Las mínimas por encima de los 22 grados y la humedad desbordada convierten la costa valenciana en un spa natural que nadie pidió, justo cuando empieza el mes de junio.
El verano no ha llegado, pero su primo pegajoso sí
Aún faltan días para que el calendario nos grite oficialmente “verano”, pero en Valencia el cuerpo ya lo sabe… y lo suda. Esta madrugada, la ciudad y buena parte de la Comunitat Valenciana se han despertado con una incómoda realidad climatológica: las noches tropicales ya están aquí, y lo hacen con esa mezcla letal de calor pegajoso y humedad asfixiante que convierte la hora de dormir en una gincana nocturna de abanicos, duchas y aire acondicionado con culpa.
La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) lo deja claro: no es normal que estemos a estas temperaturas tan altas a estas alturas de junio. Pero aquí estamos, con mínimas que superan los 22 grados, nubes bajas que impiden que refresque, y una sensación térmica que grita “agobio” a todo pulmón.
Las cifras que no te dejarán dormir (literalmente)
Valencia ha registrado esta madrugada una mínima de 22 grados, pero no ha sido un caso aislado. En Pego (Alicante) han alcanzado los 22,6ºC, mientras que Miramar (Valencia) se ha quedado en 22,2ºC. Todo esto suena muy bonito si estás planeando una escapada a una isla caribeña, pero cuando tu casa no baja de 26 grados a las tres de la madrugada, la cosa pierde glamour.
Y por si te lo preguntas: no, no es una ola de calor, ni siquiera un episodio puntual. Aemet lo dice con claridad: «la persistencia de estas temperaturas es lo más significativo». Desde finales de mayo, las mínimas están sistemáticamente por encima del promedio, y eso empieza a tener consecuencias no solo para nuestro descanso, sino para el medio ambiente y hasta para la salud pública.
Bochorno: el nuevo inquilino de nuestras noches
Por si el calor no fuera suficiente, la humedad se ha encargado de completar la faena. Cielo cubierto de nubes bajas, viento flojo y niveles de humedad que harían sudar incluso a una estatua. Así es como se vive el bochorno en la costa valenciana: sin escapatoria.
Para los que aún no hayan experimentado esa sensación, el bochorno es como meterse en una sauna… pero con ropa puesta. Un ambiente tan denso que parece que puedes cortarlo con cuchillo. Y sí, es especialmente divertido cuando intentas dormir o subirte a un autobús sin aire acondicionado.
El Mediterráneo también se calienta (y no ayuda)
Uno de los factores clave detrás de esta anomalía térmica es la temperatura superficial del Mediterráneo occidental. Aemet lo explica así: el mar está, de media, a 23 grados, con zonas que superan los 24ºC. Esto es más de dos grados por encima de lo normal para estas fechas, y se traduce en más calor retenido, menos noches frescas y, básicamente, una costa que se cuece a fuego lento.
Es como si el mar hubiera decidido unirse a la fiesta y dijera: «¡Aquí nadie duerme fresco!».
Las ciudades también sufren: Valencia, Castelló y Alicante rompen récords
La temperatura media de las mínimas durante los primeros nueve días de junio ha batido récords en las tres capitales de provincia:
- Valencia: media de 20,2ºC, superando los 19,9ºC de 2022.
- Castelló de la Plana: media de 19,6ºC, por encima de los 19,5ºC de 2022.
- Alicante: 19,5ºC, ganando por poco a los 19,2ºC de 2024.
Todo esto confirma que el calor ha llegado antes de tiempo. Mucho antes. Y no tiene pinta de que quiera marcharse pronto.
¿Y el pronóstico? Te vas a reír (por no llorar)
Los próximos días seguirán con temperaturas anormalmente altas para la época. En el interior de la Comunitat, se esperan picos de calor diurno, mientras que en la costa el protagonista será ese clásico conocido como «bochorno sin escapatoria».
No se esperan grandes cambios a corto plazo. Las mínimas seguirán por encima de los 21 grados, y las máximas seguirán tocando los 30 o más en algunas zonas. En resumen: si tienes ventilador, no lo guardes. Si tienes aire acondicionado, cuídalo como a un familiar. Si no tienes ninguna de las dos cosas… lo sentimos.
¿Esto es el nuevo normal?
Esa es la gran pregunta. Porque si echamos la vista atrás, las noches tropicales eran algo anecdótico en junio hasta hace pocos años. Ahora, sin embargo, parecen haberse instalado con carácter permanente. Desde 2010, los registros de mínimas altas en esta parte del año han ido en aumento. Y no hay señal de que la tendencia vaya a revertirse.
Todo apunta a que el cambio climático no solo está adelantando el verano, sino que lo está haciendo más pesado, más húmedo y, sobre todo, más difícil de llevar.