Casi un año después de la tragedia, los vecinos asisten emocionados al derribo de la casa en ruinas que recordaba cada día la catástrofe.
Valencia, 19 de septiembre de 2025.
Han pasado 325 días desde la DANA del 29 de octubre de 2024, que dejó graves daños en la provincia de Valencia y la muerte de Concha, una vecina de Paiporta atrapada en su propia vivienda. Este viernes, una máquina excavadora comenzó finalmente el derribo de la casa en ruinas donde se produjo la tragedia, un gesto simbólico que supone alivio para los habitantes del municipio.
Un recuerdo constante de la tragedia
Desde la inundación, la casa se mantenía en pie en pleno centro del pueblo, deteriorada y con riesgo de derrumbe. Para muchos vecinos, su presencia era un recordatorio diario de lo ocurrido. “Tenía mucha amistad con Concha. Siempre estaba sentada con su silla en la puerta. Esa noche se escuchaban sus gritos pidiendo ayuda”, recordaba entre lágrimas Eli, vecina de la fallecida.
Al día siguiente de la riada, frente a esa misma vivienda se vivió una de las imágenes más simbólicas del desastre: un tractor con pala retirando toneladas de lodo junto a voluntarios. “Lo llevaba mi padre y cuando él no podía, lo cogía yo. Dentro de aquel desastre había algo bello, ver a tanta gente ayudando”, rememoraba Pepe.
Un cierre necesario
Durante meses, los vecinos no solo tuvieron que convivir con el recuerdo de Concha, sino también con el temor de un posible derrumbe y la incomodidad de rodear la vivienda. Almudena, otra vecina, presenció la demolición y la grabó con su móvil: “Es un descanso porque así podemos pasar al siguiente nivel”. En la fachada, ella misma pintó una marca, no para señalar la altura del agua, sino para homenajear a la solidaridad que recibieron: “La puse en memoria de la gente que vino a ayudar sin pedir nada a cambio”.
Hacia un nuevo comienzo
El derribo de la casa marca un punto de inflexión para el vecindario. Tras meses de dolor y espera, los habitantes de Paiporta sienten que por fin se cierra una etapa y se abre otra en la que podrán pensar en reconstruir sus vidas.
“Con este derribo, los vecinos por fin podemos empezar de nuevo”, resumía uno de los presentes con la emoción aún a flor de piel.