Conocí a Iván cuando mi hijo estudiaba en el conservatorio de danza. Era uno de esos personajes que parece estar en todas partes al mismo tiempo, siempre dispuesto a ayudar, a organizar, a proponer. Lo mismo se encargaba de montar la escenografía de una función que de preparar una charla sobre arte inclusivo o de coordinar un taller de expresión corporal para niños con diversidad funcional. En fin, el perejil de todos los guisos.
Iván tenía una ideología progre absoluta. Era de esos que no dejaban pasar una sin corregirte con argumentos bien intencionados, aunque a veces algo dogmáticos. Hablaba de feminismo con convicción, cuestionaba el sistema con fervor y le encantaba agitar las aguas, romper moldes, desafiar lo establecido. Yo no sé si estaba afiliado a Podemos, pero parecía reunir todos los requisitos para estar en ese partido: feminista, antisistema y rompedor, casi como salido de un cartel electoral alternativo.
Además, era muy emprendedor. Un día, sin que yo lo esperara, me propuso buscar ayudas europeas para llevar funciones al extranjero. Le entusiasmaba la idea de abrir horizontes, de internacionalizar el arte, de tender puentes culturales. No era solo teoría: colaboró en muchos espectáculos y grupos de teatro, dejándose la piel en cada proyecto, contagiando su entusiasmo a quienes le rodeaban.
Su vestimenta era otro emblema de su personalidad. Lucía pelos de muchos colores, no tenía reparo en vestir faldas y transmitía una imagen gay muy desenvuelta, con una naturalidad que desarmaba. De hecho, parecía un chico homosexual moderno, siempre rodeado de amigas bailarinas, con quienes compartía risas, confidencias y ensayos interminables. Iván era una presencia luminosa, irreverente y magnética, imposible de ignorar.
De aquí la gran sorpresa al descubrir, mediante un mensaje de denuncia, que Iván es presuntamente el violador que ha tenido a las mujeres de Valencia en jaque durante el último año y medio, con más de 17 ataques nocturnos a muchachas indefensas, y que ha sido detenido por la policia después de un atento seguimiento que parecí imposible. Esta es la realidad que nos ha golpeado de frente y que le ha golpeado a él mismo.
Los medios de comunicación han silenciado misteriosamente la impecable biografía progresista de Iván. Yo la puedo atestiguar, y no salgo de mi asombro de que aquella persona tan comprometida pudiera llegar a transformarse de una manera tan brutal por la noche, al estilo del doctor Jeckyl y Mister Hyde. Hay un rasero de medir distinto. Si el chico hubiera sido de extrema derecha se hubiera aprovechado para cargar contra el enemigo, y se hace un flaco favor a la extrema izquierda al no querer hacer autocrítica de lo que ha sucedido.
Ahora casa un poco todo. Ese trabajo admirable al lado de bailarinas recuerda un poco la estrategia de Alfredo Landa en la pelicula “No desearas al vecino del quinto”. Se acercaba a las mujeres y se mimetizaba con hechas porque las deseaba. Yo creo que el wokismo provocó que él mismo no entendiera a si mismo.
Si ya en los dirigentes izquierdistas denunciados por acoso sexual encontramos la hipocresía de la nueva casta antisistema con esos dirigentes tan autoritarios y tan despreciativos con los derechos de la mujer, en este caso de militante de base vemos los estragos que ha causado esta guerra de sexos promovida desde arriba.
Fotografías compartidas en redes sociales por el «presunto» violador
Una cosa es el castigo justo de los delitos sexuales. Otra cosa, muy aberrante, es la utilización política de estos casos. Se ha publicitado tanto el asunto de los violadores que hasta los militantes de base han caído en la tentación de perpetrar lo que tanto se ha prohibido. Esta continua presencia social de la violencia lo que hace es promover más violencia.
Hay protocolos informativos que procuran hablar lo menos posible de los suicidios, precisamente para no impulsar más abundancia de suicidios. Debería hacerse lo mismo con esta lacra. Esto no quiere decir que no se persiga y castigue el acto, sino que no se le dé tanta promoción.
Para mi Iván es víctima de sus próximas contradicciones. Parece ser que él mismo ha confesado la comisión de los delitos. Ojalá que esto le ayude cambiar profundamente. Porque la otra víctima colateral, aparte de las víctimas directas, es la madre del bailarín, una mujer que debe estar sufriendo lo indecible.
Iván tenía un futuro lleno de retos como artista. Se había ganado nuestro respeto y admiración. Ahora él mismo ha hundido este porvenir creativo de una manera cruel, estúpida e irracional. Ojalá recupere algo de lo que fue ese recuerdo de un artista prometedor. Si se reconoce culpable es que será culpable, pero hay muchos más culpables en este drama que le ha robado de golpe su juventud y sus expectativas de vida.