“En toda narración solo hay una manera de no equivocarse: ser exacto” (Robert Louis Stevenson “La moralidad de la profesión de las letras”)
“Mi vida ha sido feliz porque he perseguido siempre el conocimiento, en el sentido de cambiar de idea. Solo aprender nos permite cambiar de idea”.” Sólo se aprende dejándose sorprender, desapasionadamente, para que donde estaba el prejuicio llegue el juicio”. (Antonio Escohotado)
Dos pensamientos inquietantes para mí, que se entrecruzaban recurrentemente y siempre al unísono, son los causantes de estas notas. La primera quimera era la lengua ibérica, inescrutable, misteriosa por desconocida, discretamente desaparecida, sin que nadie haya tenido aún la ocasión de detenerse de manera exhaustiva a averiguar esta cuestión, el por qué, las causas de su extinción, cuando se constata su vitalidad en la península ibérica desde las tierras valencianas hasta las vascas, durante el primer milenio antes de Cristo, durante la Edad del Hierro; también la dificultad en su comprensión, el gran retraso aún hoy en su desciframiento, en su traducción a las lenguas vivas, el secreto sin desvelar hasta casi la mitad del S. XX del significado de sus signos, ello a pesar de los numerosos restos arqueológicos encontrados; y por último, el desconocimiento respecto a su real influencia genética y de permanencia en la lengua valenciana. Aquí hagamos un pequeño alto en el camino, un paréntesis para decir con palabras de Juan R. Román del Cerro que “la ciencia obliga a recorrer todos los caminos, pues tal vez aquel que no se anda y se olvida tiene la adecuada respuesta, o al menos ofrece alguna luz” “…y no proyectemos nuestras propias limitaciones como si fueran limitaciones de la ciencia”. Bien, la segunda quimera era la actual deconstrucción que está sufriendo la débil y endémica lengua valenciana, en peligro de su definitiva extinción como le ocurrió a la lengua ibérica, debido a su utilización espuria no como eficaz herramienta de comunicación, sino de implantación de un poder e ideología.
Ambas cuestiones finalmente se trasformaron en sendas realidades, Alfa y Omega de este modesto trabajo, cuya única y tal vez excesiva pretensión es señalar posibles puntos de atención para que, provocando el interés, el debate y el desarrollo de la investigación científica, otros con solidez abran o reabran puertas, no descubiertas o abiertas en falso ¿cabría mayor satisfacción si eso fuera así? La constancia en el tiempo de la ciencia, como del amor, la hacen brillar con solidez, provocarla es la pretensión.
Es sabido que condición y debilidad humana es el adentrarse en el ser de las cosas, intentar “descubrirlas”, conocerlas, mostrarlas, a veces comprenderlas y no siempre juzgarlas con acierto. El verbo, la Palabra, en definitiva, las lenguas son la herramienta de comunicación por excelencia, compañeras del hombre desde el principio de su existencia. Su nacimiento, desarrollo, esplendor, decadencia y extinción no depende de ellas mismas, dado que su sustento, su hábitat es la propia vida de las comunidades que las crean, aprenden y hablan como lenguas maternas, ello nos obliga a que para conocerlas tengamos que considerar indefectiblemente la historia de los grupos sociales que las utilizan.
Por otro lado, la ciencia sin humanismo corre el mortal peligro de ser puro materialismo, y el materialismo finalmente no necesita al hombre. Por lo menos no necesita al hombre libre, ni tan siquiera como lo conocemos hoy. Si al levantar el velo de cada descubrimiento optamos por desvestirlo de todo humanismo, la existencia podría y podrá, si no tenemos voluntad de evitarlo, prescindir del Homo Sapiens gracias a la utilización exclusivamente materialista de la propia ciencia. De ahí la necesidad de que para comprender lo que se descubre en cualquier ámbito sea necesario contextualizarlo “en” el hombre.
¿Qué une al hombre de hoy al de Cromañón o al de Neandertal? En concreto, respecto al leguaje ¿qué capacidades tenían sus masas cerebrales? ¿cuáles eran sus limitaciones? ¿cuántos signos lingüísticos aprendidos poseían? Si el descubrimiento del fuego, el de la rueda, el de los metales, el de la máquina, el de la imprenta, el de la comunicación analógica, el de la tecnología digital, han supuesto cambios sustantivos para la especie humana y por tanto para su capacidad de hablar y comunicarse ¿qué sorpresa nos depara y nos tiene preparada el futuro con la inteligencia artificial, la física cuántica y, por qué no, posiblemente futura intercomunicación inmaterial?
Es el imparable mundo arrollador el que genera el lenguaje
Estas son, nada más y nada menos, las razones que no he podido soslayar y por las que lo que pretendía ser unos cortos pensamientos sobre la realidad de las dos cuestiones antes indicadas, la lengua ibérica como eslabón perdido de la lengua valenciana y su proceso de deconstrucción actual, plasmados en unas breves notas para el autoconsumo (experiencia gratificante) finalmente se hayan convertido, por sí mismas y sin quererlo, en este trabajo que pretende ser racional por deductivo, y cuya única motivación, reitero, es provocar el estudio de la lengua valenciana de manera objetiva, científica e interdisciplinar.
En la elaboración de la presente serie de artículos se ha pretendido ser lo más riguroso posible en la documentación extraída de distintas fuentes, en el análisis, reflexiones y argumentaciones propias, basadas en los datos empíricos, estudios, trabajos a los que se ha tenido acceso, y siempre guiado por la lógica o “sentido común”, prescindiendo lo más posible de las tentadoras adjetivaciones, en evitación de los juicios de valor, salvo en aquellos casos que inevitablemente se han utilizado como útiles para, de una manera gráfica, reforzar las argumentaciones o conclusiones o para subrayar o efectuar alguna advertencia.
Por último, se ha optado por insertar en el propio texto algunas referencias y citas a otros autores consideradas necesarias o convenientes con el fin de fortalecer el argumentario, evitando las llamadas o remisiones a otros lugares, para comodidad del lector y con la intención de soslayar distracciones y rupturas en el discurrir de la exposición. Al final, si se cuenta con el interés y la paciencia del lector, y de NOTICIAS CIUDADANAS, más que diario, permanente medio de comunicación, se aportará una relación de la bibliografía tenida en cuenta considerando que es una información necesaria para el lector.