El CEIP Blasco Ibáñez sigue sin avances visibles en sus obras tras la DANA, y la comunidad educativa vuelve a la calle para exigir soluciones inmediatas. Cortaron la Avenida Llevant el 15 de mayo, y no piensan parar.
El 15 de mayo, la paciencia se agotó
A veces no es una gran catástrofe la que desata el enfado de un pueblo, sino la acumulación de pequeñas injusticias que, gota a gota, colman un vaso que ya estaba rebosando. Eso fue exactamente lo que ocurrió el pasado 15 de mayo en Beniparrell, donde familias, profesorado y representantes municipales cortaron la Avenida Llevant para reclamar lo que parece increíble que aún esté pendiente: el regreso de los alumnos del CEIP Blasco Ibáñez a su escuela.
Porque no hablamos de una nueva infraestructura ni de una obra faraónica. Hablamos simplemente de reconstruir una escuela dañada tras la DANA, una tragedia meteorológica que ocurrió hace más de un año. Pero entre promesas incumplidas, obras invisibles y un silencio institucional más espeso que la niebla de enero, la situación sigue congelada.


















De promesa en promesa… y seguimos en Silla
Tras la riada que afectó gravemente al colegio, 146 escolares fueron trasladados a dos centros en el municipio vecino de Silla: los pequeños de Infantil al CEIP Verge dels Desemparats y los de Primaria al CEIP El Patí. Desde entonces, la comunidad educativa vive en una especie de exilio forzado, soportando desplazamientos diarios, autobuses escasos y una total falta de certezas.
“No vamos a tolerar otro año desplazados”, proclamó Elisabeth García, presidenta del AMPA del CEIP Blasco Ibáñez y una de las voces más activas en la defensa del derecho a estudiar en condiciones dignas.
En la protesta del 15 de mayo, García fue clara: “Se supone que las catas importantes iban a hacerse después de fallas, pero a día de hoy no sabemos si las han hecho. Ya estamos en mayo, y los trabajos ni han empezado”.
Autobuses que no llegan, niños que esperan, padres que se desesperan
La realidad es que, en lugar de soluciones, lo que han recibido son parches. Parche de transporte, parche de conciliación, parche de escolarización. Por ejemplo, solo hay dos autobuses cuando se necesitan tres, lo que provoca retrasos sistemáticos para los cursos más mayores.
Los alumnos de 4º, 5º y 6º tienen que esperar a que el primer autobús haga su recorrido y vuelva a recogerlos. Eso significa llegar casi una hora más tarde al colegio. Y claro, esa hora perdida no es un detalle menor: influye en la organización del centro, en los tiempos de recreo, en el comedor, en la atención de los docentes… y en el humor general.
Conciliación, esa palabra imposible
Más allá de lo estrictamente escolar, la logística de esta situación se ha convertido en una pesadilla para muchas familias. Hay quienes deben acompañar a un hijo en el primer turno de autobús y esperar con el segundo, lo que significa perder más de una hora antes incluso de comenzar su jornada laboral. “Hay padres que han tenido que dejar de trabajar, y no olvidemos que muchos de ellos también fueron víctimas de la DANA: perdieron coches, casas y empleos”, recordaba García durante la concentración.
¿Y la comunicación? Mejor ni hablar
Uno de los aspectos más frustrantes es la falta total de información por parte de Conselleria. Nadie sabe exactamente qué se ha hecho, si se han realizado las pruebas necesarias en la estructura del edificio o si hay alguna fecha estimada para el inicio de las obras interiores. Y lo peor: ni siquiera el Ayuntamiento ha recibido informes técnicos.
“Nos enteramos que técnicos de Conselleria estuvieron en el colegio hace unos días, pero ni se nos informó ni se convocó a nadie”, explica la presidenta del AMPA. Un secretismo que solo alimenta la desconfianza.
Saqueo y abandono: el colmo de los colmos
Y como si no fuera ya suficiente con el desplazamiento, la incertidumbre y la mala gestión, en diciembre el colegio sufrió un saqueo. Robaron pantallas, mobiliario, y dejaron grafitis por todo el edificio. Una imagen que habla por sí sola del abandono institucional. Porque claro, mientras nadie vigila ni avanza en las reformas, el edificio se degrada aún más.
Y no, no basta con reconstruir lo que la DANA destrozó. Hay que reponer el material robado, pintar, limpiar, reacondicionar todo lo que ha ido deteriorándose. Un proceso que no se resuelve con declaraciones oficiales, sino con acciones concretas… que, de momento, brillan por su ausencia.
¿Qué dice Conselleria?
Desde la administración autonómica se asegura que “los trabajos comenzaron el 24 de febrero en el exterior del edificio”, con actuaciones centradas en el muro perimetral y la reparación de asentamientos. También afirman que están “planificadas” las catas en el interior, pero insisten en que primero necesitaban informes que acreditaran que acceder al interior era seguro.
Es decir, en resumen: papeles, permisos, plazos… y poca acción.
Un pueblo que no piensa rendirse
La protesta del 15 de mayo no será la última. Desde el AMPA ya han anunciado que seguirán saliendo a la calle cada semana. La comunidad educativa quiere respuestas, compromisos claros y fechas concretas. Quieren que se les escuche y, sobre todo, que se les respete.
Porque no se trata solo de levantar muros y techos, sino de reconstruir la confianza en una administración que, hasta ahora, ha fallado en lo más básico: garantizar que sus ciudadanos más pequeños puedan estudiar en condiciones dignas.