La Guardia Civil intenta recomponer las últimas horas de la joven de 28 años desaparecida en agosto, cuyo cuerpo ha aparecido calcinado en una zona de difícil acceso. La autopsia confirma su identidad, pero no despeja el misterio.
El hallazgo del cuerpo de Beatriz Guijarro, desaparecida el pasado 9 de agosto en Oliva (Valencia), ha devuelto la esperanza de respuestas a su familia, pero también ha abierto un sinfín de interrogantes. Su cadáver fue encontrado esta semana por unos excursionistas en la montaña de la Creu, una zona abrupta, apartada y de difícil acceso. Aunque la autopsia ha confirmado su identidad, las circunstancias de su muerte siguen siendo un enigma.
Una noche que parecía rutinaria
Beatriz, de 28 años, fue vista por última vez la madrugada del 9 de agosto. Aquel día había estado con su novio, de quien se despidió como si fuera a regresar a casa. No había ningún plan especial, nada que indicara que la joven fuera a desaparecer pocas horas después.
Sin embargo, una cámara de seguridad de un bar de Oliva captó imágenes de Beatriz esa misma noche. Según la investigación, acudió a la vivienda de una tía segunda, donde también se encontraba un conocido de ambas. Los tres estuvieron allí un tiempo, hasta que, ya de madrugada, Beatriz se marchó junto a ese hombre hacia otra zona de la localidad.
De acuerdo con su testimonio, la joven se despidió de él cerca de las siete de la mañana, y desde entonces nadie volvió a verla con vida.
El hallazgo del cuerpo
El pasado lunes, unos excursionistas que caminaban por una senda de montaña localizaron unos restos calcinados. La Guardia Civil confirmó días después que pertenecían a Beatriz. El cuerpo estaba en una zona muy escarpada, a poca distancia del lugar donde fue vista por última vez.
El estado de los restos, severamente afectados por el fuego, ha dificultado las labores forenses. Aun así, la autopsia preliminar no ha hallado indicios claros de violencia externa antes de la muerte, por lo que no se descarta ninguna hipótesis: accidente, suicidio o incluso homicidio.
Un incendio que complica el caso
Uno de los elementos más desconcertantes es que el cuerpo apareció en un área afectada por un incendio forestal el pasado septiembre, un fuego intencionado originado, según los primeros informes, tras una rencilla vecinal.
Esto plantea dos escenarios: que el incendio destruyera pruebas clave o que el fuego se iniciara mucho después de la muerte, carbonizando un cuerpo que ya estaba allí.
La Guardia Civil trata de determinar si Beatriz murió antes o durante el incendio, y si su muerte está o no relacionada con ese fuego.
¿Accidente o abandono?
Los investigadores barajan la posibilidad de que la joven, en su camino de regreso a casa, se desorientara o sufriera una caída, lo que podría haberle causado heridas fatales. En ese supuesto, el acompañante que estuvo con ella aquella noche podría enfrentarse a un delito de omisión del deber de socorro, si se demostrara que la dejó sola pese a saber que se encontraba mal o desorientada.
El caso, sin embargo, no presenta aún pruebas concluyentes. Los agentes del grupo de homicidios de la Guardia Civil de Valencia mantienen todas las líneas abiertas mientras reconstruyen las últimas horas de la joven.
Una familia que aún espera respuestas
La familia de Beatriz Guijarro lleva casi dos meses esperando noticias. Su desaparición movilizó a voluntarios, vecinos y equipos de rescate en una búsqueda que ahora se cierra con un hallazgo trágico y un silencio lleno de preguntas.
¿Por qué Beatriz se internó sola en el monte de madrugada?
¿Murió por accidente o alguien la dejó allí?
¿Tuvo algo que ver el fuego que arrasó la zona semanas después?
Por ahora, solo el tiempo —y la investigación judicial— podrán arrojar luz sobre uno de los casos más enigmáticos ocurridos este año en la comarca de la Safor.