Valencia, 15 de octubre de 2025.
La historia de Antonio Famoso, el hombre que fue hallado momificado en su vivienda de la calle Luis Fenollet de Valencia después de llevar muerto 15 años, continúa revelando nuevos y estremecedores detalles. Lo que comenzó como un misterio sobre cómo nadie había notado su ausencia, se ha convertido en un retrato de aislamiento extremo y de una soledad, en parte, elegida.
Un pasado marcado por el abandono
Antonio, nacido en 1939, trabajó durante años como albañil. Según fuentes cercanas, su vida cambió radicalmente tras separarse de su mujer en 1990. A partir de entonces decidió romper cualquier vínculo con su familia. Renunció a la custodia de sus dos hijos, que entonces tenían 13 y 14 años, y se quedó solo en el piso que, años más tarde, acabaría convirtiéndose en su tumba.
Los hijos, que quedaron en una situación vulnerable, jamás volvieron a tener contacto con él. Cuando alcanzaron la mayoría de edad, Antonio los desheredó de forma expresa, según ha revelado el diario Las Provincias. “Nunca se interesó por ellos, ni siquiera una llamada”, aseguran las fuentes citadas.
Un hallazgo casual tras las lluvias
Durante más de una década, nadie preguntó por él. Su buzón permanecía vacío, sus recibos seguían pagándose automáticamente y su vivienda daba señales de abandono solo hacia dentro.
Fue la DANA de finales de septiembre, con las lluvias torrenciales que afectaron a Valencia, la que destapó el terrible hallazgo. El edificio sufrió filtraciones y un atasco en las bajantes, lo que obligó a los bomberos a acceder al piso de Antonio. Allí, entre basura acumulada, palomas muertas y excrementos, encontraron su cuerpo en avanzado estado de momificación, tendido entre la cama y el armario, con la puerta cerrada por dentro con pestillo.
Un hombre invisible
Quienes lo conocieron lo describen como un hombre huraño y reservado, que apenas mantenía conversación con nadie. Algunos vecinos pensaban que se había marchado a una residencia; otros, sencillamente, dejaron de recordarlo.
Paradójicamente, Antonio acudía con regularidad a las juntas de vecinos hasta poco antes de su desaparición, según el administrador de la finca. Esa fue la última huella de su vida social.
La rutina que siguió tras su muerte
Durante los 15 años que su cuerpo permaneció en el interior del piso, las facturas de luz, agua y comunidad siguieron pagándose, ya que tenía fondos suficientes en la cuenta bancaria. Incluso se liquidó una deuda de más de 11.000 euros con la comunidad tras un embargo automático de sus ingresos.
Las autoridades sospechan que Antonio siguió cobrando la pensión tras su fallecimiento, ya que la Seguridad Social no exige un certificado de fe de vida para mantener los pagos. Este detalle explica por qué nadie detectó irregularidades durante tanto tiempo.
Un final triste y revelador
El caso de Antonio Famoso ha despertado un profundo debate sobre la soledad no deseada y el abandono social de las personas mayores. Pero en su caso, la soledad fue también una elección: rompió lazos, rechazó ayuda y se apartó del mundo.
Su historia es el reflejo más extremo de cómo una vida puede desaparecer en silencio, rodeada de rutinas automáticas y de indiferencia colectiva.
Un hombre que eligió el aislamiento, y al que el tiempo —y la lluvia— terminaron por descubrir quince años después, cuando ya nadie lo esperaba.