El verano arranca con tragedia en el Parque Natural del Túria
La llegada del verano al Parque Natural del Túria, un espacio privilegiado que recorre buena parte del interior metropolitano de Valencia, se ha visto ensombrecida por dos tragedias en apenas una semana. Dos personas han perdido la vida en tramos cercanos al municipio de Manises, poniendo de nuevo el foco sobre la seguridad de estas zonas fluviales que, cada año, se convierten en improvisadas áreas de baño sin apenas regulación ni control.

Dos muertes en menos de siete días
El primer suceso tuvo lugar el 9 de junio de 2025. Un joven de 20 años desapareció tras lanzarse al agua en las inmediaciones del azud de la Séquia de Tormos, uno de los puntos más frecuentados por los bañistas. Su cuerpo fue hallado al día siguiente, sumergido en una zona de gran profundidad. Apenas cinco días más tarde, otro hombre de 35 años apareció muerto en un punto cercano de ese mismo tramo del río.
Ambos casos se produjeron en zonas especialmente afectadas por la DANA que castigó duramente al litoral valenciano el pasado otoño. Las riadas de octubre modificaron la morfología del cauce, generando acumulaciones de ramas, escombros, sedimentos y desniveles ocultos que han incrementado los riesgos para quienes se sumergen en sus aguas.
El peligro invisible de los cauces fluviales
Los expertos en seguridad acuática insisten en que los ríos, a diferencia de las playas, presentan riesgos muy particulares y, en muchos casos, más imprevisibles:
- Corrientes ocultas: que pueden arrastrar con fuerza bajo la superficie.
- Desniveles bruscos: fondos que pasan de poca profundidad a varios metros en cuestión de centímetros.
- Obstáculos sumergidos: ramas, troncos, escombros y basura arrastrados por las riadas.
- Sedimentos inestables: que pueden hacer perder el equilibrio al bañista.
Todo ello convierte determinados tramos del Túria en auténticas trampas, especialmente tras fenómenos meteorológicos extremos que alteran constantemente su configuración. A pesar de ello, el baño en estas zonas sigue siendo habitual, especialmente en los meses de verano, sin que existan sistemas de vigilancia ni protocolos de seguridad equiparables a los de las playas.
La responsabilidad difusa: ¿quién debe actuar?
El caso del Parque Natural del Túria ejemplifica uno de los principales problemas de gestión de los espacios naturales periurbanos: la indefinición competencial. A lo largo de sus 30 kilómetros, el parque atraviesa varios términos municipales —Manises, Ribarroja de Túria, Paterna, Vilamarchant, Llíria, entre otros— y la administración directa se reparte entre:
- Los propios ayuntamientos
- La Confederación Hidrográfica del Júcar
- La Generalitat Valenciana
- La Delegación del Gobierno
En febrero de este mismo año, los ayuntamientos del Parque Natural firmaron un acuerdo conjunto solicitando a la Generalitat la aprobación de una normativa específica que regule el uso recreativo del río, estableciendo zonas aptas y no aptas para el baño, protocolos de señalización y vigilancia mínima durante el periodo estival.
Sin embargo, dicha normativa aún no se ha materializado. Cada consistorio actúa —o no— por su cuenta, generando una situación desigual a lo largo del parque: algunos han instalado carteles informativos, mientras otros no han adoptado ninguna medida visible. En la mayoría de los casos, las zonas de baño improvisadas carecen de socorristas, control de aforo, puntos de emergencia o sistemas de rescate.
¿Prohibir el baño o reforzar la prevención?
Este es el debate de fondo que vuelve a intensificarse tras los recientes fallecimientos. La respuesta no es sencilla. Prohibir el baño radicalmente podría resultar poco realista, ya que buena parte de los bañistas acuden precisamente a estos espacios buscando alternativas naturales frente a las playas masificadas. Además, muchos vecinos consideran el Túria un recurso de ocio accesible y gratuito, especialmente durante los meses de calor.
Por otro lado, los expertos en prevención subrayan que:
- La señalización clara y visible en los puntos peligrosos es una herramienta básica de disuasión.
- Las campañas informativas sobre los riesgos específicos del río, dirigidas especialmente a jóvenes, podrían salvar vidas.
- La vigilancia puntual durante los fines de semana o los meses de máxima afluencia permitiría intervenir rápidamente en caso de incidentes.
Para las organizaciones de socorrismo, la clave está en aplicar criterios de gestión de riesgo adaptados a entornos fluviales, donde el peligro cambia constantemente según las condiciones meteorológicas, el caudal y el estado del fondo.
Un verano marcado por la DANA de 2024
El violento episodio de lluvias de octubre de 2024 ha dejado secuelas todavía visibles en el cauce del Túria. En algunos tramos, las riadas modificaron el paisaje de forma drástica, arrastrando vegetación, levantando taludes, acumulando obstáculos y creando remansos de agua profunda en zonas antes poco peligrosas. Estos cambios, sumados a la falta de una inspección técnica sistemática del cauce, han multiplicado los puntos de riesgo sin que los usuarios habituales del río sean plenamente conscientes de las nuevas amenazas.
Un reto para las administraciones
Mientras la normativa no llega, la responsabilidad sigue diluyéndose entre distintas administraciones. Las muertes de este verano podrían haberse evitado con:
- Mejor cartelería.
- Controles de acceso.
- Campañas de sensibilización previas al verano.
- Inspecciones post-DANA de los tramos utilizados para el baño.
- Un protocolo mínimo de vigilancia en los puntos más frecuentados.
La experiencia de otros ríos españoles demuestra que es posible regular el uso recreativo de los cauces fluviales sin necesidad de prohibiciones totales, pero requiere una actuación proactiva, continuada y coordinada.
El Túria, víctima de su propio éxito
El Parque Natural del Túria es un ejemplo de éxito en la recuperación de un espacio natural dentro del área metropolitana de Valencia. Cada fin de semana, miles de vecinos acuden a sus senderos, rutas ciclistas, zonas de pícnic y puntos de baño. Precisamente por ese crecimiento exponencial de usuarios, las medidas de seguridad deben actualizarse al nuevo nivel de presión que soporta el espacio.
Los dos fallecimientos de junio han dejado al descubierto las carencias de un sistema de prevención todavía improvisado. Mientras las administraciones debaten las competencias, el río Túria sigue atrayendo bañistas, algunos inconscientes del riesgo que asumen.
Por ahora, el debate sigue abierto. Pero cada tragedia añade urgencia a una solución que, según todos los expertos, es perfectamente viable si se abordan de forma seria la prevención, la información y el control mínimo.