VALENCIA, 24 ABR. – El Ayuntamiento de Valencia ha culminado la retirada de más de 3.500 vehículos dañados por la DANA en los asentamientos provisionales habilitados en las pedanías de La Torre, Castellar-l’Oliveral y Horno de Alcedo. Las zonas, clausuradas y ya limpiadas, formaron parte del dispositivo municipal tras las devastadoras inundaciones del pasado otoño.
El plan, activado hace meses, ha contado con la participación activa de la Policía Local, que se encargó de identificar y catalogar individualmente cada vehículo para su traslado a zonas habilitadas. La gestión fue reforzada con una página web específica y un servicio de atención ciudadana —tanto presencial como telefónico— que permitió a los propietarios localizar y recuperar sus vehículos.
“Recuperar el espacio público y garantizar la seguridad era una prioridad”, explicó el concejal de Seguridad Ciudadana, Jesús Carbonell, quien destacó también la colaboración con empresas de tratamiento de residuos para asegurar una retirada respetuosa con el medio ambiente.
De las calles al desguace
Mientras muchos vehículos fueron recuperados por sus propietarios, el resto ha sido trasladado a desguaces autorizados de la Comunitat Valenciana por medios municipales. Actualmente, los últimos coches y motocicletas dispersos aún están siendo retirados, poniendo fin a una de las tareas logísticas más complejas tras el desastre climático.
Ayudas: 90% de solicitudes aprobadas
En paralelo, la Generalitat ha comunicado que ya ha resuelto favorablemente el 90% de las solicitudes de ayudas urgentes por pérdida de vehículos en la riada. En total, se han abonado más de 148 millones de euros, con Paiporta, Catarroja y Algemesí como las localidades con mayor volumen de beneficiarios.
El plazo de solicitud finalizó el 28 de febrero con casi 87.000 peticiones recibidas, de las cuales más de 78.300 ya han sido aprobadas y pagadas a través de la Agencia Tributaria Valenciana (ATV).
Balance final:
La rápida actuación institucional, sumada a la colaboración ciudadana, ha permitido cerrar un capítulo clave de la emergencia post-DANA. Pero la experiencia deja también una enseñanza para el futuro: la necesidad de infraestructuras resilientes, planes de emergencia coordinados y atención continua a las víctimas de fenómenos climáticos extremos.


















