Una ciudad efímera que volvió a convertirse en capital mundial del reggae
Benicàssim se vistió de reggae, colores y conciencia durante ocho días inolvidables. El Rototom Sunsplash 2025, el festival internacional de reggae más importante de Europa, ha cerrado su 30ª edición con un balance que refleja su proyección global: más de 218.000 asistentes procedentes de 111 países se dieron cita del 16 al 23 de agosto en el recinto de conciertos de Castellón.
Lo que empezó en 1994 como un encuentro alternativo en Italia es hoy una auténtica ciudad efímera multicultural, donde conviven música, activismo, espiritualidad y reflexión social. Y en esta edición tan simbólica, el lema elegido —“Celebrating Life”— se ha materializado tanto en los escenarios como en los espacios de debate y convivencia.
Diversidad sin fronteras: del Reino Unido a Japón
El festival ha vuelto a confirmar su carácter global. Han llegado asistentes desde Reino Unido, Francia, Italia, Alemania, Estados Unidos, Suiza, Portugal, Nueva Zelanda y Japón, entre muchos otros. Familias enteras, jóvenes mochileros, veteranos del reggae y turistas de todas las edades compartieron espacio en una experiencia donde la diversidad cultural es parte de la identidad.
La emoción colectiva se sintió especialmente en los conciertos de figuras históricas del género, como Burning Spear o Tiken Jah Fakoly, y en los homenajes a Bob Marley en el año en que habría cumplido 80 años. Sus hijos Julian y Ky-Mani Marley, junto a The Wailers y la legendaria Marcia Griffiths, rindieron un tributo cargado de memoria y esperanza.
200 shows y un crisol de estilos
Aunque el reggae sigue siendo el alma del Rototom, los seis escenarios principales y el SunBeach en la playa del Gurugú ofrecieron una programación ecléctica: dancehall, hip-hop, dub, ska, afrobeats, cumbia e incluso reggae-metal sonaron en esta edición.
Entre los nombres destacados estuvieron Shaggy, Spice, Koffee, Steel Pulse, Tarrus Riley, Morgan Heritage, Misty in Roots, Third World, así como artistas estatales como Morodo, Emeterians, Pure Negga o En Tol Sarmiento.
Cada noche fue una fiesta diferente: desde el mestizaje catalán de Maruja Limón hasta el hip-hop cubano de Orishas, que agitó la penúltima velada con letras de activismo social.
Mucho más que música: ciencia, arte y reflexión
El Rototom es también un espacio de aprendizaje y conciencia. El Foro Social acogió más de 1.200 personas en seis sesiones donde se debatió sobre la crisis humanitaria en Gaza, la emergencia climática, el racismo o los retos de la interculturalidad.
Entre los ponentes estuvieron Raquel Martí (directora de UNRWA España), la ministra indígena brasileña Sonia Guajajara, el investigador del CSIC Fernando Valladares, el periodista Gonzo y la ilustradora Flavita Banana.
La Reggae University, por su parte, profundizó en la espiritualidad rastafari y en la evolución del dub en el siglo XXI.
El espacio Discovery Lab, en colaboración con el CERN, volvió a ser uno de los más aclamados: talleres de helados con nitrógeno líquido, experimentos magnéticos y charlas sobre inteligencia artificial acercaron la ciencia de forma divertida a miles de visitantes.
Una experiencia familiar y solidaria
El festival refuerza cada año su carácter intergeneracional. En 2025 acudieron 16.966 menores de 13 años y 11.202 mayores de 65, gracias a una logística pensada para familias: zonas de acampada tranquilas, espacios inclusivos y actividades infantiles en Magicomundo o Pachamama.
Además, el arte en vivo de la Social Art Gallery destinó todos los beneficios de sus 14 obras a proyectos sociales, y la oferta gastronómica recorrió sabores del mundo con opciones veganas, vegetarianas y sin gluten.
Una edición para la historia
El Rototom Sunsplash 2025 se despide como una de las ediciones más multitudinarias y emotivas de su historia. Más allá de los 218.000 asistentes presenciales, la retransmisión online permitió que 3,7 millones de personas siguieran los conciertos y debates desde sus hogares.
La clausura, con el reggae consciente de Tiken Jah Fakoly y un flashmob solidario con Palestina, dejó claro que este festival no es solo música, sino también un espacio de conciencia y resistencia cultural.
El león del Rototom vuelve a rugir con fuerza, recordando que celebrar la vida es también luchar por un mundo más justo, inclusivo y diverso.