La ciudad será el escenario del gran homenaje nacional a los fallecidos en la trágica riada del 29 de octubre. El acto será laico, con presencia de las familias afectadas y un claro mensaje de memoria y dignidad.
Un recuerdo imborrable que vuelve al corazón de Valencia
Valencia se prepara para acoger uno de los actos más solemnes y emotivos de los últimos años. El funeral de Estado por las víctimas de la DANA del 29 de octubre de 2024 se celebrará en la ciudad coincidiendo con el primer aniversario de la tragedia. Será una ceremonia civil, sin connotaciones religiosas, diseñada en conjunto entre el Gobierno y las asociaciones de víctimas, con un objetivo claro: rendir homenaje a las 228 personas que perdieron la vida en uno de los episodios más devastadores que se recuerdan en la Comunitat Valenciana.
La elección de Valencia no es casual. Fue aquí donde se vivieron los momentos más dramáticos de la riada, donde los servicios de emergencia actuaron sin descanso y donde cientos de familias vieron cómo el agua arrasaba con todo. Que el homenaje nacional tenga lugar en esta ciudad es, para muchos, una forma de cerrar el círculo del dolor con un acto de dignidad colectiva.
Un acto sobrio, civil y abierto a la ciudadanía
La ceremonia se plantea como un evento laico, sobrio y profundamente simbólico. Aunque aún no se ha determinado la fecha exacta, se espera que tenga lugar en la última semana de octubre, coincidiendo con la efeméride. Se barajan espacios públicos emblemáticos de la ciudad como el Palau de les Arts, los Jardines del Turia o incluso la Plaza del Ayuntamiento, aunque la decisión final se tomará en las próximas semanas.
Será un funeral de Estado con todos los honores, pero también con un carácter participativo. Las familias de las víctimas no solo estarán presentes, sino que tendrán voz. Está previsto que algunos familiares lean manifiestos o cartas, y que se proyecten imágenes y testimonios que recuerden a quienes perdieron la vida y a quienes sufrieron pérdidas materiales y emocionales.
Una promesa de memoria y justicia
La organización del funeral nace de un acuerdo firme entre el Gobierno y los representantes de las víctimas. Ambas partes coinciden en la necesidad de no dejar que la tragedia caiga en el olvido. Más allá del acto en sí, se trabaja para que tenga continuidad en el tiempo, ya sea a través de la creación de un monumento, una jornada conmemorativa anual o iniciativas educativas que expliquen lo ocurrido a las nuevas generaciones.
Desde las asociaciones, se insiste en que el homenaje no debe quedarse en lo simbólico. Quieren que sirva también como recordatorio de todo lo que aún queda por hacer: ayudas que no han llegado, trámites pendientes, promesas incumplidas y, sobre todo, medidas que eviten que una catástrofe similar vuelva a repetirse.
La emoción que se respira en las calles
En los barrios más afectados, la noticia del funeral ha sido recibida con una mezcla de esperanza y emoción. En zonas como Nazaret, Castellar-l’Oliveral o las cercanías del antiguo cauce del Turia, muchas personas todavía reviven con angustia aquellas horas interminables de lluvia, agua y desesperación. Algunos aún están reconstruyendo sus hogares; otros nunca regresaron del todo.
“Será un momento duro, pero necesario”, comentaba ayer una vecina que perdió a su madre en la avenida del Puerto durante la crecida. “Por fin sentimos que alguien reconoce lo que sufrimos”.
Los preparativos del acto ya han comenzado, y se espera una asistencia masiva tanto de autoridades como de ciudadanos anónimos. Valencia volverá a vestirse de luto, pero también de memoria.
Un cierre necesario para muchas familias
Para quienes lo perdieron todo, el funeral no será solo una ceremonia: será una especie de despedida colectiva, una forma de canalizar el duelo que muchos aún no han podido completar. Será también una llamada a la acción, un recordatorio de la vulnerabilidad del territorio y de la importancia de prevenir, invertir y estar preparados.
Valencia será, por unas horas, el corazón del país en su dolor. Un dolor que no se olvida, pero que se puede transformar en recuerdo, respeto y reparación.