Subtítulo: La secretaria general es reelegida al frente del sindicato en la Comunitat Valenciana con una dirección de mayoría femenina y promesas de seguir conquistando derechos para la clase trabajadora. ¿Continuidad o renovación con tacones?
Una reelección sin sorpresas… pero con titulares
No hubo giros de guion, ni candidatos sorpresa, ni peleas internas dignas de un congreso del PSOE. Lo de CCOO CV este jueves fue una reelección de manual: Ana García vuelve a ser elegida como secretaria general del sindicato en la Comunitat Valenciana, en un proceso en el que, como en toda buena película de autor, lo importante no era el final, sino los detalles del camino.
Lo más llamativo no fue su victoria —que se daba por hecha— sino la composición de la nueva dirección: una amplia mayoría de mujeres. No una paridad simbólica ni una foto para el 8M, sino un cambio estructural que plantea una pregunta relevante: ¿estamos ante una nueva era del sindicalismo valenciano, más feminista, más diversa… o simplemente más “visible”?
¿Quién es Ana García y por qué sigue ahí?
Por si alguien se ha despistado en estos últimos años de movilizaciones, ERTEs, reformas laborales y pandemias: Ana García lleva desde 2021 liderando CCOO CV, y su mandato ha estado marcado por una mezcla de pragmatismo, presencia mediática y firmeza negociadora. Una figura de perfil más técnico que carismático, pero con una red interna muy bien tejida.
Se la ha visto al frente en momentos clave: negociaciones con el Consell, protestas por la precariedad sanitaria, y en esas infinitas mesas sectoriales donde se decide mucho más de lo que parece. Su continuidad no es solo una señal de estabilidad: también un mensaje de que el modelo de sindicalismo negociador, pero con dientes, sigue vigente.
¿Una dirección femenina… o una dirección feminista?
Lo de la “amplia mayoría de mujeres” en la nueva dirección no es un detalle menor. En un ecosistema sindical que durante décadas fue territorio de hombres con chaquetas de pana y lenguaje de comité, ver una cúpula teñida de morado no deja de ser un punto de inflexión.
Ahora bien, y esto es importante: que haya más mujeres no garantiza automáticamente políticas más feministas. Habrá que ver si esa mayoría se traduce en agendas laborales con perspectiva de género real: desde la lucha contra la brecha salarial, hasta la protección de sectores altamente feminizados y precarizados (hostelería, cuidados, comercio…).
Porque si la dirección cambia de género, pero no de enfoque, estaremos ante una foto bonita pero vacía. Como una pancarta en marzo y silencio en abril.
Los retos que vienen: empleo, transición ecológica y nuevos conflictos
La nueva dirección tendrá sobre la mesa todos esos temas que no caben en una nota de prensa, pero que definen la vida de miles de personas en la Comunitat Valenciana:
- Precariedad laboral: Porque aunque las estadísticas dicen que “el empleo mejora”, los contratos basura siguen ahí, disfrazados de temporalidades eternas y falsos autónomos.
- Transición verde: Que sí, que hay que salvar el planeta, pero no a costa de empleos mal pagados en el sector logístico o de fábricas que cierran para “deslocalizarse”.
- Digitalización y derechos laborales: Esa gran contradicción de nuestro tiempo. ¿Quién protege a los riders, a las cajeras automatizadas o a los informáticos explotados por “startups”?
- Servicios públicos: Sanidad, educación, dependencia… sectores que no solo necesitan más presupuesto, sino que exigen también dignidad laboral.
Un sindicalismo valenciano que quiere seguir marcando terreno
En el contexto autonómico, CCOO CV no es cualquier cosa. Tiene influencia, interlocución directa con el gobierno valenciano y una base importante en sectores estratégicos. La reelección de Ana García refuerza esa continuidad institucional, pero también plantea una pregunta inevitable: ¿hay margen para reinventar el sindicalismo desde dentro?
Porque, seamos sinceros, hay una parte de la sociedad que ve a los sindicatos como estructuras anquilosadas, más centradas en sus propias dinámicas internas que en responder a los problemas reales de la juventud trabajadora, los migrantes o los sectores emergentes.
Y eso, en tiempos de desafección política y movilización en redes sociales, es un riesgo muy real.
¿Dónde están los hombres? La inversión del tablero
En un giro casi poético, la dirección que antes era cosa de hombres con experiencia sindical ahora está dominada por mujeres con perfiles diversos. Esto genera, inevitablemente, un nuevo paisaje de poder. Algunos dirán que es una “inversión necesaria”. Otros, que es “una moda”.
Pero lo que está claro es que la credibilidad no se gana con el género, sino con la acción. Y que ahora todas las miradas estarán puestas en cómo esta nueva mayoría gestiona los desafíos de siempre… y los nuevos.
¿Puede una mayoría femenina cambiar de verdad las estructuras sindicales o acabará repitiendo las lógicas de siempre con otro envoltorio? Porque renovar caras está bien, pero lo que hace falta —dicen los que curran de verdad— es renovar derechos. ¿Tú cómo lo ves?
¿Quieres que le pongamos una foto bien épica de Ana García levantando el puño, o prefieres una imagen de la nueva dirección para completar este artículo?