La vecina de 75 años salió a pasear tras sentirse indispuesta y nunca regresó. Su ausencia pesa cada día sobre su marido y sobre un pueblo que no entiende qué pudo pasar.
Una rutina rota de repente
En Jacarilla, una pequeña localidad de la Vega Baja, todavía se habla en voz baja de Janet Fison. Hace cuatro meses que nadie sabe nada de ella. Aquella tarde del 30 de mayo parecía una más: una cena tranquila con su marido Marc, planes de viaje para celebrar la venta de una casa y, de pronto, un malestar inesperado. Janet decidió salir a caminar por la ribera del Segura, un paseo habitual para el matrimonio. Fue la última vez que alguien la vio.
“Es como si se hubiera esfumado”, repite su amigo Efrén, dueño del bar Stamberg, donde Janet y Marc eran clientes fijos. “Antes siempre venían juntos, pedían dos copas de vino y se reían. Ahora Marc viene solo, más delgado, apagado. Da mucha pena”.
La última vez que la vieron
Según el relato de los vecinos, Janet fue vista por una mujer que hacía deporte aquella noche. Estaba en el suelo, aparentemente indispuesta. La corredora la ayudó a levantarse, pero Janet le aseguró que se encontraba bien. Nadie imaginaba que ese sería su último rastro.
Desde entonces, la Guardia Civil activó dispositivos de búsqueda con perros, drones y helicópteros. Revisaron caminos, bancales, incluso el cauce del río. No hallaron nada.
Sin documentos ni teléfono
Una de las primeras hipótesis fue que hubiera decidido regresar a su país natal. Pero pronto se descartó: en casa quedaron su pasaporte, el DNI y el teléfono móvil. “Marc lo tiene claro, ella no se fue por su cuenta”, asegura su entorno más cercano.
El último rastreo oficial se llevó a cabo a comienzos del verano. Después, silencio. El caso está judicializado y las autoridades no han ofrecido más detalles.
La inquietud del pueblo
En Jacarilla, un municipio tranquilo donde nunca pasa nada, la desaparición de Janet se ha convertido en una sombra que lo cubre todo. “Han dejado de buscarla, y eso no puede ser. Aquí todos tenemos hijos, madres, familia. Si alguien de la zona la ha retenido, ¿cómo vamos a vivir tranquilos?”, se pregunta Efrén.
Los vecinos sienten una mezcla de miedo, incredulidad e impotencia. Nadie encuentra explicación a que una mujer de 75 años desaparezca sin dejar huella en un pueblo donde todos se conocen.
Cuatro meses de ausencia
Mientras el tiempo avanza, Marc sigue entrando cada tarde en el bar donde antes compartía risas con su esposa. Pide solo una copa de vino, se sienta en silencio y espera. Para él, y para todo Jacarilla, la pregunta es la misma desde hace cuatro meses: ¿dónde está Janet?