La Universidad Miguel Hernández de Elche ha calificado la acción como “una imprudencia grave”, aunque confirma que la prueba se mantiene y no se repetirá.
Un gesto desafortunado que desata la controversia
La jornada de pruebas de acceso a la universidad (PAU) en la Comunitat Valenciana se ha visto sacudida por una polémica inesperada. Un profesor de un instituto de Orihuela (Baix Segura) compartió el examen de Historia de España apenas veinte minutos después de haberse iniciado la prueba, incumpliendo la normativa establecida por las autoridades educativas.
Según el reglamento oficial, los exámenes no pueden hacerse públicos hasta transcurridos al menos 45 minutos desde su inicio, una medida destinada a garantizar la equidad y evitar cualquier tipo de ventaja o filtración externa.
La Universidad: imprudencia sí, filtración no
La Universidad Miguel Hernández de Elche, responsable de la organización de esta fase de la PAU en su demarcación, ha confirmado los hechos y ha calificado la acción como “una imprudencia grave”. Sin embargo, en su valoración también ha querido rebajar la alarma, aclarando que “no se trata de una filtración” al uso, ya que todos los estudiantes ya se encontraban dentro del aula realizando la prueba.
Según la institución, la prueba sigue siendo válida y las notas obtenidas se mantendrán. La universidad ha hecho un llamamiento a la calma, tanto a estudiantes como a familias, asegurando que se abrirá una investigación interna para analizar lo ocurrido y depurar posibles responsabilidades.
Reacciones divididas entre el profesorado y las familias
El incidente ha provocado un fuerte revuelo entre el personal docente, especialmente en los grupos de coordinación de la PAU, donde muchos profesores han mostrado su preocupación por el respeto a las normas y la imagen del proceso selectivo.
“Es una torpeza. Aunque no haya mala intención, estamos hablando de una prueba que decide el futuro de muchos alumnos. Hay que ser escrupulosos con los protocolos”, comentaba en privado una profesora de Historia de Valencia.
Desde las familias también ha habido quejas. Algunos padres y madres han expresado su malestar por redes sociales, temiendo que este tipo de situaciones puedan empañar el esfuerzo de sus hijos. “Después de todo el estrés que han pasado, lo mínimo es que el proceso sea limpio y sin sombras”, indicaba María Ángeles, madre de un estudiante de Torrent.
Un error aislado, pero que pone en evidencia la fragilidad del sistema
Aunque desde la Universidad Miguel Hernández insisten en que no se ha visto comprometida la integridad del examen, el suceso ha vuelto a poner sobre la mesa la necesidad de reforzar la formación y el control en torno a la gestión de las pruebas PAU.
Cada año, miles de docentes participan en el proceso, tanto en la elaboración como en la aplicación de los exámenes. La mayoría sigue escrupulosamente las normas, pero casos como el de Orihuela demuestran que un descuido —aunque aislado— puede generar un malestar generalizado.
“Es fundamental recordar que la normativa existe por una razón: proteger la equidad. No basta con suponer que no pasa nada porque los alumnos ya están dentro. Hay que cumplir los plazos al minuto”, apuntaba un coordinador de PAU en la provincia de Castellón.
La tranquilidad de los alumnos, la prioridad
A pesar del incidente, las autoridades universitarias insisten en que lo más importante ahora es preservar la serenidad del alumnado. La PAU es un momento de máxima tensión para miles de estudiantes, y cualquier distracción puede afectar su rendimiento.
Por ello, han reiterado que el examen no se repetirá, que el contenido no fue filtrado previamente y que todos los alumnos realizaron la prueba en igualdad de condiciones.
Conclusión: rigor, confianza y lecciones para el futuro
Este suceso en Orihuela sirve como recordatorio de que, en procesos tan sensibles como la PAU, cada gesto cuenta. La confianza de la ciudadanía en el sistema educativo depende de la transparencia y el rigor con el que se apliquen las normas.
Mientras se desarrolla la investigación anunciada por la Universidad Miguel Hernández, queda claro que el foco debe seguir puesto en el alumnado. Ellos y ellas son quienes, después de un curso largo y difícil, merecen toda la seguridad, el respeto y la justicia en la prueba que decidirá su futuro académico.