Por el Observador Sarcástico del Clima Desatendido
Introducción: El Poyo como cabeza de turco
Durante meses, el barranco del Poyo fue el villano oficial de la DANA del 29 de octubre de 2024. Las culpas, las miradas, los gráficos con flechas rojas y titulares como “El Poyo se desborda” lo situaban como el epicentro de la tragedia que dejó 228 muertos en la provincia de Valencia. Pero, ¡oh, sorpresa! Un nuevo informe realizado por la Universitat de València, AEMET y AVAMET viene a romper el relato oficial con datos, mapas y algo aún más revolucionario: sentido común.
Porque, como indica el estudio, la culpa no fue del Poyo. Ni exclusivamente. Ni principalmente. Ni de lejos.
Los “hermanos pequeños” que nadie miraba
Según el informe, los barrancos de Horteta y Gallego, modestos afluentes del Poyo y hasta ahora tratados como meros secundarios en la tragedia, fueron los verdaderos protagonistas del desastre. Llueve sobre mojado, y nunca mejor dicho: las precipitaciones intensas comenzaron en Horteta y Gallego una hora antes que en el Poyo. Pero, al no contar con sensores ni vigilancia, nadie lo supo hasta que el agua ya estaba golpeando puertas, ventanas y vidas.
¿Y por qué no se detectaron? Porque los caudalímetros estaban instalados río arriba, en puntos donde no se captaba el aporte de estos dos barrancos. Es decir, se medía el agua… donde no caía.

Hipótesis 1 y 2: Elige tu propia tragedia
El informe presenta dos posibles escenarios, ambos dignos de guion de thriller meteorológico:
- Hipótesis A: Horteta, Gallego y el tramo bajo del Poyo se sincronizan como una orquesta desafinada, provocando un colapso súbito.
- Hipótesis B: Horteta se desborda primero, Gallego lo sigue, y después el Poyo intenta salvar los muebles… pero ya es tarde.
En ambos casos, lo único claro es que el culpable no fue exclusivamente el Poyo, por más titulares que se hayan redactado para convertirlo en el malo de la película.
¿Dónde estaban los sensores? En otro lado. ¿Y los guardas? También.
Aquí llega la parte más entrañable del relato: a las 15:00 horas del día de la catástrofe, se decidió suspender la vigilancia en las zonas afectadas. Sí, justo cuando los satélites meteorológicos parecían emitir luces de emergencia, las autoridades decidieron que todo estaba controlado. Fin de la jornada. Buen trabajo, equipo. A merendar.
Pero no solo eso: también se retiró a los agentes forestales y a los bomberos de sus puestos de observación en el entorno del barranco del Poyo. La excusa oficial fue que el caudal había descendido. Ya sabes, como si las DANAs fueran educadas y respetaran los turnos laborales.
Y luego llegaron las medallas
Pasadas unas semanas, el Gobierno valenciano —en un gesto de magnanimidad institucional— condecoró a los agentes forestales por su trabajo en la DANA. Detalle menor: muchos de ellos actuaron por su cuenta, sin apoyo logístico ni respaldo oficial, y en algunos casos utilizando sus propios vehículos y medios. Porque cuando la administración se retira, el compromiso personal se convierte en el último dique de contención.
Nada dice “gracias por salvar vidas pese a que no os hicimos caso” como una medallita, una foto y un titular en prensa.
Responsabilidades que se disuelven con la lluvia
El informe no solo aclara lo sucedido: también señala responsabilidades concretas, como la Generalitat Valenciana, que no instaló sensores ni activó medidas adecuadas de vigilancia en los barrancos clave. Esto ha levantado serias dudas sobre la gestión de la emergencia y sobre si lo que falló no fue tanto la lluvia como la prevención.
Como era de esperar, el torrente de excusas no ha parado desde entonces: que si fue un fenómeno inesperado, que si la naturaleza es imprevisible, que si no se podía haber hecho nada más… Pero el informe lo deja claro: sí se podía.
Conclusión: Si no lo ves venir, no es culpa tuya. O sí.
La DANA del 29 de octubre de 2024 será recordada como una tragedia climática… y administrativa. Un caso de estudio sobre cómo la falta de vigilancia, la retirada prematura de equipos y la ausencia de responsabilidad institucional pueden ser tan devastadoras como una tormenta de 3.500 m³/s.
Ahora que sabemos que el Poyo no fue el principal culpable, quizá sea hora de dejar de buscar barrancos a los que culpar y empezar a mirar hacia arriba. No al cielo, sino a los despachos.
Hallazgos del Informe de la Universitat de València, AEMET y AVAMET:
1. Precipitaciones Intensivas en Barrancos Secundarios:
- Las lluvias comenzaron con gran intensidad en las cuencas de Horteta y Gallego al menos una hora antes que en las cabeceras del Poyo.
- Estas precipitaciones no fueron registradas por los caudalímetros existentes, ya que estos barrancos desembocan en el Poyo aguas abajo del punto de medición oficial.
2. Hipótesis sobre la Riada:
- El estudio plantea dos posibles escenarios:
- Coincidencia de picos de caudal de Horteta, Gallego y la parte baja del Poyo.
- Desbordamiento sucesivo: primero Horteta, luego Gallego y finalmente el Poyo.
- En ambos casos, se concluye que las cabeceras del Poyo no fueron las principales responsables del desastre. El País
3. Falta de Vigilancia y Medición:
- La ausencia de sensores y medidores de caudal en los barrancos de Horteta y Gallego impidió una detección temprana del aumento del caudal.
- Además, la vigilancia en estas zonas se suspendió a las 15:00 horas del día del desastre, bajo la suposición de que el riesgo había disminuido.
🏛️ Implicaciones y Responsabilidades:
- El informe destaca que la falta de monitoreo en las cuencas de Horteta y Gallego, responsabilidad de la Generalitat Valenciana, fue un factor determinante en la tragedia.
- Esta omisión ha llevado a cuestionar la gestión de la emergencia por parte de las autoridades autonómicas.
📊 Datos Clave:
Parámetro | Valor |
---|---|
Precipitaciones máximas registradas | 772 l/m² en Turís |
Altura máxima del agua | 15,4 metros en Torrent |
Caudal máximo estimado | Hasta 2.800 m³/s en el Poyo |
Zonas sin sensores de caudal | Barrancos de Horteta y Gallego |