Una tarde marcada por la fuerza de la naturaleza
La provincia de Castellón vivió este domingo una tarde complicada marcada por las tormentas intensas acompañadas de granizo que afectaron con especial virulencia al interior norte. Localidades como Vilafranca registraron en menos de una hora 35,4 litros por metro cuadrado, según los datos oficiales de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
La intensidad fue tal que en apenas unos minutos las calles quedaron anegadas, mientras que los agricultores de la zona mostraban su preocupación por los efectos de la granizada sobre los cultivos.
Morella y el Maestrazgo, epicentro de las descargas
Otro de los núcleos tormentosos más significativos descargó al norte del municipio de Morella, desplazándose después hacia el sureste. La Aemet explicó que la zona de mayor densidad de descargas eléctricas se localizó en el Maestrazgo turolense y castellonense, concretamente en áreas como Mosqueruela, Valdelinares, la Iglesuela del Cid y Vilafranca.
Se trata de un fenómeno habitual en esta zona, ya que la combinación del realce orográfico (la influencia de las montañas en el desarrollo de nubes convectivas) y la convergencia de vientos convierten este territorio en uno de los de mayor actividad tormentosa de toda España durante la primavera y el verano.
El riesgo de incendio: una tormenta que también trae fuego
Paradójicamente, la misma tormenta que descargó con fuerza en Vilafranca provocó un incendio forestal en el término municipal, según informó el Centro de Coordinación de Emergencias de la Generalitat Valenciana (CCE).
Para sofocar el fuego se movilizaron dos unidades de bomberos forestales, dos autobombas, una unidad de prevención y un medio aéreo. Aunque el incendio quedó pronto bajo control, el episodio volvió a poner sobre la mesa la fragilidad del territorio ante episodios meteorológicos extremos: lo que empieza como lluvia necesaria puede acabar desencadenando fuego por un rayo en plena masa forestal.
Amenaza de DANA y Operación Retorno
La Aemet y la Generalitat han advertido además de la posibilidad de que se produzcan subidas repentinas en barrancos y cauces menores en los próximos días, debido a la presencia de una posible DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que podría coincidir con la Operación Retorno de vacaciones.
La coincidencia entre el regreso masivo de vehículos y la amenaza de lluvias torrenciales ha hecho que se active la precaución máxima en carreteras y en zonas rurales donde el agua puede arrastrar vehículos o sorprender a excursionistas.
Testimonios y preocupación vecinal
Vecinos de Vilafranca relataban cómo la tormenta cayó “como una cortina de agua y piedras de hielo” en cuestión de minutos. Algunos agricultores lamentaban los daños en huertos y frutales, mientras que los residentes en Morella vivieron con inquietud la sucesión de truenos y descargas eléctricas que parecían no tener fin.
“Ha sido un episodio muy breve, pero de una violencia tremenda. En 20 minutos ya estaba todo blanco por el granizo”, explicaba un vecino de Vilafranca.
Un verano de contrastes extremos
La provincia de Castellón, al igual que el resto de la Comunitat Valenciana, lleva meses enfrentándose a un verano de contrastes extremos: de las olas de calor que han disparado los termómetros por encima de los 40 grados a tormentas súbitas que descargan en minutos lo equivalente a todo un día de lluvia.
Este tipo de episodios meteorológicos, cada vez más habituales, plantean desafíos tanto para la protección civil como para el sector agrícola, que ve cómo en cuestión de horas las cosechas pueden quedar arruinadas por granizo o lluvias torrenciales.
Conclusión
Las tormentas de este domingo en Castellón no solo han dejado imágenes impactantes de calles blancas por el granizo y campos encharcados, sino también una nueva llamada de atención sobre la necesidad de estar preparados ante fenómenos extremos que cada vez se producen con mayor frecuencia.
Mientras tanto, en Vilafranca y en todo el Maestrazgo, la sensación general era de alivio por la llegada de agua, pero también de preocupación por los daños en cultivos y el riesgo de incendios que acompaña a estas tormentas de verano.