El tribunal valenciano tumba las restricciones acústicas en dos zonas clave de la ciudad y reaviva el conflicto entre vecinos y locales de ocio nocturno. La actualidad en Valencia se mueve entre el descanso y el bullicio.
Un revés judicial que reaviva tensiones
La reciente decisión del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV) de anular las sentencias que obligaban a declarar Zonas Acústicamente Saturadas (ZAS) la Plaza de Honduras y la Plaza del Cedro ha agitado, una vez más, la actualidad en Valencia. Estas áreas, emblemáticas por su intensa vida nocturna, llevaban años siendo el epicentro de un conflicto que enfrenta a residentes hartos del ruido y a hosteleros defensores de su actividad económica.
Según el fallo, los procedimientos seguidos para declarar ZAS ambas zonas no fueron lo suficientemente rigurosos. El uso de un único sonómetro por área, sin contemplar una red de medición más representativa, ha sido uno de los argumentos clave para justificar la revocación. Esta decisión, aunque técnica en apariencia, tiene profundas consecuencias para la vida cotidiana de cientos de vecinos.
Vecinos frustrados, hosteleros aliviados
Las reacciones no se han hecho esperar. Por un lado, los vecinos muestran una mezcla de impotencia y cansancio. Muchos llevan años denunciando que es imposible dormir con las ventanas abiertas, que los gritos y la música se cuelan en sus casas hasta altas horas de la madrugada, y que las concentraciones de gente los fines de semana convierten sus barrios en zonas de fiesta perpetua.
“Nos sentimos abandonados. Esta resolución nos deja de nuevo sin protección, y con la sensación de que la lucha vecinal no sirve de nada”, comenta Ana, una vecina de Plaza Honduras que lleva desde 2018 participando en concentraciones para exigir medidas.
Al otro lado, los hosteleros respiran aliviados. Para muchos bares, pubs y terrazas de estas zonas, las restricciones que implicaba una ZAS suponían un golpe económico difícil de asumir. Horarios más reducidos, limitaciones en la colocación de mesas en la vía pública y mayores exigencias acústicas estaban afectando de forma directa a sus ingresos. Según comentan, no se oponen al descanso vecinal, pero piden soluciones equilibradas y viables.
¿Qué significa realmente una ZAS?
La declaración de Zona Acústicamente Saturada conlleva una serie de medidas concretas para reducir la contaminación sonora. Esto incluye límites más estrictos de ruido, inspecciones frecuentes, reducción de horarios y, en algunos casos, la prohibición de nuevas licencias de apertura. Su aplicación es compleja, requiere estudios técnicos extensos y genera un debate constante sobre su eficacia.
En Valencia, las primeras ZAS surgieron como respuesta a un modelo urbano donde el ocio nocturno se había instalado con fuerza en determinados barrios, desplazando el carácter residencial y afectando el día a día de muchas familias. Sin embargo, también ha habido quejas sobre cómo se han implementado, con acusaciones de arbitrariedad y falta de diálogo.
Un problema que va más allá del ruido
Lo cierto es que el ruido no es solo un problema acústico. Tiene implicaciones en la salud, en la convivencia y en el uso del espacio público. En zonas como El Cedro o Plaza Honduras, la vida nocturna ha generado una economía paralela: trabajadores de la hostelería, empresas de limpieza, servicios de transporte y seguridad, entre otros. Pero también ha traído consigo conflictos: botellones, vandalismo, suciedad, peleas y una sensación generalizada de pérdida de calidad de vida.
Muchos vecinos hablan de un antes y un después. “Cuando compramos el piso, esto era un barrio tranquilo. Ahora parece una zona de ocio continuo. El descanso es un lujo”, asegura Carlos, residente de El Cedro.
¿Y ahora qué? Nuevas mediciones, más debates
Tras la sentencia, el Ayuntamiento de Valencia se ve obligado a rehacer el proceso. Tendrá que colocar más dispositivos de medición sonora, en diferentes puntos y momentos del día, para obtener un mapa acústico realista. Solo entonces podrá plantearse de nuevo una posible declaración de ZAS, esta vez con las garantías exigidas por la justicia.
En paralelo, crecen las voces que piden una nueva forma de gestionar la noche en Valencia. Algunas propuestas incluyen figuras como el «alcalde de noche», la creación de mediadores vecinales o incentivos para trasladar el ocio a zonas menos densas. Sin embargo, todas estas ideas aún están en fase de discusión.
Una ciudad que busca equilibrio
El caso de la Plaza de Honduras y El Cedro es solo el reflejo de un dilema más amplio. Valencia, como tantas ciudades mediterráneas, vive de día pero también de noche. Y encontrar el equilibrio entre el descanso y la vida social es uno de sus grandes retos.
No se trata solo de poner límites al ruido, sino de repensar cómo queremos que funcione la ciudad cuando cae el sol. ¿Es posible convivir sin renunciar al ocio ni al derecho al descanso? ¿Qué modelo urbano queremos para los próximos años?
Preguntas Frecuentes
¿Qué implica que una zona sea ZAS?
La declaración de Zona Acústicamente Saturada impone medidas especiales para reducir el ruido, incluyendo limitaciones horarias, prohibiciones de nuevas licencias y control exhaustivo de terrazas.
¿El Ayuntamiento puede volver a declarar estas zonas como ZAS?
Sí, pero debe realizar nuevas mediciones acústicas con una metodología más amplia y representativa.
¿Cómo afecta esto a los locales de ocio?
Al no estar vigente la ZAS, pueden operar con mayor flexibilidad, lo cual es una buena noticia para sus negocios, pero puede intensificar el conflicto con los vecinos.