La falta de mantenimiento y previsión convierte las urbanizaciones en zonas incomunicadas tras cada episodio de lluvias
Los vecinos de varias urbanizaciones de Náquera (Valencia) han vuelto a sufrir este fin de semana las consecuencias de la dejadez municipal ante las lluvias. El agua acumulada, los caminos convertidos en barrizales y la imposibilidad de circular con normalidad han dejado a decenas de residentes prácticamente aislados. Una situación que no es nueva, pero que se repite sin que el Ayuntamiento ofrezca soluciones.


Barro, charcos y caminos intransitables
Las imágenes hablan por sí solas: grandes charcos de agua turbia, barro acumulado y vehículos atrapados o rodeando como pueden zonas anegadas. Los caminos rurales que conectan las urbanizaciones con el casco urbano y las carreteras principales están completamente inhabilitados tras cada tormenta, y esta vez no ha sido la excepción.
«Esto pasa cada vez que llueve, y no es una lluvia torrencial, es simplemente agua mal gestionada. Nadie viene a limpiar, nadie refuerza los caminos, y mientras tanto nosotros nos quedamos atrapados», denuncia una vecina de la urbanización Bonanza. Las quejas se repiten urbanización tras urbanización: El Paraíso, Los Ángeles, El Corralet… todas con caminos de tierra o asfalto deteriorado que no resisten ni un chaparrón.
Una falta de inversión sistemática
Los residentes apuntan directamente al consistorio por la falta de mantenimiento y la nula inversión en infraestructuras básicas. Denuncian que se han dirigido en varias ocasiones al Ayuntamiento, presentado escritos y solicitudes, pero la respuesta ha sido siempre la misma: ninguna.
“No pedimos lujos, pedimos caminos transitables, accesos seguros y limpieza después de las lluvias. Es una cuestión de dignidad y de seguridad ciudadana”, explica otro afectado. Algunos conductores incluso han tenido que dar rodeos de varios kilómetros o dejar sus vehículos aparcados en zonas altas para poder llegar andando a sus viviendas.
Consecuencias más allá del barro
Más allá de la incomodidad, la situación tiene implicaciones serias: personas mayores que no pueden salir de sus casas, ambulancias que no pueden acceder en caso de urgencia, vehículos dañados, niños que no pueden llegar al colegio. El aislamiento puntual se convierte en un riesgo permanente que podría haberse evitado con una planificación adecuada y voluntad política.
Llamamiento a la responsabilidad institucional
Los vecinos reclaman que se actúe de inmediato. Exigen que se prioricen obras de mejora y pavimentación de caminos, instalación de sistemas de drenaje eficientes y planes de emergencia bien estructurados. Consideran que no pueden seguir siendo ciudadanos de segunda por vivir en una urbanización.
La lluvia no es un fenómeno excepcional en esta época del año, y cada vez será más frecuente e intensa. El verdadero problema no es el clima, sino la falta de gestión. La paciencia de los residentes se agota, y su indignación crece. Ya no se trata solo de quejarse: se trata de exigir lo que les corresponde por derecho.