La música sufí y las danzas derviches deslumbran en el Palau de la Música
El Palau de la Música de Valencia ofreció ayer un concierto de música sufí y danzas derviches (Ŷinnan Al Ándalus, los jardines de Al-Ándalus), dentro del ciclo “Músicas Religiosas del Mundo”, diseñado por la Fundación Cultural Capella de Ministrers (CdM).
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El grupo Al-Maqam, bajo la dirección y kanún de Aziz Samsaoui y acompañado por Youssef el Houssani, voz y laúd; Fathi Benyakoub, violín; Mouhssine Kouraichi, percusión; Khalid Ahaboune, darbouga y Mohamed Bable, danzas Derviche, completaron el elenco del recital realizado en la sala Joaquín Rodrigo del Palau de la Música de Valencia, con un aforo prácticamente completo.
El repertorio de Yinnan Al Andalus, con un programa en el que se interpretó piezas como “La luna llena apareció ante nosotros” (Qasida tradicional maqam kurd), “Oh, mi Señor, envía paz y bendiciones a tu amado” (Qasida maqam bayati – Al Burda – Al Busayri (1211-1294)), “Oh, el mejor de la creación de Allah” (Muwasshahat de tradición siria maqam sikah) o “La belleza de nuestro Mensajero es como la luna llena” (Qasida de tradición siria maqam bayati), entre otras, fue un auténtico viaje espiritual que nos transportó a los jardines de la Córdoba Califal, de Granada, de nuestra querida Balansiya o del Norte de África, con la belleza de sus melodías y letras.
La palabra Yinnan, (jardines), además de su significado terrenal, tiene un sentido claramente espiritual. Yinnan también significa “corazón” y “alma”. “Dios es bello y ama la belleza” y el sufismo es el camino del amor, enfocado en la pureza y la sabiduría al cultivar el corazón y en amar y desear el bien al prójimo. Un sufí es alguien con los pies en la tierra y con la cabeza en el cielo, que se basa en la armonía, en la belleza y en el amor, creciendo espiritualmente en la unidad con Dios y su Creación, abarcando todo, todos y el universo.
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La hipnótica danza derviche de Mohamed Bable
Acompañado por música y los instrumentos del grupo Al-Maqam, Mohamed Bable ejecutó de manera magistral esta danza-meditación, tradicional de Siria, Turquía y Egipto.
En la ceremonia, conocida como Sema, el derviche gira sobre sí mismo, en el sentido contrario de las agujas del reloj, con los brazos extendidos, simbolizando la ascensión hacia la verdad y la perfección, Durante el baile, experimentan un viaje espiritual que alza su alma a Dios, los hace madurar y los hace avanzar en el camino de la vida.
Una representación de un viaje místico de desarrollo espiritual en el que el movimiento de la mano derecha se extiende hacia arriba con la palma apuntando hacia el infinito, mientras que la mano izquierda apunta al suelo. El derviche se convierte en un mediador entre el cielo y la tierra.
Mohamed Bable apareció en sus primeras danzas con una túnica blanca, cuya pureza blanquea el alma del derviche, y con el gorro cónico, que representa el control del pensamiento, canaliza a través de sus giros y posiciones lo que Dios quiere transmitir al mundo. La velocidad aumenta a medida que el viaje avanza, las manos tornan en cruz y finalmente se llega al éxtasis del rito.
En su última danza, llevó una túnica mucho más colorida, característica de los derviches egipcios, que estaba adornada con luces y que convirtieron el espectáculo de los giros que ejecutaba Bable en algo completamente hipnótico, arrancando una gran ovación y los aplausos de unos asistentes entregados.
Un programa muy completo que duró algo más de setenta y cinco minutos y que dejó ampliamente satisfechos a un público que disfrutó de la música sufí y de las danzas derviches.
