Valencia, junio de 2025 — El Mercado Central de Valencia, joya modernista y referente del comercio tradicional en la ciudad, enfrenta cada verano un problema estructural que amenaza no solo su funcionamiento, sino también la salud de las personas que trabajan y visitan sus instalaciones: la falta de una climatización adecuada.
Durante los meses de mayo,junio, julio , agosto y septiembre, las temperaturas en el interior del recinto superan habitualmente los 35 grados centígrados, generando un entorno sofocante y perjudicial para vendedores, consumidores, mercancías y equipos electrónicos. Esta situación, lejos de ser un inconveniente menor, se ha convertido en un problema grave y crónico que vulnera derechos laborales básicos, además de suponer una amenaza sanitaria y económica.
Riesgo real para la salud de trabajadores y clientes
La exposición continuada a altas temperaturas tiene efectos contrastados sobre el organismo: desde la fatiga térmica y deshidratación hasta episodios de mareos, calambres, taquicardias, golpes de calor e incluso síncopes, especialmente en personas mayores, con enfermedades cardiovasculares o en trabajadores que permanecen en sus puestos durante largas jornadas.
Según el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST), el estrés térmico puede suponer un riesgo grave en ambientes laborales cerrados que superen los 27 °C en actividades sedentarias o los 25 °C en trabajos físicos. La situación del Mercado Central supera con creces estos umbrales, con puestos que superan los 35 °C sin ventilación forzada, sin sombra directa y sin sistemas de refrigeración.

Deterioro de productos frescos y daños en maquinaria
La falta de refrigeración adecuada no solo afecta a las personas. Los productos frescos —pescados, carnes, frutas, lácteos— sufren un deterioro acelerado en un entorno tan caluroso, obligando a reforzar los sistemas de conservación en cada puesto, a menudo con resultados insuficientes. El aumento de la temperatura acorta la vida útil de los alimentos, eleva el riesgo microbiológico y genera mayores pérdidas económicas por merma y devoluciones.
A esto se suman los problemas técnicos: equipos como cámaras frigoríficas, básculas electrónicas, TPVs, ordenadores y sistemas de pesaje se ven forzados a operar fuera de su rango térmico óptimo, provocando fallos, averías y un consumo energético excesivo.

Vulneración de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales
Esta situación podría estar infringiendo la Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales, que obliga a garantizar unas condiciones de trabajo seguras y saludables, incluyendo el control ambiental del lugar de trabajo. El artículo 15 de dicha ley establece la necesidad de evitar riesgos y adaptar el trabajo a la persona, algo que difícilmente se cumple en un mercado que durante el verano se convierte en un invernadero urbano.
Además, el Real Decreto 486/1997, que regula las condiciones térmicas en los lugares de trabajo, establece que la temperatura en locales cerrados debe mantenerse entre 17 y 27 grados en trabajos sedentarios y 14 a 25 grados en trabajos ligeros. En el Mercado Central, esas cifras están muy lejos de cumplirse, generando una posible responsabilidad institucional por inacción.
Soluciones urgentes: refrigeración portátil, una medida inmediata y viable
Frente a la complejidad de una reforma estructural integral del sistema de climatización del Mercado —que requeriría obra civil, planificación y un presupuesto elevado—, los comerciantes reclaman medidas inmediatas y efectivas. Una de las más viables y urgentes es la instalación de equipos de climatización portátiles en los pasillos y zonas comunes, así como ventiladores industriales de alta capacidad en puntos estratégicos.
Estos dispositivos pueden reducir significativamente la temperatura del entorno en horas punta, mejorar la calidad del aire y minimizar el riesgo para trabajadores y visitantes. Su coste es razonable, su instalación no requiere obras y permitiría actuar de forma inmediata mientras se estudian soluciones a largo plazo.

Un patrimonio que merece respeto y condiciones dignas
El Mercado Central de Valencia no solo es un edificio monumental; es un espacio vivo, económico y social, que cada día acoge a miles de personas. Ignorar el impacto del calor en su interior no es solo una cuestión de incomodidad: es un problema de salud pública, de dignidad laboral y de sostenibilidad económica.
Por ello, comerciantes y usuarios instan a las autoridades municipales, a la gerencia del mercado y a las asociación responsable a que adopten soluciones urgentes y den prioridad al bienestar de las personas frente a la inercia burocrática. Valencia no puede permitirse que uno de sus símbolos más importantes funcione bajo condiciones climáticas inaceptables