Valencia vivió una jornada que, sin lugar a dudas, se recordará como uno de esos momentos donde el pensamiento, el arte y la palabra se dan la mano para ofrecer a la sociedad un mensaje que trasciende lo inmediato. Un día en el que José “Pepe” Mujica, el pintor de la paz Antonio Camaró y el doctor en Educación, académico y comisario de arte Pedro Adalid tejieron en la ciudad un diálogo humano y cultural que marcó a quienes tuvieron la fortuna de presenciarlo.
Todo comenzó en el Paraninfo de la Universitat de València, donde Mujica clausuró las Jornadas Internacionales sobre Democracia, Humanismo y Paz. Su intervención, fiel a su estilo directo y cargado de humanidad, dejó en el aire reflexiones sobre la desigualdad, el papel de la juventud, el fracaso del modelo económico dominante y la necesidad de una ética universal que devuelva el sentido a la vida colectiva.
Lejos de los focos y las cámaras, Mujica pidió pasear libremente por el centro histórico. Fue entonces cuando aceptó la invitación para visitar la Galería del Palacio de Colomina, sede de la Universidad CEU Cardenal Herrera, donde se exponía la exposición “Homo Ethicus” del reconocido artista valenciano Antonio Camaró.
Nada más entrar en la galería, Mujica fue recibido por Pedro Adalid, doctor en Educación, filósofo del arte, académico y comisario de la exposición. Juntos comenzaron un recorrido por las obras que exploran los dilemas éticos del ser humano en el mundo actual.
El momento más intenso de la velada llegó cuando se detuvieron ante una de las piezas centrales de la muestra, titulada “La noche oscura”. El lienzo, de gran tamaño y profundo simbolismo, mostraba la figura de un ser humano caminando en soledad por un paisaje tenebroso, iluminado apenas por una pequeña llama en el horizonte.




Adalid explicó que la obra estaba inspirada en la “noche oscura del alma” descrita por San Juan de la Cruz, pero trasladada a la crisis existencial de la humanidad contemporánea:
“Vivimos colectivamente una noche oscura hecha de desigualdades, guerras y pérdida de sentido. Pero siempre hay una luz, por pequeña que sea, que nos recuerda que el camino hacia la dignidad y la justicia es posible”.
Mujica, profundamente conmovido, respondió:
“La oscuridad no se vence con más oscuridad, sino encendiendo pequeñas luces cada día, como esta obra hace. Porque el mundo necesita menos gritos y más gestos que iluminen”.
Ambos coincidieron en que el arte y la literatura tienen la capacidad de llegar donde la política no siempre alcanza, porque tocan el alma y despiertan preguntas esenciales sobre el sentido de la vida, el otro y la comunidad.
La jornada concluyó con un abrazo sincero entre Mujica, Camaró y Adalid, bajo la obra “La noche oscura”, mientras los asistentes aplaudían en silencio, conscientes de haber sido testigos de un momento irrepetible.
Valencia se convirtió, por unas horas, en el epicentro mundial del humanismo, demostrando que los verdaderos cambios no nacen de grandes escenarios ni de discursos grandilocuentes, sino de los pequeños encuentros que iluminan, interpelan y despiertan conciencias.
Un día que recordará la ciudad como el momento en que el pensamiento de Mujica, el arte de Camaró y la palabra de Adalid se fundieron para recordarnos que siempre, incluso en la noche más oscura, es posible encender la luz.