelos en cualquier otra parte del mundo.
La cesión de competencias
Pero hoy vamos a centrarnos en el debate de la cesión competencial. ¡Cuántas competencias somos capaces de ceder! Algunas por comodidad, otras por pragmatismo y otras, espero, que porque había horas tontas a altas horas de la madrugada en algunas convenciones internacionales.
Lo cierto es que tenemos un conjunto de competencias que son propias de la Unión Europea, otro tanto propias de los Estados, otras que son mixtas y otras de cooperación reforzada entre los Estados… toda una declaración de intenciones en favor de lo enrevesado y difícil de comprender para cualquier ciudadano que se dedica a su negocio, a su trabajo o a más o menos a vivir bien en la jubilación.
¿No os suena de algo eso de diferentes estilos de competencias en relación a los Estados, sus regiones y sus municipios?. Me refiero especialmente a los lectores juristas y politólogos. Al final va de eso el mundo, de cómo organizarnos.
En mi anterior articulo os expuse el ejemplo al revés porque me centraba en el Sistema Español, y os dije: “es algo parecido a lo que tenemos en España pero a nivel Europeo”. Nada más lejos de la realidad, otra cosa es la fachada que le pongamos y la estructura del edificio, pero al final todo son edificios. (Es evidente que no es lo mismo el sistema autonómico de España, único en el mundo en grado de descentralización, que un sistema federal o un sistema confederal. )
España y Europa y el reparto de competencias
En España tenemos un sistema de reparto competencial en nuestra Constitución, que salvo vascos y catalanes, se respeta sin ensanchar el número de competencias en ningún sentido, centralizador o descentralizador. Nuestro sistema de autonomías es algo más irregular que el sistema federal, y mucho más descentralizado, porque en función del territorio hay competencias que tienen distinto responsable político, autonómico o nacional. Los sistemas confederal y federal son por definición repúblicas, una de las grandes diferencias con el sistema político español. Y debo decir, que nos sale a cuenta a los españoles porque las repúblicas son mucho más caras. (Otra cosa distinta será tu parecer en relación a la monarquía o a la república.)
Por otro lado, a nivel europeo, se sigue una lógica rígida por el esfuerzo de cesión de soberanía nacional, se entiende como un sujeto de derecho internacional pero sin soberanía propia, toda es cedida en los tratados.
¿Sabéis qué ha hecho el Parlamento Europeo hace tan solo un año?
Solicitar una modificación de los tratados para ampliar el número de competencias.
¿Qué competencias quiere introducir dentro de la modificación de los tratados?. Principalmente las que resultan de las conclusiones sobre la
Conferencia del Futuro de Europa. En otras palabras, si la UE ya es un mastodonte mal gestionado, que actualmente no sabe gestionar ni ponerse de acuerdo en que hay que legislar o gestionar… ahora hay eurodiputados que quieren meter en la fiesta más competencias. (Yo no estoy en contra de la integración, pero soy un fiel defensor funcionalista de la integración europea, es decir, creo que ir paso a paso es mucho mejor que intentar pegar saltos como cuando se les ocurrió a principios de siglo a algunos iluminados montar una Constitución Europea, y así les fue.)
Cómo aclaración os diré que Europa se ha construido desde los postulados funcionalistas. Eso quiere decir que todos los de un club tienen que estar de acuerdo en querer hacer algo, no la mayoría, no una mayoría cualificada. Desde hace bastantes años hemos renunciado al funcionalismo puro, en favor de la tiranía de las mayorías. No es casualidad que en los imperios de las mayorías existan minorías, tampoco es casualidad que las minorías se junten y sean más fuertes, temporalmente, en legislaturas posteriores. Dicho de otro modo, cada vez que la mayoría impone a un socio del club, que está en contra de algo votado, ese algo… se rompe la unidad y se aleja el proyecto de la ciudadanía.
Algunos pensarán que ahora mismo el Parlamento Europeo (de ahora en adelante PE) no está muy fragmentado. Ya os avanzo que eso no es así, es más, fue parte del motivo de que la Comisión resultante fuese la que es ahora. (No solo porque el PE tiene que votar las candidaturas sino porque los proponentes jugaron con estos números, saliendo victoriosa Angela Merkel.)
Al margen de la anécdota, si el PE esta fragmentado es por varios motivos, entre los cuales quiero destacar solo uno, el comportamiento del votante. El votante está harto de escuchar peroratas y promesas de todos los políticos, quieren sinceridad, que les hablen claro, que no les molesten y, sobre todo, que sean consecuentes. Y si no fuera porque los populistas no son consecuentes, además de ser muy pesados, y los votantes no solo siguieran este esquema expuesto, nos encontraríamos ante un próximo PE mucho más similar al que tenemos ahora. Pero lo siento, no va a ser así.
Los votantes no solo están hartos de mentiras, de promesas incumplidas y discursos vacíos de políticos mediocres… no. También están hartos de que no se resuelvan sus problemas, y aquí es donde viene la madre del cordero, porque se revela la contingencia natural más potente para la modificación de los tratados. La distopía entre los políticos y sus visiones, y el resto de votantes. Dicho de otro modo, las voluntades del político no son coincidentes con las del votante. Por dos motivos, uno porque todos somos
individuos y somos lo suficientemente complejos para no coincidir al 100% en todo con todo el mundo, y dos porque la vocación de los partidos no es la misma que la de las asociaciones, ONGs y fundaciones.
¿Y esto, Álvaro, cómo se traduce en unos resultados electorales?, os preguntaréis, ya bastante cansados de leer tanta teoría propia
Pues se refleja en un voto fuerte en los extremos del tablero a nivel nacional, un voto fuerte de castigo, un voto fuerte regionalista, nacionalista e independentista. Y el votante siempre tiene la razón, que nadie se piense con soberbia que los votantes no saben votar o no votan lo correcto. Esos planteamientos narcisistas y de deriva totalitaria no caben. Toca reflexionar sobre qué Unión Europea queremos, ¿una que funcione o una que simplemente cada vez se parezca más a un pollo sin
cabeza que no para de crecer?. Y para ello hay que revisar algunas aberraciones como la PAC que ha entrado en vigor este mismo año, después de 60 años haciendo políticas agrarias y revelándose todas como un fiasco (como un amigo socialista europeo me confesó). ¿No habría que hacer una profunda revisión a ese estilo de competencias mal gestionadas? (Ya avanzo que al centro-izquierda,
centro-derecha y derecha le interesa).
¿Es normal que un país tercero a la Unión Europea, aunque vecino, se beneficie de la falta de competitividad de tantos agricultores españoles porque a los españoles se les obligue a unas condiciones en la producción que hacen que los productos no puedan competir en precio con los de terceros Estados?.
¿Alguien me explica cómo se puede equiparar los controles europeos y nacionales de salud a los productores europeos en Europa
con los controles de productos en frontera o en origen?. Y solo estoy hablando de forma genérica y sin entrar en otras áreas de comercio.
En resumen, defiendo que la Unión Europea ahora tiene que empezar a ordenar su casa, gestionar adecuadamente las competencias que le son atribuidas y analizar si verdaderamente necesita de algunas competencias no cedidas para el normal funcionamiento de las políticas nacidas de las competencias propias (excluyendo las ya contempladas en el art. 3 b) del TFUE).
Si tras esta evaluación se observa la necesidad de modificar los tratados para ampliar las competencias, y se advierte de una correcta resolución de los problemas de la ciudadanía de los Estados Miembros, o al menos que su actividad haya resultado beneficiosa, aun a pesar de posibles contingencias exógenas, podríamos comenzar a pensar en una posible modificación de los tratados. Pero hoy por hoy, hay muchos deberes pendientes, un ejemplo de tantos es el que debería de cumplirse bajo la Presidencia de Turno de España un acuerdo en materia de Inmigración y Asilo.
Nunca hay que olvidar que quien tiene siempre la razón son los votantes en una democracia, lo que implica que el jefe es el votante y, el líder y servidor público, es el obediente político.
“Así que la UE tiene muchos deberes pendientes antes de volver a soñar con ser más grande”