Conclusiones tras una mirada histórica sobre las pandemias

Conclusiones tras una mirada histórica sobre las pandemias

Este asunto es de gran actualidad y altamente acuciante para la sociedad. Es de gran actualidad porque el 5 de Mayo de este mismo año teníamos un planeta bajo el régimen de Pandemia definido por la OMS. Y llevábamos desde 2020, no haré comentarios al respecto. Solo diré que el interés que suscita en la población una variable tan determinante como la irrupción de una pandemia es de lo más normal, ya que si bien es cierto que el ser humano es un gran creador de movimiento, llevamos muy mal la imposición de cambios convulsos. (A la historia me remito, pero bastaría ver el comportamiento social con cualquier medida restrictiva, limitativa o de suspensión temporal de algún derecho durante esta pandemia.) Lo que es anormal es el caos en el que nos sumieron los dirigentes de cada país.

Un servidor tiene un trabajo académico al respecto de lo ocurrido con una única finalidad: justificar la necesidad de crear protocolos de pandemias similares en todos loa países de la UE mediante la aproximación de criterios, escenarios y medidas políticas para que en el futuro se puedan llevar a cabo dos cosas: una activación certera de un paquete de medidas ante un escenario de crisis de salud y, también, practicar una ampliación de la UE a tenor de la salud pública con menores dificultades desde el punto de vista jurídico.

Y en este artículo de opinión lo que voy a hacer es un pequeño spoiler. Porque entiendo que puede resultar muy aburrido para aquel que no le gusta los ámbitos jurídicos, de competencias y de ciencia política que me ponga a disertar sobre el asunto. Así que lo que me planteo con vosotros es exponeros las conclusiones tras el análisis histórico de las pandemias desde antiguo hasta la actualidad. No obstante, este trabajo académico también tiene otros estudios y análisis como medidas sectoriales aplicadas en diferentes países, y estudios sobre sistemas jurídicos y competenciales de países y de la UE.

Tan solo una breve aclaración para los que sois curiosos y me preguntéis sobre mi trabajo académico. Cuando tenia que debatirme sobre qué Estados Miembros escoger apliqué varios criterios combinados, por lado el competencial y, por otro lado, el criterio de los sistemas de salud.
Por ello escogí Francia y Alemania por ser sistemas de salud Bismark con diferentes estilos de competencias en su relación entre el Estado y sus regiones. Y también escogí el caso italiano y español como exponentes claro del sistema universalista y gratuito, esto es, un sistema
completamente distinto al galo y germano. A fin de cuentas, ese trabajo académico también trata de estudiar la pluralidad de respuestas en esquemas distintos ante un mismo input y ver qué patrones de respuesta pública se pueden convertir en común denominador.

Conclusiones tras el análisis histórico de los episodios de pandemias en Europa y Oriente próximo

Pero centrémonos en la vertiente histórica, la incidencia es total, la única diferencia real entre las pandemias del pasado, las del medievo, la gripe del siglo pasado (la mal llamada gripe española) y la actual son los avances tecnológicos. Por tanto, debemos clarificar algo que no para todos es evidente: los avances tecnológicos nos han permitido reducir enormemente la capacidad de contagios en tiempo real. Por lo que “tecnología es igual a seguridad y libertad” es perfectamente sostenible como principio fundamental para crear un protocolo nacional contra pandemias. Y digo más, no debemos confundir la defensa de la libertad con ser liberticidas, ya que la libertad sin seguridad no permite un orden social pacifico ni ofrece convivencia sana ni menos aun es un buen aliado para combatir una pandemia.

Es indudable que en las primeras pandemias las sociedades no se encontraban con un saber suficiente para entender realmente lo que les sucedía, tan solo eran conscientes de que enfermaban, que era contagioso y que, en caso de contraerla, la muerte estaba garantizada. Y
la gran revolución la ofrecemos con el COVID-19, es la primera vez que contraer una enfermedad en estado de pandemia no supone un sinónimo directo de fallecimiento, no en vano fallecieron demasiadas personas, (solo una, moralmente, ya era demasiadas muertes.)

En las primeras pandemias la adopción de medidas y la organización pública eran mínimas y apenas existen registros. Sin embargo, en el medievo advertimos organizaciones políticas en forma de reinos que comienzan a articular una serie de medidas públicas para dar respuesta
al desafío. Sin embargo, en este apartado nos encontrábamos ante medidas públicas de contención del virus sin tener capacidad para sanar una vez contraída la enfermedad, algo similar en la gripe española de 1918, con la peculiaridad de que nos encontramos ante un sistema político, jurídico, burocrático, policial y sanitario mucho más avanzado, lo que permitió que las medidas que se adoptaron en el medievo surtieran mayor efecto en el siglo pasado.

Hasta la COVID-19 nos encontramos en un escenario pandémico continental o de múltiples regiones. La actual pandemia, gracias a la globalización del mundo, paulatinamente, se convierte en el primer fenómeno de talla mundial que afecta a todos los seres humanos.

Evidentemente, quiero pensar que sea fruto de un error su propagación fuera de los muros del laboratorio, ya que en caso contrario la responsabilidad asociada sería acorde al desastre sin precedentes. Pero no es menos cierto que la OMS no pudo practicar la segunda fase de la investigación del origen de la pandemia por falta de transparencia de la República China.

En relación con la respuesta ofrecida por parte de las autoridades resulta más rica que nunca, ya que es la primera vez que nos encontramos no solo dos paquetes de medidas clásicos: prevención y contención. También nos propusimos, y con éxito, desarrollar vacunas contra la COVID-19. Esto ha supuesto un hito de la ciencia, del saber y de la humanidad, ya que nunca antes la técnica se había podido poner al servicio del ser humano a través de la salud pública en un contexto de pandemia a semejantes niveles.

Este avance histórico entre la técnica y la salud ha supuesto que en el mundo no se supere, con fecha del 16 de Junio de 2023, los 8 millones de fallecidos. (No es un dato para estar orgullosos, pero si para entender que la técnica ha ayudado enormemente a evitar que estos datos fueran exponenciales. Por otro lado, debemos entender que es una cifra que no debemos volver a asumir ante posibles pandemias futuras.)

En las dos primeras pandemias nos encontramos ante una respuesta caótica, sin conocimientos mínimos sobre el alcance de las pandemias. En las siguientes pandemias, hasta la actual, nos encontramos una evolución en la visión pública nutrida principalmente gracias a
las investigaciones científicas. Somos capaces de ofrecer una respuesta más o menos ordenada, con mayor coherencia con respecto a la sociedad y a la enfermedad protagonista de cada pandemia. Finalmente, en la actual nos encontramos, salvo raras excepciones como la
española, ante autoridades con decisiones políticas y jurídicas adoptadas en base a las recomendaciones científicas, lo que supone un gran avance, ya que el peso del saber y la técnica son superiores en prestigio al de las decisiones políticas en anteriores pandemias. Pero la revolución sobre la visión pública no se circunscribe a la escucha permanente de las autoridades políticas a la comunidad científica, sino que, otra vez, gracias a la capacidad de la técnica y los avances conseguidos podemos plantearnos una defensa colectiva científica, creando una inmunidad de grupo frente al virus. Es decir, nos planteamos no mutar nuestros genes sino afrontar el virus de la pandemia. (Ese gran avance lo protagoniza la UE en materia financiera, no debemos olvidarlo.)

Álvaro Bombal
Consultor de Empresas y experto en política internacional y en la UE
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