Cicatrices de espray sobre la historia: El Palacio de los Boïl d’Arenós (BIC)
La calle Libreros es una de esas arterias estrechas y silenciosas que vertebran la memoria de Valencia. En su número 2, imponiéndose con la elegancia de los siglos, se alza el Palacio de los Boïl d’Arenós. Este edificio, una joya arquitectónica levantada sobre cimientos medievales y reformada en el siglo XVIII, actual sede de la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros (FEBF), es un testigo mudo de la historia de la ciudad y un Bien de Interés Cultural (BIC).
Sin embargo, esta semana el palacio no es noticia por su valor histórico ni por la actividad financiera que alberga, sino por ser la última víctima de una plaga que asola el centro histórico: las pintadas delictivas contra el patrimonio cultural,

Una pintada de grandes dimensiones, un tag o firma realizada con espray, ha aparecido mancillando la fachada del edificio. El trazo, rápido y carente de cualquier intención artística, rompe la armonía de la piedra y supone un ataque directo a un patrimonio protegido por la máxima categoría legal en España. No se trata de un simple acto de incivismo; estamos ante un hecho delictivo con graves consecuencias penales que, a menudo, quedan diluidas en la percepción pública.
Un delito, no una gamberrada
Es crucial cambiar la nomenclatura con la que nos referimos a estos actos. Lo ocurrido en el Palacio de los Boil de Arenós no es una «gamberrada». El Código Penal español es tajante al respecto. El artículo 323 tipifica como delito los daños causados a bienes de valor histórico, artístico, científico, cultural o monumental.
La ley establece que aquellos que causen daños en bienes de este calibre pueden enfrentarse a penas de prisión de seis meses a tres años o multas de doce a veinticuatro meses. A diferencia de una pintada en un muro de propiedad privada sin valor histórico, que podría saldarse con una sanción administrativa, el ataque a un BIC como el palacio de la calle Libreros eleva la categoría del hecho a la esfera penal. La Fiscalía de Medio Ambiente y Urbanismo ha reiterado en numerosas ocasiones que la reiteración de estos actos y el coste de su reparación son factores determinantes para la severidad de la pena.
Y es que limpiar la piedra histórica no es tan sencillo como pasar una capa de pintura. La piedra del palacio de los Boïl d’Arenós es porosa; el pigmento del espray penetra en el material, obligando a los restauradores a utilizar técnicas costosas y delicadas, como el láser o microabrasiones controladas, para devolver al edificio su dignidad sin dañar la pátina original de los siglos.
El ojo que todo lo ve: ¿Dónde estaba la seguridad?
La indignación vecinal y de los defensores del patrimonio es mayor al considerar la ubicación del ataque. Este palacio alberga la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros (FEBF) y anteriormente fue la sede de la Bolsa de Valencia. Por la propia naturaleza de la institución financiera que reside en su interior, el edificio cuenta con medidas de seguridad superiores a la media de los inmuebles residenciales de la zona.
La pregunta que se hacen muchos ciudadanos es: ¿Cómo es posible realizar una pintada de tal magnitud en una zona que en un principio tendría video vigilancia? ¿O quizás el edificio BIC no cuenta con cámaras que controlen sus fachadas principales?

Estos ataques suelen perpetrarse en cuestión de segundos, a menudo de madrugada, por individuos encapuchados que confían en la rapidez de su huida por el laberinto de callejuelas de estos barrios. No obstante, las grabaciones de las cámaras más cercanas (Palacio del Marqués de Dos Aguas) podrían ser clave para la Policía Nacional en la investigación para identificar al autor o autores de este delito contra el patrimonio.
Valencia y la «zona cero» de las pintadas
Lamentablemente, el ataque a la calle Libreros número 2 no es un hecho aislado, sino un síntoma de una enfermedad crónica que padece Valencia. Entidades como el Círculo por la Defensa del Patrimonio llevan años denunciando que toda Ciutat Vella y el resto de la ciudad se han convertido en un lienzo para la delincuencia gráfica.
https://conocevalenciapaseando.blogspot.com/2025/10/el-ayuntamiento-de-valencia-pasa-de.html
La lista de víctimas ilustres es larga y dolorosa. En los últimos años, hemos visto pintadas en los muros de la Lonja de la Seda (Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO), en las Torres de Serranos, las Torres de Quart, en tramos de la antigua muralla árabe. Incluso los puentes históricos del antiguo cauce del Turia sufren ataques recurrentes.
https://noticiasciudadanas.com/cronica-impunidad-valencia-cautiva-pintadas/
Cada nueva pintada en un BIC envía un mensaje de impunidad. El efecto de la «teoría de las ventanas rotas» es evidente: una pintada no limpiada llama a otra, degradando el entorno y la percepción de seguridad de vecinos y turistas.
Un llamamiento a la responsabilidad
La limpieza del Palacio de los Boïl d’Arenós se pagará, como siempre, del erario público o de la propiedad. Dinero que podría destinarse a conservación preventiva y no a reparaciones de urgencia. Mientras la brigada de patrimonio evalúa los daños para proceder a la limpieza técnica, la pintada en la calle Libreros permanece como una cicatriz visible, un recordatorio de que la educación patrimonial sigue siendo una asignatura pendiente.
Proteger nuestra historia requiere más que leyes; requiere una vigilancia efectiva y, sobre todo, una conciencia social de que dañar el pasado es hipotecar el futuro cultural de la ciudad. Hasta que no se aplique el Código Penal con el rigor que el texto estipula y se identifique eficazmente a los responsables mediante las cámaras disponibles, los muros de la historia de Valencia seguirán temblando cada vez que alguien agite un bote de espray en la oscuridad.
















