Casi un año después de la DANA que golpeó con fuerza la provincia de Valencia, las heridas siguen abiertas para muchas familias. Entre ellas, la de Eliana y su hija Ester, dos vecinas de Paiporta que lo perdieron todo aquella noche del 29 de octubre de 2024. Su casa, sus recuerdos y parte de su entorno desaparecieron bajo el agua y el lodo. Hoy viven en Picassent, lejos de su barrio, intentando reconstruir una vida que ya no reconocen.
“Hemos vivido un terror. Nunca me habría imaginado que nos íbamos a quedar en la calle sin nada”, recuerda Eliana, con la voz entrecortada. Originaria de Brasil, llegó a Paiporta hace 22 años, donde formó su hogar y crió a su hija. “Aquí tenía mi vida, mis amigos, mi trabajo. Todo estaba aquí”, cuenta.
Una nueva vida lejos de casa
Tras la tragedia, Eliana y su hija pasaron por varios alojamientos temporales. Primero fueron trasladadas a Puçol, a casi cuarenta kilómetros de su antiguo domicilio, y más tarde a Picassent, donde actualmente residen en un barrio que, según explican, es “difícil y poco seguro”.
“Después de lo que hemos pasado nos encontramos con esto. Mi hija está en tratamiento psicológico, pero ahora tiene muy lejos el lugar donde acude a terapia”, explica con resignación. La distancia ha roto su rutina y también los lazos que las unían a su comunidad.
Ester, de solo once años, intenta adaptarse, aunque confiesa que le cuesta. “Es como llevar una mochila llena de piedras. Ver que no estoy en mi calle, en mi casa, y que algunos amigos ya no están… siento que ya no estoy en mi vida”, dice con una madurez que contrasta con su edad.
El regreso a su barrio
Hace unos días, madre e hija volvieron a caminar por su antigua calle en Paiporta. Lo hicieron con emoción, abrazándose a los vecinos que tanto las ayudaron durante los peores momentos. “Tienen que volver a Paiporta. Desde el primer día les tendrían que haber buscado una casa aquí. ¿Habéis visto cómo quedó su casa? Se me ponen los pelos de punta solo de pensarlo”, comenta una vecina al verlas regresar.
Entre lágrimas, Eliana observa las paredes que una vez fueron su hogar. “Necesitamos una vivienda en nuestro barrio para poder salir adelante”, reclama. Sus antiguos vecinos comparten el mismo deseo: verlas volver y recuperar su lugar.
Una herida que aún no cicatriza
Eliana y Ester son solo dos de las muchas víctimas que todavía buscan estabilidad tras la catástrofe. La falta de soluciones cercanas a sus barrios ha provocado que muchas familias vivan desarraigadas, lejos de sus colegios, sus trabajos y sus redes de apoyo.
“Siento como que me muero”, confiesa la pequeña Ester, mientras su madre la abraza con fuerza. Su historia es el reflejo del largo camino que aún queda por recorrer para quienes perdieron todo en aquella DANA que cambió la vida de cientos de personas en la provincia de Valencia.