En el corazón de Valencia, donde las calles respiran historia y el aire huele a tradición, vive Carmen Chornet Soria, una modista que ha dedicado su vida entera a la aguja, la seda y, sobre todo, al amor por su tierra. Nacida en l’Alcúdia de la Ribera, muy pronto dejó su pueblo natal para instalarse en la capital, donde con el tiempo se convertiría en una figura entrañable y respetada dentro del Gremio Artesano de Sastres y Modistas de Valencia, del que fue Clavariesa en 1993.
Su trayectoria profesional está marcada por la elegancia y la pasión. Quienes han visto trabajar a Carmen dicen que sus manos parecen hablar el idioma de las telas, como si cada puntada llevara un pedacito de su alma. Su taller, primero en la calle Colón y más tarde en la calle Bonaire, fue durante años un pequeño santuario de buen gusto, donde la tradición valenciana se entrelazaba con la moda, la conversación y la amistad.
Pero si algo define a Carmen Chornet es su profundo valencianismo. En los años ochenta, cuando las calles se llenaban de voces reclamando respeto por la identidad y la lengua valenciana, ella estuvo allí. Participó con entusiasmo en actos culturales, manifestaciones y encuentros en defensa del pueblo valenciano, siempre con una senyera al hombro y una sonrisa firme. Nunca le tembló la voz para decir lo que pensaba ni el pulso para coser los símbolos de su tierra con el respeto y el orgullo de quien ama lo propio.
Militó con convicción en Unión Valenciana, aquel partido que representaba la dignidad de una Valencia que quería ser escuchada y respetada. Carmen encontraba en esa militancia una prolongación natural de su carácter: firme, trabajadora, honesta y enamorada de sus raíces. “Yo sóc del Regne de Valéncia, i això no m’ho lleva ningú”, suele decir con la serenidad de quien sabe de dónde viene y por qué está donde está.

Hoy, Carmen Chornet vive tranquila a la sombra de la estatua del rey don Jaime, muy cerca del Parterre. Desde su ventana contempla el ir y venir de la ciudad que tanto ama, una ciudad que ha cambiado, pero que aún conserva en sus rincones la esencia de su infancia. A veces se la ve pasear por la zona, con paso pausado, saludando a quien la reconoce; siempre arreglada, con esa elegancia natural de las mujeres de antes, que saben que la dignidad también se viste.
Carmen es, como muchos la describen, una de las últimas “tías Marías”: mujeres valientes, sabias, de lengua afilada y corazón enorme, que defendieron con todas sus fuerzas y su alma el Reino de Valencia. Mujeres que no necesitaban altavoces para hacerse oír, porque su ejemplo hablaba más alto que cualquier discurso.
A su alrededor, la vida sigue. Pero Carmen mantiene viva la memoria de un tiempo en el que los valores, la palabra dada y el amor por la tierra eran sagrados. A veces, entre risas, recuerda viejas anécdotas del gremio o de las fiestas del 9 d’Octubre, cuando cosía trajes y estandartes hasta la madrugada. “El orgullo de ser valenciana no se lleva en la boca, se lleva en el corazón y en las manos”, dice con ese brillo en los ojos que solo tienen las personas auténticas.
Carmen Chornet Soria es mucho más que una modista: es una guardiana del espíritu valenciano, una mujer que ha sabido mantener intacto el hilo invisible que une el pasado y el presente. En cada traje que ayudó a confeccionar, en cada palabra en valenciano que pronuncia con dulzura, en cada mirada de amor hacia su ciudad, hay una historia que merece ser contada.
Porque Carmen no solo cose telas: cose memoria, identidad y amor por su pueblo. Y mientras siga viva —como el hilo que nunca se rompe—, seguirá bordando con sus días una Valencia más humana, más hermosa y más fiel a sí misma.
















