Parece que en este país nos hemos especializado en complicar lo sencillo. Producir un litro de leche o un kilo de pan requiere más trámites que construir un rascacielos. Entre permisos sanitarios, certificados de bienestar animal, controles de huella de carbono y etiquetas con letra tamaño microscópico, los agricultores y ganaderos acaban ahogados en burocracia antes que en sequía. Pero no pasa nada, total, ¿a quién le importa que desaparezcan los pequeños productores si las grandes superficies nos venden comida «de calidad» a precio de caviar?
Normativas: cuando el remedio es peor que la enfermedad
No contentos con regular lo imprescindible, nuestros legisladores parecen empeñados en inventar problemas para luego «solucionarlos» con más leyes. ¿Que el consumidor no entiende el etiquetado? En lugar de simplificarlo, añadimos cinco iconos más, un código QR y una piruleta ecológica. ¿Que los precios están altos? Pues más controles, más inspecciones y más requisitos**, que ya se sabe: **cuanto más cueste producir, más barato llegará al consumidor. ¡Lógica de hierro!
Y mientras, el agricultor medio tira la toalla, las cooperativas se arruinan y solo sobreviven los gigantes agroindustriales, esos que pueden permitirse un ejército de abogados para saltarse las normas que ellos mismos ayudaron a redactar. ¡Qué casualidad!
La gran estafa de la distribución: ¿Dónde está el «libre mercado»?
Hablan de competencia, pero en la práctica, cuatro grandes cadenas manejan el 80% de la distribución alimentaria. Y como son tan amables, compran al productor a precio de saldo y nos revenden con un 300% de margen. «Es el mercado, amigo», dicen. Claro, un mercado donde ellos ponen las reglas, los precios y hasta las ofertas «especiales» (que siempre salen más caras).
Y el gobierno, ¿qué hace?Pues mira para otro lado, porque tocar a estos gigantes es más peligroso que meterse con una manada de elefantes en una cacharrería. Total, ¿a quién le importa que una familia pague el doble por la leche si los accionistas de las multinacionales siguen batiendo récords de beneficios?
El Congreso: el reality show donde todos pierden (menos ellos)
Mientras la gente elige entre comer caliente o pagar la calefacción, nuestros ilustres diputados se dedican al deporte nacional: el «y tú más«.
– ¡La inflación es por tu política agraria!»
– “¡No, es por tu subida de impuestos!»
– «¡Mentira, es por los especuladores internacionales!»
Y así, pasando la pelota como en un partido de fútbol, mientras el ciudadano paga el pato(y el pollo, y la ternera, y hasta las lentejas).
Lo peor es que ninguno tiene la solución, porque la solución real implicaría:
✅ Recortar burocracia absurda(¡horror, perderían poder!).
✅ Regular de verdad a las grandes distribuidoras (¡no vaya a ser que dejen de financiar campañas!).
✅ Dejar de usar el campo como arma política (¡imposible, cómo van a llenar mítines sin enemigo!).
Pan para hoy, hambre para mañana
En resumen, estamos jodidos.Entre normativas disparatadas, un pseudo-mercado controlado por oligopolios y una clase política más preocupada por el titular que por el plato de comida, el futuro alimentario pinta negro.
Pero tranquilos,si todo sigue así, pronto comer será un lujo y podremos hacer dieta obligatoria por decreto ley. Eso sí, con sellito de calidad europea y un impuesto por emisiones de CO₂ al masticar.
¡Buen provecho, ciudadanos!🍽️💸