Los vecinos de la Roqueta vuelven a denunciar un fin de semana de botellón, peleas y vomiteras

Los vecinos de la Roqueta vuelven a denunciar un fin de semana de botellón, peleas y vomiteras

Los problemas no cesan cada fin de semana para los vecinos del céntrico barrio de La Roqueta en el Cap i Casal. Años conviviendo cada fin de semana con los problemas generados por los clientes de una conocida discoteca de la zona y que les impiden conciliar el sueño cada fin de semana.

Los clientes antes de entrar al local se congregan para agruparse y piensan que están dentro de la discoteca, gritos, ocupación de calzada, fiestas improvisadas en medio de la calle, botellones y las calles usadas como urinario público es la triste realidad de cada fin de semana. Una vez comenzada la sesión de la conocida discoteca, los clientes salen a fumar y de paso beben y orinan en casi cualquier sitio.

Los problemas no cesan cuando salen de la discoteca, ya que las personas fuertemente alcoholizadas no son conscientes de que el resto del barrio está durmiendo y suelen salir gritando y de nuevo despertando a los vecinos.

Un suplicio cada fin de semana

El suplicio continúa cuando por fin ha amanecido y se han ido los clientes más rezagados, las calles del barrio más próximas a la discoteca hacen olor a orín, utilizadas como urinarios por los clientes a la salida para fumar o a la entrada y salida de la discoteca, pero también hay entre los coches y en las aceras restos de botellón, vomiteras, incluso otras evacuaciones mayores… efectuadas por animales y no de cuatro patas.

Es necesario todo un equipo de limpieza en las aceras y en los alrededores, entre los coches y en las principales calles del barrio.

Los vecinos llevan años pidiendo al consistorio municipal su derecho al descanso, y poder disfrutar de sus calles cada mañana del fin de semana sin tener que sortear vomiteras y restos de botellón e ir con la cara tapada.

Las peleas son otra de las consecuencias de grupos de jóvenes y alcohol, una mezcla explosiva que se da cada fin de semana. Piden los vecinos soluciones a años de suplicio soportando no sólo estos hechos sino la marginación del Consistorio Municipal.

Ribó y Sandra Gómez ignoraban estos problemas y a sus vecinos, y con el nuevo consistorio municipal, los vecinos veían un halo de esperanza, pero tras siete meses poco ha cambiado y piden a la actual alcaldesa, María José Catalá que cumpla sus promesas y actúe, porque la paciencia ya hace años que se acabó y ahora piden que se pase de las palabras a los hechos, como tantos otros barrios de Valencia con problemas parecidos, como los de Morvedre en Zaidía o Ciutat Jardí y Honduras. Mucho por hacer tras siete meses de mandato municipal y la paciencia de los vecinos se agota.

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