El vecindario busca respuestas sobre el paradero de una figura muy querida, que había resistido varias riadas anteriores
La localidad valenciana de Chiva vive por estas fechas un pequeño gran enigma que ha conmocionado a sus vecinos: la imagen de San Isidro, ubicada desde hace décadas en una hornacina del callejón de San Isidro, ha desaparecido tras el paso de la DANA que azotó la comarca hace unos días. El hecho ha generado confusión, tristeza y numerosas teorías entre los habitantes de la zona, que no se explican cómo una figura que sobrevivió a varias riadas en el pasado ha podido desaparecer de forma tan repentina.


“Era lo único que quedaba en pie”
Muchos vecinos recuerdan con nitidez cómo, tras la gran tromba de agua que afectó la localidad, la figura seguía en su sitio, inalterable, como en otras ocasiones. “Lo dijimos todos: mira, lo único que se ha salvado es San Isidro”, recuerda una vecina emocionada. Pero en cuestión de horas, la hornacina quedó vacía. Desde entonces, nadie ha podido aportar datos fiables sobre el paradero de la talla.
El desconcierto ha cundido en el barrio, sobre todo porque San Isidro no era una escultura de gran tamaño ni de elevado valor económico, pero sí de gran valor emocional y simbólico. Muchos residentes del barrio aseguran que no se trata de una simple desaparición, sino de una pérdida que ha calado hondo en el corazón de una comunidad que aún no se repone de los efectos devastadores de la DANA.
Varias hipótesis: ¿robo, destrozo o rescate piadoso?
En medio del desconcierto, han surgido diversas teorías sobre lo que pudo haber ocurrido con la imagen. Algunos vecinos sospechan que la maquinaria pesada utilizada para limpiar la zona —tras la acumulación de barro, piedras y restos— pudo haber dañado o arrastrado la figura por accidente. Otros, sin embargo, apuntan a una posibilidad más amable: “Algún cristiano se la ha llevado para que no sufra daños”, opina un vecino, convencido de que la desaparición no ha sido un acto vandálico, sino un intento de preservar la imagen en medio del caos.
Tampoco se descarta que el agua, los escombros o las vibraciones de los trabajos de limpieza hayan provocado la caída o deterioro de la figura, que podría estar enterrada o atrapada bajo los restos que aún cubren algunas zonas.
Un símbolo que unía al barrio
San Isidro no es solo el patrón de los agricultores, sino también una figura profundamente arraigada en la vida del barrio, donde durante años se celebraron sus fiestas con procesiones, música y encuentros vecinales. Aunque la festividad fue decayendo con el tiempo, la imagen permanecía como testigo mudo de la historia y las raíces de la comunidad.
La desaparición de San Isidro ha supuesto un golpe emocional añadido para un vecindario que ya ha perdido mucho en cuestión de días: viviendas, recuerdos, comercios… y ahora, también, su símbolo más querido.
¿Un nuevo San Isidro?
Lejos de resignarse, los vecinos han empezado a movilizarse con el objetivo de reponer la imagen, en caso de que no aparezca. “Yo creo que acabará apareciendo, pero si no, entre todos haremos otro San Isidro”, afirma una vecina, convencida de que la fe y el espíritu comunitario no se perderán.
Varias personas han propuesto iniciar una colecta o pedir colaboración al ayuntamiento para reponer la hornacina y devolver al barrio su imagen protectora. Porque más allá de lo religioso, San Isidro representa el vínculo de una comunidad que lucha por levantarse.