La alcaldesa de Valencia, María José Catalá, ha hecho público su satisfacción de que ha bajado un 13% la llegada de cruceristas al puerto de Valencia desde que ella y el periodista que le lleva el bolso proclamaran que no quieren cruceros, porque contaminan y porque no quieren cantidad, sino calidad.
La Catalá no deja de sorprendernos todos los días con alguna “salida de tono”, con que lo único que consigue es demostrar que no tiene nivel, ni altura para gobernar la ciudad de Valencia, menos la banda que la rodea. A los políticos generalmente no les gusta que sus asesores sepan más que ellos y se los buscan flojos, aduladores y serviles para que nadie brille más que ellos.
La alcaldesa Catalá lleva una cruzada personal contra el turismo y los cruceros que suena mucho a influencias de Compromís. El PP debería examinar esa extraña postura de la torrentina, si alguien muy cercano a ella le está laminando la ideología de partido y perjudicando los intereses de los que la auparon al poder por la simple casualidad de la visita a un dentista.
¿Es malo para Valencia que vengan muchos turistas y megacruceros?
Ella y el equipo de machucambos que pastosamente la rodean dicen que sí. Los megacruceros contaminan -afirma la de la tierra del chocolate-. Entonces tendremos que cerrar el puerto a los megaportacontenedores. Acabar con el dinamismo exportador valenciano.
Le preocupa a la alcaldesa la contaminación del mar y tiene la ciudad a reventar de gases por los vehículos que la atraviesan día y noche sin cesar. ¿Qué hacemos con esa contaminación? ¿Qué hacemos con la contaminación del aeropuerto, lo cerramos también, prohibimos que vengan aviones?. Ella misma no se apea del coche oficial, cual engreída princesa, en vez de utilizar el metro o el bús, ir a pie, dar verdadero ejemplo de ecologista.
Maria José Catalá se está alineando con la turismofobia. Va en contra de los intereses turísticos de la ciudad de Valencia, ahora que ya estamos en el mapa del mundo. Se alegra de que haya descendido el turismo en Valencia y es tan “inteligente” que se apunta el tanto, como si quisiera hacer méritos ante sus adversarios políticos, ganarse una credibilidad que no tiene ni tendrá nunca.
No se percata ella ni la banda de pífanos que le rodea que lo descerebrado de su actitud daña a Valencia, su economía, su comercio, su hostelería, sus servicios, su imagen, su puerto,… La alcaldesa está meando fuera de tiesto y ha hablado por su cuenta sin pulsar siquiera la opinión de todos los sectores a los que el turismo beneficia.
De hecho, la imagen de Valencia con la #DANA sí que ha resultado muy dañada turísticamente. Ya no se ven aglomeraciones de turistas por la calle, tal vez creyéndose en el exterior que las inundaciones han sido en la ciudad. La #DANA le ha terminado de hacer la faena a la alcaldesa contra el turismo. Debe estar feliz ella y su rupestre, oráculo y consejero áulico de prensa. Toda una victoria, un triunfo para la ciudad. Por cierto, vaya a pie la Catalá por las pedanías afectadas por la Dana y verán lo que piensan allí de ella los contaminados por el barro.
Gracias a los desatinos de la alcaldesa y quien le sugiere y escribe las gracias, las grandes compañías de cruceros han comenzado a organizar sus nuevos programas buscando nuevos destinos, de Valencia se desviarán a Barcelona, que tiene ocho muelles para atraque de cruceros, y a Alicante, que les va a venir de maravilla, porque la centralista Valencia lo devora todo. Por supuesto, cerrar la puerta a megacruceros en Valencia va a favorecer mucho a Barcelona. ¿Era precisamente lo que buscaban los íntimos influencers de la Catalá?…
Recuerdo que cuando Valencia era “el semáforo de Europa” había un cartelito en la avenida de Cataluña suplicando a los turistas se detuvieran aquí y visitaran la ciudad cosa que podrían hacer en dos horas. Mendigábamos turismo. Ahora la cada vez más pueblerina e ignorante de la Catalá -a sus hechos me refiero- los despacha…
Daba gozo ver las largas colas de cruceristas esperando entrar a la catedral, admirar nuestra plaza de la Virgen, visitar las Torres de Serranos. Cruceristas que a su regreso a casa hablan de los valores de esta ciudad y serán la mejor publicidad, el boca a boca. Ellos que precisamente no son turismo de baja calidad como les llaman la alcaldesa y su trompetería.
No deben saber la alcaldesa y peña de mansos que los ingresos por turismo pagan un tercio de la factura del petróleo de este país llamado aún España y que el turismo es el gran sostén de la hostelería. Valencia está llena de hoteles, restaurante, bares, lugares de ocio, que viven en buena parte del turismo. Y si el turismo comienza a decrecer, la gran alegría de la alcaldesa, mal futuro para la hostelería y sus puestos de trabajo.
Menudo PP, Mazón enterrándolo en el barro, Camps afilando los cuchillos y la alcaldesa de Valencia desbarrando. Y se quejan de los megacruceros y el turismo… Hagánselo mirar señores…