La Comunitat Valenciana lidera el ranking del endeudamiento autonómico con un 40,7% del PIB, mientras el Estado debate si condonar parte de la deuda… o mirar hacia otro lado.
Ah, la Comunitat Valenciana. Tierra de sol, paella, mascletàs y… deuda, mucha deuda. En un panorama económico donde las cifras bailan con alegría o lloran de dolor según se mire el balance, la Comunitat ha decidido destacarse no por sus playas ni su horchata, sino por liderar con firmeza el nada prestigioso podio de las autonomías más endeudadas de España. Sí, señoras y señores, estamos hablando de 60.332 millones de euros. Lo que se dice una cifra “redonda”, si por redonda entendemos una bola de demolición financiera que sigue rodando cuesta abajo.
Y no es que sea un caso aislado: junto a ella, otras once comunidades también decidieron que el rojo es el nuevo negro, incrementando sus deudas en 2024. Pero ninguna, ninguna como Valencia, que ha elevado su endeudamiento hasta representar un glorioso 40,7% de su Producto Interno Bruto. En otras palabras, por cada euro que se genera aquí, casi medio ya está hipotecado. Vamos, que la Generalitat tiene la tarjeta de crédito al límite… y aún así pide otra.
El contexto: deuda para todos, pero no todos por igual
El Banco de España, siempre tan discreto en sus revelaciones, ha publicado que la deuda pública del país cerró 2024 en nada menos que 1,621 billones de euros. Un bonito número con muchos ceros, acompañado por un dato curioso: aunque creció un 2,9%, el peso sobre el PIB bajó hasta el 101,8%, gracias (en parte) al crecimiento económico. Sí, esos malabarismos contables que solo entienden los economistas o los magos de Las Vegas.
Dentro de este panorama de montaña rusa financiera, algunas regiones como Navarra, Galicia, Cantabria, Baleares y Asturias lograron reducir su deuda. Felicidades para ellos, supongo. Pero el resto —entre los que se encuentran gigantes como Madrid, Cataluña, Andalucía y, por supuesto, nuestra querida Comunitat Valenciana— han seguido cavando su agujero particular.
Y todo esto, mientras en los despachos de Madrid se cocina a fuego lento un plan para condonar parte de la deuda autonómica. Ojo, no es cualquier condonación: hablamos de hasta el 20% del Fondo de Liquidez Autonómico (FLA), un caramelito político que el PSOE pactó con ERC a cambio de asegurar la investidura de Pedro Sánchez.
El plan Montero: condonar o no condonar, esa es la cuestión
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, no ha querido dejar a nadie sin su pedazo de pastel. Según explicó con su ya habitual tono de “todo está bajo control aunque se esté quemando el edificio”, este acuerdo con Cataluña podría extenderse al resto de comunidades.
El plan es ambicioso (por no decir temerario): más de 80.000 millones de euros asumidos por el Estado para aliviar las espaldas de las regiones. El Consejo de Política Fiscal y Financiera le dio su bendición técnica, aunque las comunidades del PP optaron por abstenerse o directamente ausentarse. Ya saben, eso de “si no me invitan al banquete, no llevo postre”.
La idea es redactar una ley orgánica que formalice este acuerdo, lo cual, como siempre, requiere la aprobación del Parlamento. Y ahí es donde el drama se intensifica: partidos divididos, comunidades enfrentadas, y en medio, la eterna pregunta: ¿por qué todos tenemos que pagar las malas decisiones de algunos?
Valencia, la más endeudada del reino
Volvamos a lo que nos interesa (aunque nos duela). En 2024, la Comunitat Valenciana se coronó como la región más endeudada en relación a su PIB. Sí, más incluso que Cataluña, con sus eternos líos financieros y políticos. En cifras absolutas, la lista negra de la deuda la encabezan:
- Cataluña: 89.035 millones de euros
- Comunitat Valenciana: 60.332 millones
- Andalucía: 40.529 millones
- Madrid: 37.260 millones
Estas cuatro regiones acaparan dos tercios de toda la deuda autonómica. La culpa, dicen algunos expertos (y políticos que intentan justificar lo injustificable), es demográfica. Más población, más gasto, más necesidades, más endeudamiento. Claro. Y si le sumamos décadas de infrafinanciación estructural, pues el cóctel ya está servido.
Pero la realidad es otra: la Comunitat Valenciana arrastra una gestión financiera deficiente desde hace décadas, con presupuestos inflados, proyectos faraónicos y una incapacidad crónica para cuadrar las cuentas sin recurrir al FLA como si fuera un cajero automático personal.
Las comunidades que sí ahorran (y las que fingen que lo intentan)
Mientras tanto, en la otra cara del espejo, comunidades como Navarra (10,3%), Canarias (11,4%), País Vasco (11,6%) y Madrid (12%) muestran unos niveles de deuda envidiables. Sí, es verdad, cada una con su modelo fiscal particular (hola, concierto económico vasco), pero ahí están, sin tener que mendigar cada fin de año.
Y luego están las que, como Castilla-La Mancha (29,1%) o Murcia (31,5%), van pisándole los talones a la Comunitat Valenciana en la carrera por ver quién puede endeudarse más sin que salten todas las alarmas de Bruselas.
Ayuntamientos: los pequeños también lloran
No solo las comunidades tienen problemas de cartera. Las corporaciones locales, esos ayuntamientos que todos conocemos y sufrimos, también han tenido lo suyo. Los municipios de más de 300.000 habitantes cerraron 2024 con una deuda combinada de 5.374 millones de euros, apenas 22 millones más que el año anterior.
En esta categoría, Madrid sigue siendo el líder del endeudamiento con 1.943 millones, seguido por Barcelona (1.390) y Zaragoza (568). Pero la buena noticia es que Valencia logró disminuir su deuda. Sí, en serio. No mucho, pero lo suficiente para al menos no quedar en evidencia… esta vez.
Eso sí, en el otro lado están Alicante, Barcelona, Bilbao, Málaga, Palma y Sevilla, que decidieron que endeudarse un poco más no les vendría mal. Porque total, ¿quién está mirando?
¿Y ahora qué? El futuro de la deuda valenciana
La gran incógnita es qué pasará si finalmente se aprueba la condonación parcial de la deuda. ¿Será un alivio real para la Comunitat Valenciana? ¿O solo una tirita para una herida que requiere cirugía mayor? Porque lo cierto es que, más allá de los números, lo que se necesita es una reforma seria del sistema de financiación autonómica, una que no dependa de pactos coyunturales ni de favores cruzados entre partidos.
La Generalitat lo ha dicho por activa y por pasiva: la Comunitat Valenciana es la peor financiada del país. Y aunque esto es cierto, también lo es que la gestión presupuestaria deja mucho que desear. No se trata solo de cuánto dinero entra, sino de cómo se gasta.
¿Una solución o un parche?
¿De verdad vamos a solucionar el problema estructural del endeudamiento valenciano con una condonación puntual? ¿O simplemente estamos comprando tiempo para que el siguiente gobierno (o el siguiente titular de Hacienda) se coma el marrón? Porque si no se acompaña esta medida de una revisión profunda del sistema fiscal, el ciclo se repetirá.
Y mientras tanto, la deuda sigue creciendo, los intereses se acumulan, y los ciudadanos —esos que pagan impuestos, pero no tienen voz en las negociaciones parlamentarias— siguen viendo cómo sus servicios públicos se resienten, cómo sus impuestos no se traducen en mejoras, y cómo los números rojos parecen más un castigo eterno que una circunstancia pasajera.