El Puente de la Exposición, lienzo del vandalismo
El Puente de la Exposición, conocido como «La Peineta» por su elegante arco diseñado por Santiago Calatrava, se erige en el Jardín del Turia como un símbolo de la Valencia moderna. Sin embargo, esta joya arquitectónica, inaugurada en 1995, se ha convertido en un blanco recurrente del vandalismo.
Grafitis y pintadas cubren sus superficies de acero blanco, mientras la falta de vigilancia, la escasez de sanciones a los responsables y la lentitud en su limpieza evidencian una preocupante desidia bajo el gobierno de María José Catalá. Las quejas vecinales señalan un problema crónico que amenaza los puentes del antiguo cauce del río Turia, tanto los históricos, como los más modernos.
El puente, que conecta el Paseo de la Alameda con la Porta de la Mar, es una obra que integra una estación de metro subterránea y que refleja la visión innovadora y moderna que Calatrava proyectó en la ciudad a finales de los años 90.
Sin embargo, sus soportes y barandillas están salpicados de firmas, mensajes políticos y garabatos que deslucen su blancura original. Un puente que sigue siendo un imán para los grafiteros debido a su accesibilidad y la ausencia de medidas disuasorias. La falta de vigilancia es un clamor, a pesar de las promesas electorales de Catalá en 2023.
La ordenanza municipal de convivencia, aprobada bajo su mandato, establece multas de hasta 750 euros por deteriorar el espacio público y exige la limpieza inmediata por parte de los infractores. Sin embargo, los datos son elocuentes: desde 2019, solo se han impuesto 18 sanciones por pintadas en bienes históricos, ninguna desde 2021.
Esta inacción contrasta con el discurso de Catalá, quien, en la oposición, criticaba la “impasibilidad” del anterior gobierno ante el aumento de pintadas en monumentos como la Catedral, La Lonja o los puentes del Turia.
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La tardanza en eliminar los grafitis agrava el problema
El Ayuntamiento contrató en 2023 un servicio especial de limpieza de pintadas por 4 millones de euros a cinco años, enfocado en bienes patrimoniales. Sin embargo, los grafitis permanecen semanas o meses por la ineficacia, la descoordinación y el caos administrativo.
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Esta lentitud no solo afecta la estética, sino que pone en riesgo la integridad del material, ya que las pinturas pueden corroer el recubrimiento del acero si no se retiran pronto, según expertos. .El gobierno de Catalá, en el poder desde 2023, ha priorizado campañas de sensibilización y planes de choque puntuales, pero todas estas campañas y la normativa municipal se queda en “papel mojado” sin una persecución efectiva de los responsables.
No se puede mirar para otro lado mientras el patrimonio se convierte en un escaparate de la dejadez y desidia municipal.
¿Dónde está el plan de choque de Catalá?
El impacto del vandalismo no es solo visual. El Puente de la Exposición, es también un atractivo turístico por su diseño fotogénico, y pierde atractivo ante visitantes que se encuentran con un monumento pintarrajeado, llevo de pegatinas y de stickers. Además, los costes de limpieza y restauración son costosos y los terminan pagando los ciudadanos con sus impuestos.
La gestión de María José Catalá, sigue bajo escrutinio y enfrenta un desafío claro. Las promesas de una “València més neta” chocan con la realidad de un puente que, lejos de brillar, acumula pintadas de espray y críticas. La falta de cámaras, la escasa aplicación de sanciones y los retrasos en la limpieza dibujan un panorama de desidia inaceptables.
Mientras los grafiteros actúan con impunidad, los valencianos exigen acción: multas efectivas, vigilancia real y un compromiso firme para eliminar todas las pintadas del Puente de la Exposición y del resto de puentes y los pretiles del antiguo cauce del río Turia.
La pregunta que habría que trasladar a Catalá sería: ¿cuándo dejará el gobierno municipal de ser cómplice pasivo del vandalismo?