El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se vio obligado a darse la vuelta en pleno vuelo hacia París por una avería en el Falcon presidencial. Iba a reunirse con Zelenski y otros líderes europeos, pero terminó conectándose por videoconferencia desde Moncloa. España, mientras tanto, no sabe si preocuparse por el estado de la aviación o por el del wifi de La Moncloa. El Falcon, por su parte, ya ha pedido vacaciones.
En este país donde los trenes se paran, los ascensores no suben y los ascensores de la política siempre están al borde del colapso, lo último que nos faltaba era que se estropeara también el Falcon presidencial. Pedro Sánchez, que volaba hacia París para reunirse con Volodímir Zelenski y otros popes de la política europea, tuvo que darse la vuelta en mitad del viaje por una avería. ¿La razón oficial? “Problemas técnicos”. ¿La oficiosa? El avión también necesitaba vacaciones.
El Falcon se cansa, como el resto de España
Imagínate estar a medio camino de una cumbre internacional y que el piloto diga:
“Presidente, ¿prefiere ver el resto del vuelo en streaming?”
Pedro Sánchez no llegó a París, pero al menos no fue por retrasarse como Renfe. El Falcon, ese símbolo moderno del poder ejecutivo con alas (y con millas acumuladas de tantos viajes), decidió que ese día no volaba más. A lo mejor es que también está afectado por la subida de temperaturas, el precio del combustible o las críticas del PP.
París se quedó sin Pedro, pero ganó una conexión a Zoom
Ante el imprevisto mecánico, Sánchez optó por el “Plan B”: conectarse por videoconferencia, como si fuera una tutoría universitaria. Así, mientras Macron, Starmer, Merz y Von der Leyen estaban cara a cara discutiendo sobre Ucrania, Sánchez estaba en modo teletrabajo desde su despacho. Eso sí, seguramente con buena iluminación, fondo neutro y cámara HD, no como tú en tu última reunión por Teams.
Y aquí hay que reconocer algo: Sánchez no se rinde. Si no puede ir en avión, se planta virtualmente.
¿Lo siguiente? ¿Gobernar por Twitch? ¿Debatir en el Congreso con filtros de Instagram?
El Falcon ya venía dando señales… y no eran por radio
Desde hace meses, el Falcon ha sido protagonista involuntario de muchos debates. Que si Sánchez lo usa demasiado, que si el combustible, que si la huella de carbono, que si el Falcon ya es parte del Consejo de Ministros… Lo que no esperábamos es que el avión se rebelara, y justo cuando tenía una cita clave con Zelenski y los líderes de la coalición europea.
Porque claro, hablar sobre garantías de seguridad a Ucrania con Putin rondando el mapa geopolítico y que lo que falle sea tu avión, no es el mejor augurio. Quizás había algún mensaje oculto en esa avería: “Pedro, quédate en casa que hoy hay gota fría en Bruselas.”
¿Y qué pasó con la cumbre?
Pues lo importante siguió adelante. La reunión entre líderes europeos y la OTAN se celebró tal y como estaba previsto. Se discutieron las garantías de seguridad para Ucrania en caso de un alto el fuego con Rusia. Estaban todos: Macron, Starmer, Merz, Von der Leyen, Mark Rutte… y ahora también Pedro “conectado por Zoom” Sánchez.
Según fuentes de Moncloa, la participación por videoconferencia fue activa y comprometida. Aunque eso sí, nadie ha confirmado si se le cortó la conexión justo cuando hablaba, o si dijo en algún momento: “Perdón, estaba en mute.”
¿Y si la avería hubiera sido con Rajoy?
No podemos evitar imaginar cómo habría reaccionado otro presidente. Si esto le pasa a Rajoy, probablemente habría dicho algo como:
“El avión no vuela, pero la intención era buena. Y el trayecto se hace, aunque sea mentalmente.”
Si le pasa a Feijóo, ya habría culpado a Sánchez de romper también los aviones. Y si le pasa a Abascal, seguramente habría exigido que voláramos en caballo de batalla o en zepelín nacional.
El lado positivo: una cumbre sin jet lag
En tiempos donde todo falla, al menos el presidente del Gobierno ha demostrado ser resiliente. No hay avión, no hay problema. Para eso están las videollamadas, los fondos con bandera de España y la buena conexión de fibra óptica.
Eso sí, la próxima vez que haya una cumbre importante, que alguien le eche un vistazo al Falcon antes del despegue. No por seguridad, sino por dignidad diplomática. Porque no es lo mismo llegar tarde a clase que perderte una reunión con Zelenski y Ursula Von der Leyen por culpa de una junta rota.