Valencia redescubre a Manuel Benedito en su 150º aniversario con una exposición inédita que desvela el alma de sus modelos
Valencia salda una deuda histórica con uno de sus pinceles más virtuosos. Coincidiendo con el 150º aniversario de su nacimiento, el Ayuntamiento de Valencia, en colaboración con el Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana (CMCV), ha inaugurado en el Museo de la Ciudad una ambiciosa exposición antológica dedicada a Manuel Benedito (1875-1963). Bajo el título ‘Manuel Benedito. El pintor y los modelos’, la muestra no solo celebra la figura del que fuera el discípulo predilecto de Joaquín Sorolla, sino que se adentra como nunca antes en la intimidad de su taller, desvelando el complejo proceso creativo que esconden sus lienzos.
La exposición, que podrá visitarse hasta el próximo 29 de marzo de 2026, se presenta como un hito cultural que reúne 65 obras —50 óleos y 15 dibujos— procedentes de instituciones de primer nivel como el Museo del Prado, la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, el Museo Sorolla, la Colección Banco Santander y el propio Museo de Bellas Artes de Valencia, además de los fondos de la Fundación Manuel Benedito y diversas colecciones particulares.
Un diálogo entre el boceto y la obra maestra
Lejos de ser una retrospectiva convencional, el comisario Pascual Masià ha diseñado un recorrido que invita al espectador a ejercer de voyeur en el estudio del artista. La tesis de la muestra gira en torno a la importancia capital que Benedito otorgaba al dibujo y al trabajo del natural, una faceta a veces eclipsada por la soltura de su pincelada final.
Por primera vez, el público podrá confrontar las obras acabadas con sus estudios preparatorios, entendiendo las dudas, las correcciones y la arquitectura interna de cuadros célebres. Este diálogo se hace especialmente vibrante en piezas como ‘El Infierno de Dante’ (Canto VII de la Divina Comedia). De esta obra monumental se exhibe, saliendo por primera vez de la Fundación madrileña, la parte superior del gran díptico que colgaba en el estudio del pintor, acompañada de un epistolario con Sorolla donde ambos maestros debatían sobre la composición de la escena.

Joyas inéditas: del Prado a Concha Piquer
Uno de los grandes atractivos de la muestra es la presentación pública de ‘Autorretrato con la vuelta del trabajo’ (1905). Esta obra, adquirida por el Museo del Prado en 2024 y que había permanecido en manos privadas desde su creación, se exhibe por primera vez ante el gran público, subrayando la vigencia y revalorización de Benedito en el mercado y la historiografía del arte actual.

Sin embargo, el apartado que despertará mayor curiosidad social y artística es el dedicado a los retratos, género en el que Benedito alcanzó la excelencia y una fama internacional que le llevó a inmortalizar a la alta sociedad europea. La exposición saca a la luz una serie de dibujos de desnudos de Concha Piquer que permanecían inéditos. Estos bocetos, junto con el famoso retrato final de la artista que también se expone, evidencian la relación de complicidad y confianza absoluta que se establecía entre el pintor y sus modelos, rompiendo la barrera entre el artista y la musa.
Un homenaje institucional a un «Hijo Predilecto»
El concejal de Acción Cultural y Patrimonio, José Luis Moreno, recordó la profunda vinculación del artista con la capital del Turia. «Manuel Benedito fue nombrado Hijo Predilecto de la ciudad en 1926 y recibió la Medalla de Oro en 1949. Su presencia en el Museo de la Ciudad era indispensable», señaló Moreno, adelantando que la exposición servirá de puente para las celebraciones del centenario de dicho nombramiento el próximo año.

Durante la presentación oficial, la Consellera de Educación y Cultura de la Generalitat Valenciana, María del Carmen Ortí Ferre, subrayó la importancia de la colaboración institucional. Ortí Ferre destacó que la unión de la Generalitat con el Consistorio permite «celebrar una de las épocas doradas de la pintura española a través de una de sus escuelas más brillantes», refiriéndose a la tradición valenciana.

En un análisis de la figura de Benedito, la Consellera remarcó que, si bien el artista «bebió de la luz de Sorolla», fue capaz de desarrollar su propia identidad pictórica, ya que «supo encontrar su propio lenguaje». Esta singularidad le permitió erigirse como un cronista visual de la Belle Époque a través de su extensa producción de retratos, de los que se conocen más de 600.
La etapa holandesa y la plenitud pictórica
El recorrido expositivo culmina con un tercer ámbito dedicado a la producción de Benedito en Holanda hacia 1909. Según el comisario Masià, es aquí donde encontramos a un pintor «en plenas facultades», capaz de sintetizar la tradición española con las atmósferas del norte de Europa. Estas obras, premiadas internacionalmente en su momento, demuestran la versatilidad de un artista que no se conformó con el costumbrismo local, sino que aspiró a una pintura universal.

Con esta exposición, Valencia no solo recupera el legado de uno de sus pintores más internacionales, sino que ofrece una lección magistral sobre el oficio de pintar. Una oportunidad única para redescubrir, más allá de la sombra de Sorolla, la luz propia de Manuel Benedito.


















