La ermita de la Santísima Cruz del Garbí puede que su propiedad sea históricamente de los vecinos de Albalat dels Tarongers, de Estivella y de los de Segart, que la construyeron en 1804, independientemente de quien se hubiera anticipado y la hubiese inmatriculado en el Registro de la Propiedad a su nombre, si nos atenemos a los datos históricos que se tiene sobre la famosa Cruz del Garbí y la ermita que la albergó.
Luís. B. Lluch Garín, que visitó todas las ermitas de la Comunidad Valenciana en la década de los sesenta, reunió el resultado de sus observaciones en dos tomos titulados “Ermitas y Paisajes de Valencia”, editados por la desaparecida Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Valencia.
Su costumbre era siempre ir a buscar al párroco del pueblo y pedirle que le acompañara a ver las ermitas que tenía en su demarcación o que le dejara las llaves para poder entrar en ellas. En el caso de reportar la polémica Ermita del Garbí, que actualmente se disputan el Ayuntamiento de Estivella y un particular, también fue al cura párroco de Albalat dels Tarongers, quien atiende la parroquia de Segart.
Cuenta LLuch Garín que el sacerdote le entregó unos apuntes mecanografiados hechos por su anteces en la parroquia, el P. Andrés Monzó Nogués, nacido en Carlet, ordenado en 1928, hombre culto amante de la arqueología y la historia, colaborador de la Secció d’Antropologia i d’Història del Centre de Cultura Valenciana, hoy Real Acadèmia de Cultura Valenciana (RACV), que había hecho leyendo un folleto editado en Valencia en 1877 sobre la Ermita de la Santísima Cruz del Garbí.
El 29 de junio de 1963 LLuch Garín relata que vio en la cima del Garbí entre los pinos “las paredes de una antigua venta,… junto a la venta se apoya la ruinosa Ermita, el interior lleno de cascotes e inmundicias. La Ermita debió ser atractiva,… y todavía se ve el hueco donde estuvo la Cruz… Sería una Cruz impresionante por el tamaño y el enmarque…”
La historia de esta Cruz tiene su origen en las predicaciones que hizo por estas tierras en el otoño de 1786 un famoso fraile capuchino andaluz, Fray José Diego de Cádiz, quien insistía siempre en que se pusiera cruces en la cima de los montes “para que Dios apacigüe las tormentas”.
En uno de sus sermones en Valencia, le escucha Francisco Gálvez, (otra versión relata que el Hermano Félix de Albalat escuchó el sermón y se lo comentó a su tó Frances Galbis) quien había nacido en Albalat dels Tarongers, le gustó la idea y a un carpintero de Valencia, Josep Sacanelles, le hizo una cruz con buena madera y gratis. “Cuando estuvo hecha vinieron varios vecinos de Albalat y la cargaron en un carro. Llegaron a Albalat y de allí a Estivella, y comenzaron la subida al monte cargados con la cruz y acompañados de un inmenso gentío. Registraron varias cumbres por encontrar siempre la mejor,… y al fin decidieron que fuese en lo alto del Garbí”. La bendición de la cruz fue el 19 de marzo de 1787, “fue consagrada por el B. Fr. Diego José de Cádiz”, cuenta el historiador José Sanchis Sivera. En el blog “Ermitas de la Archidiócesis de Valencia” se afirma dando cuenta de la Cruz, en la que fue incrustada una reliquia del “Lignum Crucis” que “los vecinos de Albalat y Estivella la levantaron sobre el Garbí, construyendo en 1804 una pequeña ermita.”
Todos los años se celebraba la fiesta con Misa y sermón en la Ermita al principio todos juntos, luego la hacían los de Albalat el tercer domingo de octubre y el cuarto domingo los de Estivella, “pues todos querían verse libres el pedrisco”. Hubo muchas disputas y polémicas, rivalidad entre ambos pueblos disputando sobre quienes colocaron la cruz, quienes habían puesto el ermitaño, quienes “encendían las luces de una lámpara que servía de faro y guía a los navegantes…”
”Se enconaron los ánimos –dice LLuch Garín- y unos vecinos de Estivella se llevaron la Cruz, y otros vecinos de Albalat recogieron el óleo de la Inmaculada… y lo depositaron en casa del señor cura … La Ermita quedó abandonada y sirvió de cuadra a los que vivían en la caseta del Garbí”.
Los de la venta o caseta utilizarían en su povecho la arruinada ermita, la que, al no estar inmatriculada en el Registro de la Popiedad como ocurrió con muchas ermitas y templos, al final dichos bienes inmobiliarios fueron para quienes primero se adelantaron en las inmatriculaciones burocráticas sin que éstas fueran impugnadas. Cosa que parece debió ocurrir aquí, el propietario de la venta se la anexionó por la fuerza del uso y la costumbre y al estar dentro de su parcela, sin excepción alguna, la consideró suya.
Más todo apunta históricamente a que dicha ermita la hicieron con su dinero los vecinos de Albalat dels Tarongers y Estivella y con bastante probabilidad los vecinos de Segart también colaborarían por su cercanía. Un asunto jurídicamente interesante, pero que no creo se resuelva de acuerdo con lo que históricamente debió ser.
En 1993, la Generalitat Valenciana restauró el edificio, dejando exentas las arcadas, salvo la orientada hacia el oeste y conservándose el muro donde era venerada la cruz. Queda por saberse si la restauración se hizo en calidad de edificio privado o público, particular u oficial.
En 1993, en el marco del “Mirador del Garbí la Generalitat Valenciana restauró el edificio, dejando exentas las arcadas, salvo la orientada hacia el oeste y conservándose el muro donde era venerada la cruz y sendos retablos que cantan así: “SANT DEU/ SANT FORT/ SANT INMORTAL ALLIBEREUM-MOS SEÑOR DE TOT MAL”