La esposa del presidente vuelve al juzgado con más delitos que una temporada de “Narcos”, mientras el Gobierno acusa al juez Peinado de hacer “justicia creativa”. El PP pide respeto, pero en la sala solo falta un bol de palomitas.
Introducción: La justicia española, versión “culebrón de sobremesa”
Hay que reconocerlo: si la política española fuera una serie, ya iríamos por la temporada 17, con más giros de guion que Juego de Tronos, pero con menos dragones y más imputaciones.
Y como todo buen drama nacional, Begoña Gómez, esposa del presidente Pedro Sánchez, vuelve a escena. No por haber escrito un libro, dado una entrevista o salvado un gato de un árbol. No. Vuelve por algo mucho más clásico en este país: una nueva imputación judicial, la quinta ya. A este paso, le van a dar un carné de investigada VIP y un bono-descuento para el parking de los juzgados.
Mientras tanto, el Gobierno grita “¡conspiración!” y el PP grita “¡respeto a la justicia!”, y todos nosotros, los ciudadanos de a pie, gritamos “¿Pero esto cuándo acaba?”. Lo que está claro es que, entre tanto fuego cruzado, ni la justicia descansa en agosto.
El resumen rápido, por si acabas de volver de vacaciones
Vamos al grano, que esto se pone intenso.
- Begoña Gómez, esposa del presidente, ya estaba imputada por:
- Tráfico de influencias
- Corrupción en los negocios
- Apropiación indebida
- Intrusismo profesional
Y ahora el juez Juan Carlos Peinado, que parece tener más folios que una tesis doctoral, ha decidido sumarle un quinto delito: malversación de caudales públicos.
La cosa no se queda ahí: también ha llamado a declarar a su asesora en Moncloa, Cristina Álvarez, y todo esto con fecha marcada en rojo: 11 de septiembre. Un día antes que la asesora. Vamos, que en Moncloa ya han abierto grupo de WhatsApp con el nombre “Juicio Final o Qué”.
Óscar López, en modo indignado nivel “tertuliano envenenado”
El Gobierno no ha tardado en reaccionar. El ministro de Transformación Digital y Función Pública, Óscar López, ha salido al quite como si fuera el primo cabreado en la boda de su hermana:
“Cuando la justicia deja de ser justa no es justicia”.
Aplausos. O al menos algún que otro gif de película de abogados de sobremesa. Pero por si no quedaba claro, ha repetido varias veces que la investigación del juez Peinado es “prospectiva”.
O sea, que según él, el juez está mirando a ver qué encuentra, como quien rebusca en un cajón buscando pilas y encuentra fotos de su ex.
“No tiene ni una sola prueba de nada y va mutando”.
Vamos, que según Óscar López, esto es un “a ver si suena la flauta” judicial, y no una investigación seria. Y si suena, pues todos al banquillo. O al menos a los informativos.
El PP, en modo “yo ya lo dije”
Como es lógico, al PP se le han encendido las alarmas… de satisfacción. Porque en política, cuando el adversario va a juicio, no hay necesidad de argumentar: solo hay que mirar a cámara y decir:
“Exigimos respeto a la justicia”.
Eso ha dicho Ester Muñoz, portavoz del PP, que ha recordado que la investigación está avalada por la Audiencia Provincial de Madrid, lo que vendría a ser un “esto no es cosa de un solo juez loco, sino de varios”.
Y ha soltado una perlita para la posteridad:
“Se podría prever que la asesora de Moncloa fue contratada para ganar influencias con empresas privadas desde la Moncloa”.
Vamos, que si esto fuera un videojuego, la Moncloa sería el centro de control de la corrupción empresarial y Begoña la jefa final del nivel.
Y ahora… ¿qué?
Pues Begoña tendrá que volver a declarar el 11 de septiembre. Lo hará en coche, como una estrella de cine entrando por la puerta de atrás, aunque después del drama judicial de su cuñado (el hermano de Pedro Sánchez, que tuvo que entrar a pie a los juzgados de Badajoz), igual se animan a cambiar el protocolo y entrar en patinete eléctrico para rebajar tensión.
La causa está prorrogada hasta octubre, y se especula con que el juez pueda alargarla seis meses más. Aunque algunos expertos creen que no, que esto va a terminar en septiembre… salvo que España entre en una nueva dimensión procesal.
¿Y qué dice Begoña?
Hasta ahora, Begoña Gómez ha optado por la estrategia de la esfinge: callar y aguantar. No ha hecho declaraciones públicas ni ha dado entrevistas, y eso, en este país, ya es casi provocador.
¿Será que confía en la justicia? ¿O en que todo esto sea un globo que se desinfle? ¿O simplemente está cansada de que la usen como arma arrojadiza en la guerra política?
Lo sabremos pronto. O no. Porque conociendo el ritmo de la justicia, igual nos pilla viendo las campanadas cuando llegue la resolución.
¿Una causa política o una política de causas?
La gran pregunta, como en toda telenovela nacional, es si esto es una persecución judicial con fines políticos o un caso de corrupción real que debe ser investigado hasta el fondo.
- Para el Gobierno, esto es “lawfare”, es decir, uso indebido de los tribunales para dañar al adversario.
- Para el PP, esto es “justicia que hace su trabajo”.
- Para la mayoría de los ciudadanos, esto es “otra historia más que no cambiará nada”, mientras sube la hipoteca y la gasolina.
Pero cuidado: si se demuestra que hubo delito, esto puede costarle al PSOE mucho más que un susto de verano. Porque ya no hablamos de un primo lejano, ni de un concejal perdido. Hablamos de la esposa del presidente. Y eso, señoras y señores, es otro nivel.
Una imagen vale más que cinco imputaciones
🖼️ Solicito una imagen ilustrativa de los juzgados de Plaza de Castilla con presencia mediática, fotógrafos esperando, y ambiente de expectación. Idealmente con gente mirando móviles y cámaras apuntando a la puerta.
Así ambientamos visualmente este drama judicial con todo el glamour que merece.
Conclusión: España, tierra de juicios y chiringuitos
La justicia en verano no se detiene. Y tampoco la política. Mientras la gente intenta descansar, otros acuden a los tribunales o a las tertulias con cara de no haber dormido desde 2020.
Begoña Gómez va ya por cinco imputaciones. Si esto fuera un Monopoly, ya habría pasado por la casilla de “Cárcel” varias veces y estaría acumulando hoteles en la Avenida del Poder.
Lo triste es que, una vez más, el espectáculo eclipsa los hechos. Y la ciudadanía, cansada, se pregunta si esto es justicia o simplemente otra batalla más en una guerra sin final entre partidos que no se soportan, pero se necesitan.
Y tú, querido lector:
¿Crees que esto es una investigación legítima o el último capítulo de una saga política con más vueltas que un DJ en Benicàssim?
















