La Galería de las Colecciones Reales de Madrid exhibe los muestrarios de mármoles que los arquitectos del Palacio Real presentaron a los Borbones entre 1740 y 1790 para la construcción del nuevo alcázar. Entre ellos, las piezas únicas de las canteras de cinco municipios de Castellón: Càlig, Vinaròs, Figueroles, Cervera del Maestre y Vilafamés.
La Diputación Provincial de Castellón pone en valor la exposición que por vez primera se exhibe completa al público hasta el 7 de septiembre. «El valor único de esta provincia no es nuevo. La nueva dinastía de los reyes borbones ya nos admiraba», declara el diputado provincial de Cultura, Alejandro Clausell.
En 1738, tras el incendio que destruyó el antiguo Alcázar de Madrid la Nochebuena de 1734, Felipe V colocaba la primera piedra del Palacio Real. Una magna construcción que entre 1740 y 1790 requirió de unos materiales «únicos y singulares». «Y la excelencia de la provincia de Castellón estuvo ahí».
Alejandro Clausell, diputado provincial de Cultura, ha puesto en valor la exposición que la Galería de las Colecciones Reales de Madrid exhibe hasta el próximo 7 de septiembre y que muestra, por vez primera al público, el repertorio completo de los mármoles que fueron presentados a los reyes borbones para decorar el Palacio Real. Ocho arcas de pino con lana roja abatanada, detalles en seda, papel y piedra. «Y entre las piezas más bellas, las de nuestra provincia, Castellón, con ejemplos puros y magníficos del mármol de cinco canteras».
Càlig, Cervera del Maestre, Vinaròs, Figueroles y Vilafamés aportaron a la regia corte sus materiales para que la ilusión de Felipe V fuera una realidad. No solo se ofrecieron piezas «en cantidad abundante», como refleja el muestrario, también sirvieron para decorar otros Sitios Reales, como El Escorial, El Pardo o el Palacio de Aranjuez en los posteriores reinados de Carlos III y Carlos IV.
Al frente de aquellos muestrarios nada menos que dos grandes de la arquitectura, Giovanni Battista Sacchetti y Francesco Sabatini. Porque si bien Felipe V hizo llamar al arquitecto cumbre de su época, Filippo Juvarra, para proyectar el Palacio Real, sería su discípulo, Sacchetti, el que continuaría su obra en 1737 y Sabatini haría lo propio a partir de 1760.
«Las piedras de pulimento, como se llamaban en aquel momento, tenían sello de la provincia de Castellón», explica Clausell. Y ese gusto regio por el mármol hizo que «nuestra tierra tomara parte activa de aquel gran monumento que es emblema de la capital de España como también de otros Reales Sitios de imponente belleza», afirma el diputado provincial de Cultura.
Tres arcas con sello de Castellón
Y así se recoge en la muestra. En la caja catalogada como número uno figuran dos canteras de «Calih, en el Reyno de Valencia», hoy Càlig, a 81 leguas de Madrid; también «Binaróz, en el Reyno de Valencia», hoy Vinaròs, también a 81 lenguas. Y por último dos canteras de «Zerbera, en el Reyno de Valencia», hoy Cervera del Maestre, a 82 leguas.
En la caja número dos figura «Figueroles, en el Reyno de Valencia», a 72 leguas. Y en la caja número tres «Villafames, en el Reyno de Valencia», a 73 leguas. «Todas las canteras en cantidad abundante para surtir las necesidades del rey y todos los municipios a diferentes leguas de distancia, como establece el memorando que se adjunta a cada arca».
Cada caja «exhibe las muestras de ese mármol, extraído de nuestras canteras, y que llegó a Madrid para que el rey escogiera«. Una exposición «que reconoce el valor de nuestra tierra y que para nosotros deja clara, por su belleza, cuál hubiera sido nuestra elección. Su Majestad, escoja Castellón».