El municipio de Sueca ha recibido la donación de dos piezas de gran valor patrimonial histórico y artístico local. Se trata de una campana de bronce, datada en 1803, y de una escultura del Niño Jesús Divino que, gracias a este gesto solidario, volverán a su lugar original, el Convento de Franciscanos, un edificio de origen religioso anexo a la iglesia de Nuestra Señora de Sales, construido entre los años 1730 y 1766 que, en 1812, a causa de la desamortización, pasó a ser de propiedad municipal. Desde ese momento, empezó a utilizarse para diferentes usos públicos, entre ellos, como Hospital Maternal. Y fue allí donde se crió siendo hijo de madre soltera Arturo Domínguez Almunia, quien ahora ha querido devolver al mismo edificio estas piezas que su madre, Carmen, conservó durante las últimas décadas.
«Ambas piezas aparecieron en la basura y, entonces, las monjas que dirigían el hospital en ese momento le dijeron a mi madre, que había permanecido aquí trabajando después de que yo naciera, que se las quedara y las cuidara. El Ayuntamiento fue conocedor de este hecho y me propusieron hacer una donación; y yo estoy encantado de que hayan vuelto al lugar donde debían estar, aquí en Sueca, que es mi casa», ha explicado Arturo Domínguez. El concejal de Patrimonio, Sergi Tomás, ha manifestado su satisfacción porque estas piezas hayan vuelto a su lugar de procedencia “gracias a una familia que durante 40 años ha velado por su buen estado. Nuestro agradecimiento a Arturo, por su generosidad y total predisposición ante la propuesta del Ayuntamiento de recuperarlas, y también a los compañeros del Ayuntamiento, por el gran trabajo interdepartamental que han realizado, con tanto respeto y cuidado». El acto de donación ha contado con la presencia también de las concejales Pilar Moncho y Sari Sáez.
La campana tiene grabado 1803, el año en que fue fundida, una circunstancia que se repite en las cinco campanas de la torre de la iglesia de Nuestra Señora de Sales, por lo que el especialista, Francesc Llop, asegura que fue creada por el mismo artesano, Cristóbal García. Se trata de una campana de llamada que se utilizaba para convocar a los frailes franciscanos a sus quehaceres diarios. Por su parte, la escultura de Jesús Divino es una pieza del siglo XX, de autor desconocido. Su llegada al Convento se relaciona con la llegada de las monjas de la congregación de las Hijas de la Caridad para crear el Hospital Maternal.