Subtítulo claro, conciso y con una punzada bien dada:
Mientras Mazón dimite entre lágrimas (y titulares), medio país se convierte en experto en gestión de catástrofes desde el sofá, aunque ninguno de los críticos fue visto empuñando una pala ni sacando barro de un sótano valenciano.
¿Dónde estabas tú cuando la DANA arrasó Valencia? (Spoiler: no en primera línea)
Lo hemos investigado. Nos hemos dejado los ojos buscando fotos, vídeos, stories, directos y hasta TikToks. Hemos usado reconocimiento facial, satélites y hasta la ouija. Y no, no hemos encontrado a ninguno de los tuiteros indignados, a ninguna ministra compungida ni a ningún opinador de pancarta fácil con una pala en la mano el 29 de octubre de 2024, cuando la DANA arrasó Valencia dejando 229 muertos y toneladas de barro, angustia y silencio.
En cambio, sí hemos visto a Carlos Mazón. ¿En una comida? Sí. ¿Con Maribel Vilaplana? También. ¿Metiendo la pata hasta el fondo? Claramente. Pero al menos estaba en Valencia, no dictando sentencias desde una tertulia de Madrid con el café con leche en la mano y las botas limpias.
La indignación performativa: cómo convertir una tragedia en capital político desde cero metros de barro
La dimisión de Mazón ha caído como maná del cielo para los que llevaban un año afilando cuchillos desde el retrete. Rufián ha corrido a calificarlo de “cobarde, falaz y perverso” (se le olvidó añadir “del Opus” y “antivacunas” para completar el combo), Yolanda Díaz ha tuiteado desde su oficina insonorizada que “las víctimas no merecían esta comparecencia”, y Pablo Fernández de Podemos le ha deseado “cárcel”. Porque claro, el barro se limpia con prisiones preventivas y declaraciones institucionales de TikTok.
Pero, insistimos: ¿Dónde estaban ellos aquel día? ¿En qué punto del barranco del Poyo los vio usted con una pala, una manguera, o al menos unos guantes? ¿Alguno empujó un coche? ¿Cargó sacos? ¿Repartió agua? ¿Consoló a un abuelo? ¿Recogió a un gato mojado?
La respuesta: no.
El baremo de la culpa según Twitter
El día de la DANA, Mazón estaba en una comida. Error. No tenía que estar comiendo, tenía que estar… ¿Dónde? ¿Dibujando mapas? ¿Moviendo nubes con la mente? ¿Gritando órdenes desde una avioneta?
Las redes, como siempre, piden líderes que sean a la vez meteorólogos, profetas, bomberos, socorristas y community managers. Que respondan en tiempo real a cada gota que cae y se teletransporten al centro del desastre como si fueran el Doctor Strange de Vox.
Y, por supuesto, que lo hagan sin equivocarse jamás. Porque si te confundes, te vas. Pero si no apareces, nadie te dice nada, porque tú al menos no “estabas de paella”.
La gran ironía: dimitir por hacer mal algo que otros ni intentaron
Sí, Mazón cometió errores. Lo ha dicho él mismo, lo ha dicho Feijóo, lo han dicho hasta sus adversarios (aunque eso último no es mérito). Mantuvo la agenda, no pidió la emergencia nacional a tiempo, no se plantó en el barranco a lo Joan of Arc con las botas puestas. Y sí, a lo mejor tenía que haber cancelado la comida, el café y hasta la digestión.
Pero al menos asumió responsabilidad, algo que no se estila mucho últimamente. Mientras tanto, en el otro lado del ring, el Gobierno central sigue buscando excusas para no haber enviado refuerzos, y sus aliados prefieren contar cadáveres para pasarse facturas políticas, todo mientras sueltan que la reconstrucción no es competencia suya.
¿Dónde estaban entonces los que hoy se desgarran la camisa con tanto teatro institucional?
La hipocresía es gratis, pero se cobra en portadas
Ahora resulta que Carlos Mazón se ha convertido en la raíz de todos los males. Si llueve, es culpa suya. Si hay barro, también. Si alguien no llegó al hospital, él conducía la ambulancia. Si se cayó un muro, él diseñó los planos. Y si había tráfico en la V-30, seguro que era su coche el que colapsaba la rotonda.
Lo divertido es que muchos de los que hoy lo llaman “mentiroso” no han dicho ni mu sobre los 800.000 euros en sobres del PSOE, los contratos inflados del caso Koldo o las mamografías eliminadas en Andalucía. Porque ahí, al parecer, la indignación no sube de nivel alerta amarilla.
¿Qué hemos aprendido de todo esto?
- Que puedes ser el presidente de una comunidad, pero si no haces magia climática, no sirves.
- Que la gente prefiere una buena dimisión a una mala solución.
- Que criticar con las manos limpias es el nuevo deporte nacional.
- Y que la pala, esa gran olvidada, sigue sin aparecer en las manos de quienes más ruido hacen.
Reflexión final (que a nadie le importa, pero Google lo agradece)
Quizás va siendo hora de exigir lo mismo que exigimos: coherencia. Que si vas a pedir dimisiones por no estar en un barranco cuando cae el cielo, al menos te hagas una foto en el barro antes de tuitear.
Porque sí, Mazón se fue. Pero la hipocresía… esa sigue en el cargo.
¿Tú qué opinas? ¿También tienes una pala invisible o prefieres la indignación desde el sofá?
















