El Gobierno español da luz verde a la entrada de STC en Telefónica, asegurando la autonomía estratégica de la operadora mientras baraja su próximo movimiento en el sector de telecomunicaciones.
En un anuncio que sacude los cimientos del sector, el Consejo de Ministros ha aprobado la adquisición del 9,9% del capital social de Telefónica por parte del operador saudí STC. La medida, que no ha estado exenta de controversias, refuerza la presencia saudí en una de las empresas más emblemáticas de España, pero bajo estrictas condiciones para salvaguardar los intereses estratégicos del país.
La decisión que cambió el juego
El pasado jueves, el ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, confirmó la noticia en una rueda de prensa cargada de expectativas. “Hemos llevado a cabo un análisis exhaustivo para garantizar que esta operación respeta no solo nuestra legislación vigente, sino también los intereses nacionales en sectores estratégicos como el de telecomunicaciones”, subrayó el ministro.
El movimiento, aunque esperable desde que STC adquiriera el 9,9% del capital social en septiembre de 2023, ha requerido una evaluación minuciosa debido a la normativa que regula la inversión extranjera en empresas consideradas de seguridad nacional. La aprobación asegura la permanencia de medidas que salvaguarden la autonomía operativa de Telefónica y la protección de infraestructuras críticas.
STC en Telefónica: una relación que promete cambiar dinámicas
El desembarco inicial de STC en el capital de Telefónica, realizado con una inversión de 2.100 millones de euros, fue recibido como una sorpresa en su momento. La operación implicó la adquisición directa de un 4,9% de las acciones, complementada con un 5% adicional mediante instrumentos financieros.
La autorización del Gobierno español para completar esta adquisición marca un hito que podría transformar las dinámicas internas y externas de la operadora. Aunque STC no ha solicitado, de momento, un asiento en el consejo de administración de Telefónica, los analistas especulan que este podría ser el próximo paso estratégico de la compañía saudí.
El papel de la SEPI: el Estado en el tablero de juego
En paralelo a los movimientos de STC, el Gobierno español ha reforzado su posición en Telefónica a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI). En mayo de 2024, la SEPI culminó su adquisición de un 10% del capital social, con una inversión cercana a los 2.285 millones de euros.
Este movimiento, calificado por expertos como una respuesta directa al interés saudí, se realizó en tiempo récord tras un mandato emitido en diciembre de 2023. La SEPI no solo asegura una influencia directa del Estado en las decisiones estratégicas de Telefónica, sino que también equilibra el peso de otros accionistas destacados, como CriteriaCaixa.
CriteriaCaixa y la “españolidad” de Telefónica
CriteriaCaixa, el holding de la Fundación Bancaria La Caixa, ha seguido de cerca el movimiento de STC, incrementando su participación hasta el 9,99%. Este posicionamiento, que rivaliza con el de la SEPI, refuerza la influencia nacional en el accionariado de Telefónica, al tiempo que envía un mensaje claro sobre la importancia de mantener el control español en empresas clave.
¿Qué implica esta reconfiguración para el futuro de Telefónica?
Con la entrada de STC y el fortalecimiento de la posición estatal a través de la SEPI, Telefónica se encuentra en una encrucijada estratégica. Las oportunidades de expansión en Oriente Medio y la adopción de tecnologías avanzadas son algunas de las posibilidades que esta nueva estructura accionarial podría facilitar. Sin embargo, también plantea desafíos en cuanto al equilibrio de intereses entre accionistas y el papel del Gobierno en las decisiones clave.
Por ahora, el ministro Cuerpo ha dejado claro que no se descarta una mayor participación estatal en el futuro, aunque ha subrayado que “es demasiado pronto para hablar de ello”.
Reflexión final: ¿nueva era o más de lo mismo?
La autorización para que STC incremente su participación en Telefónica marca un punto de inflexión en la historia reciente de la operadora. Si bien la medida se presenta como una oportunidad estratégica, también genera interrogantes sobre el equilibrio de poder y el impacto en la autonomía empresarial.
¿Estamos ante el inicio de una nueva etapa de colaboración internacional en el sector de las telecomunicaciones o asistimos a un pulso silencioso por el control de una empresa clave para España? La respuesta, como siempre, dependerá de las próximas jugadas en este tablero.