En la historia de los pontificados, hay momentos que quedan grabados en la memoria colectiva: la primera vez que un nuevo Papa se asoma al balcón del Edemós y pronuncia sus primeras palabras al mundo. El pasado 7 de mayo, el recién elegido Papa León XIV salió a la logia central de la Basílica de San Pedro, ante una Plaza y un planeta expectantes, para ofrecer un mensaje que, sin estridencias, fue profundamente simbólico, cargado de intención y esperanza.
🕊️ “La paz esté con ustedes”
Con esta frase sencilla, pero inmensa, inició su pontificado. No eligió presentaciones ni agradecimientos ceremoniales. Eligió las palabras del Cristo resucitado, ese “shalom” que, más que un saludo, es una proclamación de sentido. En ese gesto se encierra toda una declaración: el Papa León XIV se propone como continuador del mensaje evangélico más puro, despojado de poder, lleno de compasión.
Desde el primer segundo, marcó el tono de lo que podría ser su ministerio: una Iglesia de paz, humilde, cercana.



✝️ “Este es el saludo del Cristo resucitado”
El nuevo pontífice no se erige como figura autoritaria, sino como pastor entre pastores. Se sitúa en línea directa con el Buen Pastor que “ha dado la vida para Dios”, subrayando así su voluntad de servicio. La elección de palabras fue medida y significativa: “hermanos y hermanas queridísimos”, “el saludo entre en vuestros corazones”, “llegue a vuestras familias”. El lenguaje no fue diplomático, fue pastoral, fraternal y profundamente humano.
No es casual que aluda repetidamente a la paz. Pero no a una paz institucional o abstracta, sino a lo que él llama una “paz desarmada y desarmante”. Un juego de palabras que condensa toda una visión del mundo: no basta con renunciar a las armas, hay que practicar una paz que desarma incluso los corazones endurecidos.
🙌 El legado de Francisco, muy presente
El momento más emotivo llegó cuando el nuevo Papa recordó la voz “débil pero valiente” de su antecesor, el Papa Francisco. Fue un reconocimiento sencillo, casi íntimo, pero de enorme potencia simbólica. En ese instante, el pontificado de León XIV no comenzó desde cero, sino desde una herencia clara, la de un pastor que habló con gestos, silencios y acciones mucho más que con doctrinas.
Al decir: “Permítanme seguir esa bendición”, León XIV se coloca no por encima de Francisco, sino a su lado, como discípulo de un pontificado de cercanía, de periferias y de misericordia.
🌉 Una Iglesia que construya puentes
Más allá de los gestos y las palabras iniciales, su discurso insistió en el diálogo, la unidad, y la misión de “construir puentes”. Frente a un mundo crispado, polarizado y herido, el nuevo Papa propone algo tan contracultural como la empatía: encontrarse, escucharse, comprenderse.
También se dirigió especialmente a su diócesis de Chiclayo, en Perú, en un gesto de gratitud que volvió a mostrar su talante humilde y agradecido. Recordó su vocación agustiniana con una frase clásica: “Con vosotros soy cristiano, por vosotros soy obispo”, síntesis perfecta de su visión del servicio episcopal.
🛐 Una bendición para el mundo
El acto concluyó con la tradicional bendición “urbi et orbi” (a la ciudad y al mundo), donde León XIV ofreció la indulgencia plenaria en latín, siguiendo la forma solemne que une lo antiguo y lo nuevo, lo eterno y lo presente.
Y así, sin alzar la voz, pero con palabras que tocaron el alma de muchos, comenzó el pontificado de un hombre que parece decidido a desarmar el mundo con la fuerza tranquila de la paz.
📰 ¿Qué esperas de León XIV? ¿Será el Papa de la reconciliación, del diálogo, de los puentes? Te leemos en los comentarios.