Valencia, 2 de agosto de 2025
Por Redacción Comunidad Valenciana
El pasado 29 de julio, la ciudad de Valencia fue testigo de un suceso estremecedor que ha conmocionado a vecinos, autoridades y colectivos sociales: una mujer fue retenida contra su voluntad durante tres días en un domicilio del barrio de Quatre Carreres, donde sufrió presuntas torturas físicas y psicológicas a manos de otra mujer que, según la víctima, actuó movida por los celos. Uno de los actos más crueles que se le atribuyen a la agresora fue provocarle quemaduras en la zona vaginal con una cuchara incandescente.
Una escena de terror en pleno núcleo urbano
Los hechos comenzaron a esclarecerse cuando un testigo alertó al 092 tras ver a una mujer asomada a un balcón pidiendo ayuda desesperadamente. Según este testimonio, la mujer presentaba evidentes signos de agresión, con moratones en el rostro y un estado de ansiedad palpable. La Policía Local acudió rápidamente al lugar y localizó el domicilio.
Desde el otro lado de la puerta, los agentes lograron hablar brevemente con la víctima, quien aseguró estar encerrada en contra de su voluntad. No obstante, la conversación fue abruptamente interrumpida por otra persona en el interior. Ante la negativa a abrir, los policías advirtieron que forzarían la entrada. Finalmente, tras insistencias reiteradas, la puerta fue abierta por la presunta agresora, quien se mostró desafiante y aseguró que no entendía la presencia policial ni quería saber nada de ellos.
Fue en ese instante cuando la víctima, visiblemente alterada, logró salir corriendo del domicilio, cubierta de heridas y en estado de shock.
Dos versiones enfrentadas, un mismo horror
La detenida fue inmediatamente interrogada. Según su versión, ambas mujeres ejercían la prostitución y habrían sido agredidas por un cliente violento y habitual. Sin embargo, la declaración de la víctima dibujó una historia muy distinta y mucho más aterradora: fue invitada por la otra mujer a una fiesta tres días antes, y desde entonces había sido retenida contra su voluntad, maniatada, sin acceso a comida ni bebida y sometida a agresiones físicas continuadas.
La mujer relató que su captora la había torturado con especial saña, y que aprovechó un momento de descuido —cuando la agresora se quedó dormida tras consumir presuntamente alguna sustancia— para salir al balcón y pedir auxilio. Antes de la llegada de los agentes, la presunta agresora la habría amenazado de muerte si intentaba escapar.
Agresión con una cuchara incandescente
El dato más escalofriante de esta historia fue confirmado tras la evaluación médica. La víctima fue trasladada a un centro hospitalario, donde los facultativos constataron múltiples lesiones compatibles con agresiones físicas. Pero lo más grave: presentaba quemaduras en el aparato reproductor. Según informaron fuentes cercanas a la investigación, la agresora habría utilizado una cuchara calentada al rojo vivo como instrumento de tortura, supuestamente motivada por los celos.
“Deja de acostarte con hombres que no son tuyos”, habría sido una de las frases que, según la víctima, le repitió su agresora durante el encierro, como una siniestra justificación de sus actos.
Prisión sin fianza para la presunta agresora
Tras la intervención de la Policía Local, la detenida fue trasladada a dependencias de la Policía Nacional. La víctima, aún en estado de vulnerabilidad, fue derivada a los juzgados de guardia de Valencia. El magistrado ordenó el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza para la presunta agresora, a la espera de juicio.
La investigación sigue abierta para esclarecer con detalle los hechos, y no se descarta que se añadan nuevos cargos conforme avancen las diligencias.
Un caso que reabre el debate sobre la violencia entre mujeres
Este suceso ha sacudido a la opinión pública no solo por la brutalidad de los hechos, sino también por la naturaleza del caso. Colectivos feministas y expertos en violencia de género han comenzado a pronunciarse para recordar que la violencia no tiene género, aunque sí contextos estructurales diferenciados.
La abogada penalista Marina Ferrer ha declarado que este caso “no debe confundirse con los patrones de violencia de género clásicos, pero sí debe abordarse con la misma contundencia judicial, policial y social. La privación de libertad, las amenazas de muerte y la tortura son delitos extremadamente graves, y no pueden relativizarse en función del género de los implicados”.
Por su parte, asociaciones vecinales de Quatre Carreres han manifestado su conmoción por lo sucedido. “Nunca pensamos que en nuestro barrio pudiera ocurrir algo tan salvaje”, comenta una vecina del inmueble, aún consternada. “La policía actuó muy rápido, pero pensar que esa mujer llevaba días sufriendo detrás de esa puerta nos revuelve el alma”.
¿Qué falló?
La historia ha reabierto preguntas clave sobre los mecanismos de prevención y detección de la violencia interpersonal. ¿Podría haberse evitado este horror? ¿Había denuncias previas? ¿Había signos de alerta en la comunidad?
De momento, no constan antecedentes judiciales entre ambas mujeres, aunque no se descarta que existieran conflictos previos no denunciados. Los agentes continúan recabando pruebas, testimonios vecinales y registros que permitan reconstruir todo lo sucedido.
Una herida que tardará en sanar
Más allá de lo jurídico, este caso deja una profunda herida en el corazón de Valencia. La víctima, que ya ha recibido atención médica y psicológica, necesitará ahora un proceso largo y delicado de recuperación. No solo por las lesiones físicas que arrastra, sino por el trauma emocional que implica haber sido humillada, torturada y privada de su libertad.
Mientras tanto, la ciudad sigue conmocionada. La justicia tendrá que responder con firmeza. Y la sociedad, con reflexión.