El 29 de octubre de 2024 quedó grabado para siempre en la memoria de los vecinos de Paiporta. Esa tarde, la fuerza del agua sorprendió a cientos de personas en cuestión de minutos, dejando tras de sí un rastro de destrucción y muerte. Entre los testimonios de supervivencia destaca el de Miriam y su madre, que estuvieron al borde de perder la vida hasta que apareció un inesperado héroe: Salvador, el párroco de la Iglesia de San Ramón.
Casi un año después, víctima y salvador se han reencontrado en el mismo lugar donde sucedió todo.
La angustia bajo el agua
A las 19:02 horas del 29 de octubre, el agua subía a una velocidad vertiginosa en las calles de Paiporta. Miriam y su madre, atrapadas por la corriente, se subieron primero a un banco de la calle y después a un muro de la iglesia, mientras veían cómo coches, árboles y todo tipo de objetos eran arrastrados sin control.
“El agua nos llegaba al cuello, no sabíamos qué hacer. Éramos siete personas y pensábamos que todo acababa allí”, recuerda Miriam. Los gritos pidiendo ayuda se mezclaban con el miedo a que la corriente se llevara a alguien en cualquier momento.
La llamada providencial
Una de las mujeres del grupo conocía el teléfono del párroco y trató de localizarlo sin éxito. Fue gracias a una llamada desde Valencia como finalmente el móvil de Salvador sonó.
“Me dijeron: ahí abajo tienes a siete personas que te necesitan. Fue providencial, porque apenas entraban llamadas”, recuerda el sacerdote.
Desde dentro de la iglesia, Salvador empujaba la puerta mientras Miriam y los demás lo hacían desde fuera, hasta que lograron abrirla a patadas. Ese gesto les dio la vida. “Pasamos nadando por encima de nuestro coche. Entrar en la iglesia fue como volver a nacer”, cuenta la joven.
El reencuentro casi un año después
Ahora, con las aguas calmadas, Miriam y Salvador han podido abrazarse de nuevo. Un reencuentro cargado de emoción y gratitud.
“Es una alegría verla de nuevo y ya le he dicho que tiene una segunda oportunidad”, asegura Salvador.
Miriam, por su parte, reconoce que aquella experiencia le ha cambiado la forma de vivir: “Nunca puedes saber cuándo será el último momento o el último abrazo. Aquella noche aprendimos que la vida puede cambiar en segundos”.
Una lección de vida en medio de la tragedia
Mientras muchas familias lloraban la pérdida de sus seres queridos, Miriam y las otras seis personas que lograron entrar en la iglesia encontraron una salida en medio del caos. La historia de su rescate se ha convertido en un símbolo de esperanza y en un recordatorio de la importancia de la solidaridad en los momentos más difíciles.