El calentamiento del mar favorece la llegada de especies invasoras que alteran la cadena trófica, desplazan a la fauna autóctona y generan riesgos para la salud y la economía.
Valencia – El Mar Mediterráneo vive una transformación acelerada. Lo que para los turistas es un destino idílico de aguas cálidas, para científicos y ecologistas se ha convertido en un laboratorio climático que muestra, a cámara rápida, los efectos del calentamiento global sobre los ecosistemas marinos.
Según el Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM), las aguas mediterráneas se calientan entre un 20% y un 30% más rápido que la media global de los océanos. Este cambio no solo modifica las corrientes y las temperaturas, sino que también abre la puerta a especies tropicales y subtropicales que, una vez asentadas, compiten con la fauna local y alteran el delicado equilibrio del ecosistema.
Tres invasores que preocupan a los expertos
- Dragón azul (Glaucus atlanticus): Pequeño molusco de apariencia espectacular, con tonos metálicos y formas que parecen de otro mundo. Se alimenta de medusas y puede provocar dolorosas picaduras a los bañistas.
- Pez león (Pterois volitans): Originario del Indo-Pacífico, este depredador de espinas venenosas es capaz de reducir drásticamente las poblaciones de peces pequeños y crustáceos, poniendo en peligro la biodiversidad y la pesca local.
- Pez conejo (Siganus luridus y Siganus rivulatus): De dieta herbívora, arrasa con las praderas de posidonia y otras algas, debilitando el hábitat de numerosas especies autóctonas y provocando desequilibrios en el ecosistema.
Un riesgo ambiental, económico y sanitario
Los biólogos marinos advierten que la llegada y expansión de estas especies invasoras rompe la cadena trófica, desplaza a especies autóctonas y ocasiona pérdidas económicas, sobre todo en la pesca artesanal, que depende de la estabilidad de los caladeros.
Además, el aumento de animales tóxicos o venenosos, como el pez león o el dragón azul, supone un peligro para la salud pública y la actividad turística, ya que puede provocar accidentes entre bañistas y buceadores.
Posibles soluciones: prevención y cooperación
Organizaciones medioambientales y expertos coinciden en que la única manera de frenar el problema pasa por medidas coordinadas a nivel europeo:
- Sistemas de alerta temprana para detectar la llegada de nuevas especies.
- Controles más estrictos en puertos y zonas de intenso tráfico marítimo.
- Campañas de concienciación dirigidas a pescadores, empresas turísticas y bañistas.
- Acciones contra el cambio climático para reducir la temperatura del mar a largo plazo.
“Lo que está ocurriendo en el Mediterráneo es un aviso de lo que puede pasar en otros mares si no actuamos a tiempo”, advierten desde el CEAM.