La primera película del director valenciano transforma las aldeas despobladas del Alto Palancia en escenarios cinematográficos. Una apuesta por el cine de proximidad que reactiva la vida rural.
Un enjambre de cine en el corazón del interior valenciano
Bejís, un municipio de apenas 400 habitantes enclavado en la comarca del Alto Palancia, ha vuelto a sentir el bullicio gracias al cine. El rodaje de En l’eixam, ópera prima del director Óscar Bernàcer, ha convertido sus aldeas semivacías en el epicentro de una historia cargada de tensión, secretos y paisajes agrestes.
“El cine tiene el poder de iluminar lugares que el tiempo ha dejado en silencio”, afirma Bernàcer, quien ha querido rodar íntegramente su thriller rural en este rincón del interior de Castellón. El resultado es una producción que, además de su valor artístico, tiene un impacto real en el entorno social y económico de la zona.
De aldeas vacías a platós improvisados
La transformación ha sido palpable. Durante semanas, calles normalmente desiertas han acogido a técnicos, actores y cámaras. “En una de las aldeas no nos cruzamos con nadie. En otra, solo con una persona. Pero ahora hay movimiento, hay vida”, cuenta el director. Ese contraste entre soledad y actividad ha sido, precisamente, uno de los temas centrales de En l’eixam.
El equipo de rodaje se ha alojado en casas rurales de la zona, ha trabajado con proveedores locales y ha contado con el apoyo de los vecinos, que han cedido espacios, compartido historias y, en algunos casos, incluso participado como figurantes.
Un thriller con identidad valenciana
En l’eixam es más que una película de suspense. Es una declaración de amor al territorio. El guion se inspira en la cultura rural valenciana y en la tensión entre tradición y modernidad. “Es un thriller, sí, pero también es un retrato de lo que se está perdiendo. De los vínculos rotos, del silencio que queda cuando la gente se va”, explica Bernàcer.
La película está protagonizada por un reparto con caras conocidas del panorama nacional e incorpora diálogos en valenciano y castellano, reflejo de la realidad lingüística del interior de la Comunitat.
Repercusiones locales: economía, cultura y autoestima
La llegada del rodaje ha tenido un efecto multiplicador en Bejís. Comercios y alojamientos han incrementado su actividad, pero más allá del impacto económico, muchos vecinos destacan el impulso emocional que supone ver sus calles en la gran pantalla.
Rosa María Gil, vecina de una aldea donde se rodó una de las escenas, comenta:
“Llevábamos años sin ver tanta gente por aquí. Ha sido bonito, nos ha devuelto el orgullo por el pueblo.”
Sergi Llorca, joven agricultor de la zona, añade:
“Ojalá más rodajes apostaran por estos paisajes. Hay mucho que contar desde aquí, sin necesidad de irse a grandes ciudades.”
Cine de kilómetro cero: una tendencia en auge
El proyecto se enmarca dentro de una corriente cada vez más fuerte: el cine de proximidad. Historias ambientadas en territorios reales, con producción local y temáticas que conectan con las preocupaciones del mundo rural. En l’eixam no solo busca emocionar, sino también poner en valor lo que aún pervive.
Además, la Generalitat Valenciana y el Institut Valencià de Cultura han respaldado el proyecto como parte de su estrategia de dinamización del audiovisual autonómico, que busca descentralizar rodajes y visibilizar paisajes menos conocidos.
¿Cuándo se estrena En l’eixam?
Aunque el rodaje todavía no ha concluido, la previsión del equipo es que la película se estrene en la segunda mitad de 2026, con la intención de presentarla en festivales de cine nacionales e internacionales.
Paralelamente, se está preparando un documental corto sobre el proceso de rodaje y el impacto en Bejís, que se distribuirá a través de plataformas digitales y centros culturales valencianos.
Conclusión: cuando el cine regenera el territorio
Bejís, como tantas otras localidades del interior valenciano, lucha cada día contra la despoblación y el olvido. El paso de En l’eixam por sus calles no lo cambiará todo, pero sí ha dejado una huella. Una pequeña luz que demuestra que la cultura puede ser un motor de vida, de encuentro y de futuro.