Hace 25 años, cuando pocos se atrevían a invertir en El Cabañal, un barrio entonces olvidado por muchos, Ampao Mari, vecina de toda la vida, decidió abrir un pequeño salón de estética en una la calle Pintor Ferrándis, un lugar emblemático del barrio y con mucha alma. Lo que comenzó como un proyecto cargado de ilusión y esfuerzo se ha convertido hoy, con Amparo y con Ana, en un referente del barrio y en un símbolo del poder del comercio local.
El salón, conocido como Salón de Belleza “Amparo Mari”, celebra su 25º aniversario con una trayectoria marcada por la constancia, la cercanía con los vecinos, clientes y la apuesta decidida por quedarse, crecer y prosperar sin abandonar sus raíces. De familia cabañalera ha querido poner todo su cariño y sus conocimientos al servicio de sus clientas.
“Muchos me dijeron que estaba loca por abrir aquí. Pero yo sabía que este barrio tenía vida, y, sobre todo, tenía gente con corazón. Apostar por mi barrio fue lo mejor que hice”, cuenta emocionada Amparo Mari que recuerda con la ilusión con la comenzó lo que después sería su gran proyecto profesional que ha ido forjando con mucho esfuerzo y con la compañía y la complicidad de Ana.
Más que Belleza, Comunidad
Durante estos 25 años, el salón no solo ha embellecido a generaciones de vecinas y vecinos, sino que se ha convertido en un punto de encuentro, en un lugar donde la confianza se cultiva día a día, con cada tratamiento, cada conversación, cada sonrisa compartida entre clientas que acaban siendo amigas.
En un mundo cada vez más impersonal, donde las grandes cadenas copan las calles comerciales, negocios como Salón de Belleza “Amparo Marí” demuestran que el comercio de barrio sigue teniendo un valor incalculable: el trato humano, la familiaridad, la permanencia en el tiempo.
“Aquí no eres un número, eres una persona. Yo vengo desde hace 20 años y no lo cambio por nada”, afirma XXX clienta fiel desde los comienzos.
El Valor de Apostar por el Barrio
Cuando Amparo abrió las puertas del salón, El Cabañal atravesaba una época difícil. El abandono institucional y la amenaza de derribos hacían mella en el ánimo del vecindario. Pero su iniciativa fue una de las muchas pequeñas luces que comenzaron a encenderse, contribuyendo a la resistencia y posterior revitalización del barrio.
Hoy, el barrio vive un nuevo despertar, pero es importante no olvidar a quienes estuvieron allí desde el principio, cuando nadie apostaba por él.
“Lo que hace fuerte a un barrio no es solo su arquitectura o su historia, sino su gente, sus comercios, los que han estado siempre y los que creen en él cada día”, reflexiona Amparo Mari, orgullosa de haber sido parte de ese tejido comunitario desde el primer momento.
Celebración con Sabor Local
Para celebrar este aniversario tan especial, el salón ha organizado una jornada de diversión con todas las clientas en la calle. Durante varias horas han podido celebrar todas juntas este aniversario.
Recordar el valor del comercio de proximidad no es solo un acto de justicia, sino una apuesta de futuro. Porque El Cabañal no sería lo que es hoy sin personas como Amparo Mari que hace 25 años apostó por quedarse, por construir y por creer.