La Solución Sur, también conocida como el Plan Sur de Valencia, cambió para siempre la configuración urbana y natural de la ciudad. Esta obra de ingeniería hidráulica permitió desviar el río Turia fuera del núcleo urbano tras la devastadora riada de 1957. Sin embargo, sus impactos alcanzaron mucho más allá de lo previsto, reconfigurando el entorno, el crecimiento de Valencia y su relación con la huerta.
Un poco de historia: La amenaza constante del Turia
Desde tiempos antiguos, la ciudad de Valencia había lidiado con las violentas crecidas del río Turia, cuyo cauce, aunque fundamental para la vida agrícola y urbana de la región, también era fuente de riesgo e inundaciones. Las cuencas mediterráneas, como la del Turia, son propensas a fenómenos de lluvias torrenciales, lo que en Valencia derivó en episodios de riadas importantes, como las de San Miguel, San Martín y la más recordada: la gran riada de octubre de 1957.
Esta última inundación alcanzó proporciones devastadoras. En cuestión de horas, la ciudad quedó sumergida bajo las aguas, con un saldo trágico de muertes, daños materiales y un impacto emocional duradero en la comunidad. Con el río desbordado y las calles inundadas, la situación se convirtió en una crisis humanitaria que llevó al gobierno de Francisco Franco a actuar con urgencia.
El Plan Sur: la decisión histórica de reconfigurar Valencia
Las soluciones planteadas: tres propuestas ambiciosas
En 1957, después de la riada, se estudiaron tres posibles soluciones para reducir el riesgo de inundaciones en Valencia:
- Solución Norte: desviar el río hacia el norte, redirigiéndolo al barranco de Carraixet.
- Solución Centro: mejorar el cauce urbano actual con un embalse en Villamarchante.
- Solución Sur: desviar el cauce hacia el sur de Valencia, cruzando por la huerta hasta su desembocadura en el mar Mediterráneo.
Finalmente, el gobierno se decidió por la Solución Sur, la opción más ambiciosa y costosa, que implicaba un esfuerzo monumental de infraestructura para excavar un cauce nuevo de casi 12 kilómetros desde Cuart de Poblet hasta Pinedo.
El 22 de julio de 1958, el Consejo de Ministros aprobó oficialmente el Plan Sur. La construcción fue adjudicada a una unión de empresas, y los trabajos comenzaron en 1965, prolongándose hasta 1973. La obra se financió mediante una inversión estatal del 75%, mientras que el Ayuntamiento de Valencia y la Diputación de Valencia asumieron el resto, a menudo mediante impuestos y sobretasas en la región metropolitana.
La obra: desarrollo y complejidades técnicas del nuevo cauce
Diseño y construcción del cauce
El cauce del nuevo Turia fue diseñado en tres tramos, con características hidráulicas específicas para evitar erosión y facilitar el flujo de agua. La obra demandó la instalación de diversas estructuras, tales como:
- Azud del Repartiment: ubicado al inicio del nuevo cauce, con el propósito de distribuir el agua hacia las acequias de la Vega de Valencia.
- Azud de Chirivella: construido para disminuir la cota del cauce y controlar la erosión del fondo.
En cuanto a los puentes, inicialmente se proyectaron diez, pero posteriormente se añadieron más para dar servicio a las nuevas autovías, la línea de alta velocidad Madrid-Valencia y las infraestructuras urbanas que crecieron con el tiempo. Entre ellos destacan los puentes de Cuart de Poblet a Mislata, el puente de la V-30 hacia el puerto y otros cruces estratégicos para el tráfico.
Los costos de la gran obra y sus impactos económicos
El Plan Sur se convirtió en una de las intervenciones más caras del momento. Los 7.000 millones de pesetas destinados al proyecto, comparables en su tiempo al costo de otras megaobras nacionales como la construcción de la M-30 en Madrid, se sufragaron en gran parte a través de medidas impositivas que incluyeron un timbre especial en la correspondencia y sobretasas sobre servicios municipales.
Para la ciudadanía, estos gravámenes, aunque necesarios para financiar el proyecto, resultaron altamente impopulares, especialmente en áreas urbanas y en la propia capital.
Las consecuencias urbanísticas y medioambientales
Un nuevo límite urbano y la expansión de Valencia
Con el desvío del Turia hacia el sur, la configuración urbana de Valencia cambió radicalmente. El nuevo cauce marcó un límite físico para el crecimiento de la ciudad hacia el sur, mientras que la trama urbana comenzó a expandirse en dirección a la nueva barrera natural. En lugar de extenderse hacia el noroeste, como se había previsto inicialmente, Valencia inició un crecimiento hacia el sur, lo cual implicó la pérdida de grandes áreas de huerta.
Las zonas agrícolas del sur de Valencia, ricas en biodiversidad y patrimonio agrario, fueron las más afectadas por el Plan Sur. Esta pérdida de terrenos agrícolas productivos es considerada uno de los mayores costos medioambientales del proyecto.
Efectos sobre la huerta y la transformación del paisaje
El nuevo cauce del Turia y su infraestructura asociada marcaron el primer gran impacto en la huerta de Valencia. Esta intervención supuso la eliminación de hectáreas de cultivos y una transformación completa de lo que alguna vez fue una de las zonas más fértiles y características de la región. Además, el canal actúa como una barrera que separa la ciudad de sus antiguas pedanías, generando una división física y simbólica.
Para los habitantes, la desaparición de la huerta en ciertas áreas significó una pérdida cultural y un distanciamiento con su pasado agrícola. Asimismo, el proyecto influyó en la economía local, transformando áreas rurales en zonas industriales y residenciales.
El legado del Plan Sur: un cambio para la modernidad
La conexión con la modernización de Valencia
Aunque controvertido, el Plan Sur fue visto en su época como una solución innovadora que llevaría a Valencia hacia la modernidad. La intervención convirtió a la ciudad en un ejemplo de reconfiguración urbana, atrayendo a nuevos habitantes e inversiones en la zona industrial del sur. Este crecimiento se dio, sin embargo, de manera desordenada y a menudo desconectada de los valores medioambientales y patrimoniales, generando un desarrollo que priorizó lo funcional sobre lo ecológico y cultural.
El antiguo cauce: de corredor fluvial a parque urbano
Uno de los legados más duraderos del Plan Sur es la conversión del antiguo cauce del Turia en el conocido “Jardín del Turia”. Desde su cierre como cauce fluvial en 1973, este espacio se transformó en un extenso parque urbano, que ofrece áreas recreativas, deportivas y culturales. Actualmente, el Jardín del Turia es uno de los pulmones verdes de la ciudad, visitado tanto por valencianos como por turistas, y un referente de cómo una infraestructura abandona su función inicial y se adapta a las necesidades cambiantes de la sociedad.
Reflexiones finales: El Plan Sur y la identidad de Valencia
El Plan Sur cambió la relación entre Valencia y el Turia, y aunque permitió el desarrollo urbano y la modernización de la infraestructura de la ciudad, también dejó cicatrices. Las barreras físicas y emocionales generadas por el desvío del río son reflejo de las tensiones entre desarrollo urbano, sostenibilidad y tradición que persisten en la Valencia contemporánea. La desaparición de áreas de huerta y la urbanización masiva son temas que, aún hoy, suscitan debate y reflexión en torno al equilibrio entre la conservación y el crecimiento.
El Plan Sur es, en última instancia, un recordatorio del poder transformador de las obras de ingeniería y la necesidad de planificar pensando en el impacto a largo plazo, no solo en términos de infraestructura, sino también en el tejido social y ambiental. Valencia ha sabido adaptarse y convertir las limitaciones de este proyecto en oportunidades, y el Jardín del Turia es testimonio de ello. Sin embargo, la pregunta de si el desarrollo y el progreso deben implicar sacrificios de patrimonio, identidad y medio ambiente sigue siendo un tema crucial para la ciudad y sus habitantes.