Valencia, 22 de septiembre de 2025.
La DANA que golpeó la provincia el 29 de octubre de 2024 sigue dejando secuelas en el barrio de la Almassereta de Picanya. Diez meses después, varias familias afectadas continúan sin poder volver a sus viviendas, entre ellas Felipe y Constanza, cuya casa fue devastada por las inundaciones.
El matrimonio logró un derribo parcial del inmueble y espera ahora la valoración de un arquitecto para que el seguro desbloquee la indemnización. “Todavía no nos han pagado, y mientras tanto seguimos con mil preguntas y ninguna respuesta”, denuncia Felipe.
Durante este tiempo, la pareja vive en un piso de alquiler sufragado en parte con ayudas del Ayuntamiento y de la Generalitat Valenciana. Pero la situación se complica: el consistorio ha suspendido la concesión de licencias de obra en la zona durante dos años, lo que impide iniciar la reconstrucción.
El hijo de otra afectada denuncia la precariedad de la situación: “Están pagando la hipoteca de una casa que no tienen, y además no les dan permiso para levantarla de nuevo”.
El caso de Felipe y Constanza no es aislado. Según los vecinos, más de 300 días después del temporal hay varias familias de la calle Almassereta que siguen sin una solución definitiva. El recuerdo del desastre aún es visible en las casas derribadas y en solares vacíos que antes eran hogares.
A sus 74 años, Felipe pide al menos salvar su olivo, símbolo de resistencia en medio de la tragedia: “Fue el único que sobrevivió en toda la calle”.
La DANA dejó en Picanya no solo daños materiales, sino también una herida emocional que, casi un año después, sigue sin cerrarse.